El juego de los idiotas

"El juego de los idiotas" es la tercera película de Francis Veber que completa la llamada trilogía de François Pignon (nombre del protagonista), tras "La cena de los idiotas" y "Salir del armario", sus otras dos mejores comedias en mi opinión. En cuanto al ranking en la que la situaría, sería el segundo puesto dado que "La cena de los idiotas" es insuperable y es ligeramente superior a "Salir del armario".
Original, sorprendente y divertida en proporción a su corta duración, "El juego de los idiotas" vuelve a comparar el mundo de los acomodados con el de los "pobres diablos" víctimas de sus caprichos, realizando una brutal, satírica y ácida crítica a través de unos personajes que no son lo que parecen (ver spoiler 1). Aunque contiene algún pequeño fallo (ver spoiler 2), lo cierto es que la aparentemente inverosímil historia se sostiene sin que en ningún momento naufrague.
Ingeniosa desde la primera hasta la última escena y con unos elaborados diálogos. Muy recomendable, sin duda.
Mi nota: 8,3

Desde luego el título de la película le viene como anillo al dedo. Es una película idiota sobre una panda de idiotas, con un humor idiota, y siento decirlo, destinado a un público idiota. Es, en definitiva, un verdadero canto a la idiocia.

Para colmo ninguno de los personajes tiene carisma ni garra ni siquiera cae simpático. Y mira que es difícil que en una comedia no caiga simpático ni un personaje. No se sabe quién cae más gordo, si el prota, si la modelo, si el novio rico de la modelo o si la capulla de la que el prota está enamorado.

Y lo peor es lo que hace una y otra vez Francis Veber con François Pignon, aquel personaje inolvidable de "La cena de los idiotas". Eso de usarlo en todas sus películas, interpretado por actores que no le llegan ni a la suela de la alpargata al de "La cena..." es un pecado mortal. Me subleva, grrrrr.

La única que se salva es Kristin Scott Thomas; ella interpreta al único personaje medio interesante, pero con toda la patulea de capullos que la rodean es imposible levantar mínimamente la trama. Hasta Daniel Auteuil da vergüenza ajena en ese ridículo rol de millonario encoñado.

La pena es que este hombre, Veber, hizo una vez una comedia memorable, donde demostró un talento y un humor fino no muy frecuentes y a partir de ahí se ha dedicado a vivir del cuento y a intentar explotar a aquel gran personaje. Pobre Pignon.

El juego de los idiotas resulta un juguete modélico en el cual hallamos, con regocijo, las huellas de La cena de los idiotas o El embrollón. En el film está el escepticismo crónico que Veber tiene sobre estos tiempos modernos de teléfonos móviles, cretinismo crónico y nuevos ricos. Y un baile de mentiras, amantes falsas, amores no correspondidos y dinero en paraísos fiscales que pondrán a prueba la ingenuidad de François Pignon

Francis Veber tiene una larga trayectoria, especialmente en lo relacionado a la comedia francesa, por supuesto ésta es una dentro del montón, pero casi con su sello logra hacer pasar un rato divertido sin sorprender demasiado. La trama cuenta como un millonario debe hacer que su amante conviva con una persona que justo pasaba cuando estaba con ella y un periodista le tomo una foto. Todo esto debido a que no quiere separarse de su esposa quien es la dueña de las distintas empresas que componen su fortuna. Así comenzarán las situaciones equívocas y las sonrisas por las desgracias que viven de los distintos personajes. ¨Por supuesto, si esta comedia genera algún interés es indudablemente por sus actores, el preocupado Daniel Auteuíl, el honesto Gad Elmaleh, la bonita Alice Taglioni y un correcto reparto de secundarios que aportan su cuota. Aceptable.

Una comedia entretenida y graciosa, dónde François Pignon ( Gad Elmaleh) se ve comprometido en su relación sentimental con una chica, que vende revistas en un kiosko debido a salir con la top model Elena Alice Taglioni, convencido por uno de una agencia de contactos, que quiere salvar el matrimonio de Daniel Auteuil, Millonario Pierre. Eso sí, tras fingir un noviazgo, Pginon y Elena, ya no serán sus vidas iguales.
Es una película que vi en el cine y luego otra vez en la televisión, que sí gusta ver de nuevo.
Para todos los públicos.