Terror en Netflix: las mejores películas y series de miedo presentes en la plataforma

Redrum

Terror en Netflix: las mejores películas y series de miedo presentes en la plataforma

El terror ha estado presente en el cine desde su propia génesis. De hecho, su aparición fue más que suficiente para insuflar temor en las sociedades que le vieron dar sus primeros pasos. Ahí está George Méliès con La mansión del Diablo (1896), y toda una eclosión de creadores que en los siguientes años experimentaron con el medio. Aquí, en el territorio nacional, Segundo Chomón firmó historias como la de La casa encantada (1907) o Satán se divierte (1907). Poco después, el Gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920) y Nosferatu (F.W. Murnau, 1922) abrieron un camino que seguirían la Universal y la RKO hasta los años 50. La fascinación del público por el terror, viene de largo. El miedo, el agobio, la tensión y la ansiedad que puede llegar a generar una película son reales, pero los vivimos desde un espacio controlado, un entorno seguro que nos permite sumergirnos y abrazar esas sensaciones. Con el paso de las décadas, el género ha ido evolucionando, siguiendo el paso de los miedos de la sociedad. Los cuentos clásicos y el terror gótico propio de la literatura de finales del siglo XVIII y XIX, dejaron paso a la tecnofobia de los años 50. Después vendrían los zombis, las criaturas alienígenas y las posesiones infernales. El miedo siempre ha estado presente en el medio cinematográfico, como género, como ingrediente, como tono y como tema.

Ahora, la omnipresente industria del entretenimiento ofrece el terror en formas de lo más dispares, siendo posible encontrar todo tipo de enfoques con apenas pulsar un par de botones del mando de nuestro televisor. Todas las plataformas de streaming cuentan con un catálogo interesante en este sentido, pero hoy vamos a centrarnos en la que, de momento, está presente en más hogares. Por eso os traemos una colección de recomendaciones de películas y series, presentes en Netflix, en las que el terror es una parte esencial de su discurso. Comenzamos.

Rec


Y lo hacemos con un producto patrio, Rec. La cinta firmada por Jaume Balagueró y Paco Plaza llegó a los cines hace ya casi tres lustros. Galardonada tanto en Sitges como en los Goya, narra las peripecias de Ángela, una reportera que se verá involucrada en una terrorífica pesadilla cuando se encuentra siguiendo a un grupo de bomberos que acuden a la llamada de emergencia de una anciana. Rec destaca, sobre todo, por su terrenalidad y cercanía. Una película tan dinámica como angustiosa a la que le basta un metraje inferior a los 80 minutos para lograr casi todo lo que se propone.

Insidious


James Wan y cine de terror de masas son, a día de hoy, sinónimos. No son pocos los éxitos que ha firmado en las últimas dos décadas, desde Saw hasta Expediente Warren. Entre ambas, nos topamos con Insidious, una película que busca jugar con los tropos del género, para subvertir las expectativas del espectador, mientras dibuja un camino que logra, más pronto que tarde, el tono aterrador que se propone. No persigue fines elevados, pero tampoco le hace falta para divertir y aterrar a su público desde las sombras.

La calle del terror (parte 1): 1994


Álex Pareja ya nos habló, no hace mucho, de La Calle del Terror, una vuelta al slasher que busca adaptar un subgénero eminentemente noventero a los tiempos que corren. La autoconsciencia es la mayor virtud de una cinta que es, de principio a fin, puro cine de miedo adolescente. Lucha contra su previsibilidad a través de su estructura, y gracias a ello consigue articular un ritmo que hace que sea difícil aburrirse. Contenida en las restricciones propias de su propuesta, sabe aportar las suficientes novedades como para sumarse a lo logrado por Supermassive Games con Until Dawn, y revivir un concepto tan devaluado como el del slasher.

