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Jesús y el poder del Reino de Dios

El Evangelio de Marcos y el significado del Reino de Dios (V): Expansión y trasmisión (1: 32-39)

12 DE MARZO DE 2015 · 14:00

,Jesús, andar sobre las aguas

Finalmente, el Reino de Dios es un reino que se expande y que transmite de manera dinámica y constante su mensaje.

Los versículos 32-34 nos muestran a un Jesús que manifiesta el poder del Reino de Dios de manera incontestable.

¿Cómo lo hace?

No mediante la alianza con los poderes políticos, no mediante la búsqueda de privilegios para él y los suyos, no mediante la concentración de riquezas, no mediante la construcción de edificios suntuosos donde –supuestamente– se adora a Dios, no mediante la entrega al poder secular de los que considera herejes para que disponga de ellos, no mediante el uso de la fuerza directa o indirecta. No y mil veces no.

A decir verdad, esa manera de actuar es diabólica y se encuentra contenida en lo que Satanás le ofreció a Jesús si lo adoraba (Lucas 4).

No, el reino predicado por Jesús se expande mediante la mano tendida hacia aquellos que sufren y padecen, hacia aquellos que son atormentados por el Diablo, hacia aquellos que casi nadie quiere.

Los versículos 35-37 nos muestran a un Jesús que podría haber sido increíblemente popular, inmensamente poderoso, inimaginablemente rico y que, por el contrario, rechazó totalmente semejante eventualidad.

Ante la referencia de Simón en el sentido de que todos lo buscaban -¡cómo he visto sufrir a gente a la que dejaron de buscar en un momento dado!– Jesús opone un “Vamos a los lugares vecinos para que predique también allí, porque para esto he venido”. Y, efectivamente, predicaba y expulsaba demonios (v. 39) y con ello dejaba un ejemplo evidente.

Es clara y obvia la actuación de Jesús y su enorme diferencia con la de otros que han pretendido seguirlo, pero eso es el Reino de Dios

- No una vida vieja sino una vida nueva

- No con gente especial sino con gente común y corriente

- No como una religión sino como una relación personal con Dios para una misión concreta

- No con dogmas elaborados en un lenguaje incomprensible para sencillos pescadores de Galilea, sino con una autoridad que sólo puede dar Dios

- No con derrotas frente al Diablo sino con una victoria espiritual frente a él

- No con torres de marfil desde las que se legisla para gente a la que no se conoce sino con una compasión que toca a enfermos y posesos

- No con la intención de acumular poder y riquezas sino con el sueño de que el Reino se expanda.

Ése es el Reino de Dios y lo otro son sucedáneos propios del Anticristo que se coloca en lugar de Cristo y finge recibir de él su autoridad.

La elección es libre, pero yo no albergo la menor duda. Me quedo con el Reino de Dios predicado por Jesús aunque signifique que, a diferencia de las zorras y de los pájaros, no tenga donde recostar la cabeza (Mateo 8: 20).

¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

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