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Antonio Mach�n, el rey del bolero que nunca pudo volver a Cuba, 'resucita' en Madrid

ESPECT�CULO

'Toda una vida'NOTICIA
Antonio Mach�n en una imagen de archivo. GTRES

En nuestro tiempo, en lo que a la m�sica latina se refiere, lo que prima es el reguet�n; en cuanto a baile, el perreo. Ya apenas se escucha aquello de estar "m�s zumbado que las maracas de Mach�n". Pero hasta no hace mucho, mientras Antonio Mach�n fue un cantante entra�able en la televisi�n de anta�o y en la banda sonora de nuestro pa�s, aqu�lla de sus maracas fue una expresi�n familiar.

Para que su memoria perdure entre los m�s nost�lgicos y para que le descubran quienes no saben nada de quien fuera el rey del bolero, Johnny Vergara revive sus canciones y su figura en su nuevo espect�culo. Toda una vida es su t�tulo, como lo fuera el de una de las piezas m�s c�lebres de Mach�n. La cita es en el teatro Amaya de Madrid a partir del 17 de diciembre.

Figura singular -Mach�n fue el �nico exponente de la m�sica latina en la Espa�a de posguerra-, quienes le vieron en los comienzos de su carrera espa�ola le recordaban subiendo a los destartalados escenarios, de las fiestas de aquellos d�as en los pueblos, con las maracas en los bolsillos del pantal�n. Siempre se acompa�aba de ellas cuando interpretaba sus boleros. Aquellas piezas -Madrecita, Dos gardenias, B�same mucho, El manisero, Angelitos negros...-, a decir de Joan Manuel Serrat supusieron "una ventana por donde penetraba la luz en unos tiempos muy sombr�os". Incluido por Basilio Mart�n Patino en la banda sonora de Canciones para despu�s de una guerra (1974), acab� compartiendo escenario con los grandes de la copla.

Antonio Mach�n, en 1970.

Hijo de un emigrante gallego y de una afrocubana, Antonio Mach�n naci� en Sagua la Grande (Cuba) en 1903. Educado por su madre en el amor a la m�sica, no tard� en ser contratado por la orquesta de Don Azpiazu. A finales de los a�os 20, con esta formaci�n fue el primer afrocubano que cant� en el Casino Nacional de La Habana, uno de los cen�culos del racismo en la isla. Su primera grabaci�n, Aquellos ojos verdes, est� fechada en 1929. A�n con la orquesta de Azpiazu se traslad� a Nueva York en 1930. A Europa lleg� en 1936: Londres, Par�s... Line, la joven francesa que le acompa�� en la gira de aquel a�o por Suecia, fue el primer amor que se le recuerda.

En 1939, el comienzo de la II Guerra Mundial le coge en Par�s. Cuando los alemanes se acercan a ella, Antonio decide cruzar los Pirineos e instalarse en el pa�s de su padre, que tambi�n acab� siendo el suyo. Su repertorio no tard� en convertirse en uno de los fundamentales de la radio de posguerra, arrull�, como muy pocos, los corazones de la Espa�a devastada por el conflicto. �l mismo encontr� el amor aqu�, en la sevillana Mar�a de los �ngeles Rodr�guez, su esposa. Espa�a entera le quiso tanto que su yerno y bi�grafo, Eduardo Jover, recuerda las deferencias que ten�a con �l la Polic�a cuando deten�a a su hija Irene por su militancia antifranquista. Muri� en Madrid en 1977.