En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al coraz�n y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogi�, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitar� la rosa el viento
helado,
todo lo mudar� la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
(Texto tomado de Tom�s Navarro
Tom�s, 1973.)
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