El thriller español más visto de Netflix que se basa en caso real (y se parece mucho a películas que ya conocés) - EL PAÍS Uruguay

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"El correo", la película más vista de Netflix que va sobre la ambición detrás de una crisis que pagamos todos

Basada en un caso real, el thriller español "El correo" cuenta la historia de un madrileño metido en el tráfico de divisas que llevó a la quiebra a muchas empresas, es lo más visto de Netflix, ¿y vale la pena verla?

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El correo
Película "El correo", con Aaron Piper.
Foto: Netflix

La producción española se ha convertido en un recurso repetido en Netflix. Además de La casa de papelcomo una de las series más vistas, España ubica tres producciones nacionales entre las películas no habladas en inglés con más convocatoria de la plataforma:La sociedad de la nieve, que es la segunda en la lista de películas en idiomas foráneos; El hoyo y Bajocero, ambas protagonizadas por Javier Gutiérrez, una de las estrellas ibéricas de la plataforma.

Sin llegar a esos grados de audiencia, El correo es la película en Netflix más vista en Uruguay. En el top 10 hay otra española, la animada Tadeo, el explorador 3: La maldición de la bomba.

Llamar "española" a El correo es un poco exagerado para su puesta en escena, sus escenarios cosmopolitas y su factura apátrida. Se parece un montón a un montón de películas de acción recientes, lo que, a esta altura, no queda claro si la perjudica o la beneficia; parecería más lo segundo.

La protagoniza Arón Piper, de fama gracias a la serie Élite, quizás una de las razones por la que algo así tiene tanto público. La dirige Daniel Calparsoro, un director catalán de esta clase de cine, como lo dejó claro en El aviso, que también tenía guion de Patxi Amezcua.

Basada en una historia verídica, El correo cuenta las aventuras de Iván (Piper), un ambicioso muchacho del proletario madrileño barrio de Vallecas. Por iniciativa propia y una proverbial capacidad para agarrarse a cualquier oportunidad que se le presente, se convierte en correo de españoles que hacen un montón de dinero y necesitan evitar el fisco llevando su dinero primero a Bruselas y después a Ginebra, presentadas acá como las grandes lavanderías de Europa.

Trabaja para una organización multinacional que tiene la cara de Anne Marie (Laura Sepul), una mujer de negocios que le calza perfecto y con la que tendrán una relación bastante más que profesional.

Iván, que habrá sido “el mejor de la clase” (un latiguillo que se repite en la película), comienza a ascender en la organización y rápidamente lo convierte en un emprendimiento propio. Las locaciones incluyen Ginebra, París y Shanghai, donde al comienzo lo vemos desembarcar dentro de un container con 1.500 millones de euros. Su comisión estándar es el 3%.

Como algunas películas de su clase (Barry Seal, El lobo de Wall Street), está marcada por registros históricos que demostrarían que Iván es un peón de unas élites acomodadísimas y tramposas. Se muestra así en clips televisivos, algunos de los casos más sonados incluyendo la especulación edilicia en Marbella, la explosión de la burbuja inmobiliaria y la crisis que azotó España.

Unos carteles finales dan un poco de contexto a las consecuencias de todo eso: el fraude al sector público fue superior a los 9.000 millones de euros; se descubrieron 1.800 millones de euros “opacos” españoles en Suiza, y España necesito un rescate de la Unión Europea por valor de 58.000 millones de dólares.

Igual está más cerca de El transportador, la saga de Jason Statham, que de ponerse a analizar las consecuencias sociales y políticas de todo ese asunto. Si lo hiciera sería otra película y probablemente no fuera la más vista de Netflix.

Iván gastó el dinero en guateques, coches ostentosos y poco prácticos, mujeres, oscuros hombres poderosos (Luis Tosar) traiciones y policías incorruptibles (Luis Zaher, lejos de Las bestias) y un montón de malas decisiones. Como en muchas de las de su clase, la imagen paterna es la de hombre pobre pero con principios, un estilo de vida que no le va al ambicioso Iván. Y como siempre pasa: el padre tenía razón. Acá eso es anecdótico.

No es que El correo se tome mucho tiempo en ahondar esa relación, y parece con más ganas de fiesta que con reflexionar sobre las relaciones filiales. Al igual que el fondo de historia real, están para dar una idea general del personaje y su universo.

La película va a toda velocidad contagiada por los autos de alta gana que compra Iván. Hay música electrónica, un par de escenas de sexo y viajes a toda velocidad entre Bruselas y Madrid, y un romance prohibido sin muchas consecuencias.

La fotografía de Tommie Ferreras aporta una apariencia que es la que se lleva en estos días. Es, indudablemente, una película de Netflix, y no es necesariamente un elogio.

“El dinero corrompe”, dice Iván mirando la cámara en el plano final. “Y el dinero a lo bestia corrompe a lo bestia”. Si la hipótesis de trabajo de El correo se limitaba a eso, entonces, queda demostrada.

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