Un ángel llamado Rebeca (2024)

Hay gente que tiene la idea de que los santos son gente muy rara. Viene a desmentirles este documental sobre Rebeca Rocamora, una joven nacida en la pequeña población alicantina de Granja de Rocamora, que murió a los veinte años, y que se encuentra en proceso de canonización. Porque vemos a una chica normal y corriente, la segunda de cuatro hermanas en una familia cristiana, que lleva en su pueblo una vida como la de su familia y compañeros, pero que ya a edad temprana va a ser diagnosticada de un tumor en la hipófisis, con apenas diez años. No será su primer encuentro con la enfermedad, y la muerte va a salir a su encuentro a edad bien temprana.

José María Zavala, especializado en documentales de temática cristiana como Amanece en Calcuta y El cielo no puede esperar, traza muy bien la trayectoria vital de Rebeca Rocamora, sacando el máximo partido a las películas familiares en Súper 8 y a las fotografías que se conservan de ella, combinado los testimonios de la madre, las hermanas, amigos y conocidos, además del sacerdote que más la conoció, el postulador de su causa, y el obispo de su diócesis.

El secreto del encanto de este film es la naturalidad de su protagonista, que irradia algo especial inefable, con unos ojazos muy expresivos, que tiene en cada momento los gustos propios de su edad, y cuya piedad le lleva a rezar cuando toca, y a quitar importancia a que sus padres no se puedan permitir comprarle un caro vestido para su primera comunión. Vemos cómo el hecho de que nunca se queje de su enfermedad, o que le reste importancia cuando otros hablen de ella, cambiando de tema o ideando una broma, tiene unas raíces profundas, que tienen que ver con su amor a la cruz donde murió Cristo. Al final el gran atractivo del conjunto es poner en valor lo extraordinario de lo ordinario bien llevado.