The Haunting of Hill House


Y llegamos a la que me parece, directamente, una de las mejores series que tiene, en exclusiva, Netflix. The Haunting of Hill House dibuja un relato de terror actualizado desde el drama familiar. El bagaje emocional de los protagonistas y los traumas que deben superar cada uno de ellos se posiciona en el centro del discurso, desplazando lo sobrenatural a un lado para potenciar los miedos de cada uno de sus personajes. Unos miedos con los que, además, resulta fácil identificarse. Así, Mike Flanagan firma una serie que funciona de maravilla a diferentes niveles y que, por descontado, se reserva algún que otro buen susto.

Tiburón


Seguimos en todo lo alto con Tiburón, un clásico capaz de generar tensión constante gracias a aquello que deja fuera de plano. Tiburón es un paradigma del no enseñar, un ejercicio de tortura psicológica que mantiene al espectador pegado a la pantalla gracias a aquello que no le da. Poco se puede decir de esta cinta que no se haya dicho ya, pero si no habéis pasado por ella, deberíais. Spielberg y Willimas son una apuesta segura.

No Respires


Fede Álvarez firma un thriller en el cual el terror cuenta con un papel fundamental. La tensión es protagonista, a lo largo de sus 88 minutos, en un ejercicio que juega constantemente con el peligro. Una de esas películas que pueden llegar a agotar al espectador, cumpliendo su función catártica y consiguiendo que terminemos emocionalmente exhaustos.

Drácula de Bram Stoker


Soy consciente de que prácticamente nadie catalogaría la película de Coppola como terror. Pero aquí entran varios factores. En primer lugar, aquello de que el terror ha ido evolucionando con la sociedad, en segundo (y como si de una derivada se tratara) la utilización del terror como tema. Algo que puede empezar a realizarse cuando un elemento del mismo ha sido superado colectivamente como miedo. A día de hoy nadie tiene miedo de un vampiro, pero forman parte del imaginario colectivo vinculado al género. En su cinta, Coppola mezcla de forma hábil el romance con el terror en una película de 1992 que, ya en aquel entonces, tenía un delicioso aroma añejo. Drácula de Bram Stoker puede parecer un producto desubicado respecto a su tiempo como gran producción, y ahí, precisamente, radica parte de su encanto. Historia del cine.

Drácula (miniserie de Netflix)


Mark Gatiss y Steven Moffat, tras su éxito con Sherlock, se embarcaron en este proyecto que perseguía actualizar la figura del Drácula de Bran Stoker. La serie contó con un recibimiento un tanto dispar, que se puede explicar desde la heterogeneidad tonal que maneja a lo largo de sus tres episodios. Al igual que ocurriera con la serie del detective, se trata de tres capítulos que cuentan con un metraje cercano a la hora y media. El primero es una auténtica delicia para cualquier fan de la novela gótica, del cine de terror clásico o de la película de Coppola. Después de eso, es cierto que no podemos hablar de un producto incontestable, pero sí de un trabajo notable y valiente que, desde luego, no dejará a nadie indiferente.

Babadook


El primer trabajo de Jennifer Kent le valió el reconocimiento del Círculo de Críticos de Nueva York, del jurado de Sitges y de los British Independent Film Awards, entre otros. Babadook se adentra en la exploración del miedo desde diferentes perspectivas, y lo hace sin la necesidad de ser explícita en ningún momento, más bien todo lo contrario. Una madre viuda, un niño atemorizado por las pesadillas y un libro de cuentos le bastan para edificar un relato inteligente que no renuncia a tratar con sobriedad el dolor y la pérdida. Una grata sorpresa.

Bonus track: Zombieland


Zombieland hace algo que me encanta, sobre todo cuando sale bien, que es articular una comedia en torno al terror como tema central. Desde la perspectiva de un apocalipsis zombi, Ruben Fleischer construye una deliciosa gamberrada que divierte de principio a fin. Las comedia romántica, la serie B, las road movies y las buddy movies se dan la mano para conformar un todo que, además, cuenta con uno de los cameos más gratificantes que me he topado en una película. Una auténtica delicia rematada por un reparto de altura que cuenta con Jesse Eisenberg, Woody Harrelson, Emma Stone y Abigail Breslin. Deliciosa.

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