CINE
Cine

El mal no existe: el cine como exploraci�n y asombro (*****)

Ry�suke Hamaguchi, director de 'Drive my car', insiste en las claves de su cine pleno y profundo para componer su pel�cula m�s pol�ticamente misteriosa

Un momento de 'El mal no existe'.
Un momento de 'El mal no existe'.
Actualizado

Una pel�cula pensada originalmente como ilustraci�n a una partitura musical que a�n no exist�a. Este, por dif�cil que resulte imaginar, es el punto de partida de 'El mal no existe'. Y no hablamos del argumento sino de la motivaci�n. Se dir�a incluso que el principal motivo de la existencia de la �ltima pel�cula de Ry�suke Hamaguchi es su no existencia. Y probablemente sea esta an�mala contradicci�n la que mejor la describa como lo que finalmente es: un misterioso y perfecto ejercicio de cine siempre a punto de desaparecer, siempre a un paso de ser lo contrario de lo que parece ser. El director habla de equilibrio entre civilizaci�n y naturaleza como el argumento �ltimo de este trabajo y quiz� es a un equilibrio mucho m�s profundo al que se refiere y que tiene que ver, por qu� no, con el l�mite mismo de lo posible, de lo imaginable, de lo real.

La nueva pel�cula de Hamaguchi no procede, por as� decirlo, de los lugares habituales. No hubo una ocurrencia, un sue�o, una visi�n o un encuentro fortuito con una idea que se convirti� primero en un esbozo de guion y que, a su vez y con el correr del tiempo, acab� en un libreto perfectamente estructurado con las notas t�cnicas en los m�rgenes. No. Todo empez� de una colaboraci�n con la compositora Eiko Ishibashi, la misma que figura en los cr�ditos de 'Drive my car'. El director fue llamado por su colaboradora habitual para que ideara un conjunto de im�genes que, a su modo, vistieran una partitura, una partitura que cuando se hizo el encargo, ya se ha dicho, ni siquiera exist�a. De ese trabajo, realizado a tientas, sali� lo que ten�a que salir (llamado 'Gift', es decir, don o regalo, y que ilustra la m�sica que finalmente acab� por existir) y una producci�n independiente que es, en efecto, 'El mal no existe', cuya m�sica, por cierto, tambi�n firma Ishibashi.

Digamos que esta g�nesis, entre genuina y solo disparatada, envenena y alimenta la pel�cula (las dos cosas) de principio a fin. 'El mal no existe' exhibe en todo momento el vac�o que fue en un principio, el proceso que la transform� en lo que es y todas las infinitas posibilidades descartadas en su elaboraci�n de lo que pudo ser y no fue. Es una pel�cula que muta cada vez que nos sentamos frente a ella, que se expande y duele en cada visionado, pero siempre de forma diferente. Por su misterio, por su claridad, por sus silencios pl�sticos antes que solo expresivos y por la m�sica interna que la conforma, todo en 'El mal no existe' tiembla en la mirada del espectador como un milagro a la vez perfectamente tangible y apunto de desaparecer. Es cine org�nico casi biol�gico, incapaz de respetar la geometr�a fr�a de la abstracci�n. Es cine carnal, emocionante, son�mbulo y con una extra�a vibraci�n interior que la mantiene siempre alerta y viva.

Se cuenta lo que ocurre en un pueblo cerca de Tokio, pero en mitad de un bosque por fuerza hermoso. All� llegan unos emprendedores dispuestos a montar un camping de lujo para solaz de urbanitas. Lo que sigue es una historia que habla de enfrentamiento, pero tambi�n de p�rdida, y de conocimiento del otro, y de soledad, y de amor, y de naturaleza, y de ciervos heridos, y del agua clara, y de fideos humeantes. Y del citado equilibrio entre civilizaci�n y naturaleza.

Pese a la abstracci�n que rodea su nacimiento, �sta es quiz� la m�s concreta, comprometida y hasta pol�tica de las producciones de un director siempre obsesionado con asuntos tales como la comunicaci�n, el amor, los azares de la existencia y, llegado el caso, los enigmas de esa misma existencia y de ese mismo azar. Recorrer su filmograf�a tiene mucho de camino a tientas, siempre incierto y siempre al borde de todos los abismos, por las relaciones que somos capaces de forjar, deshacer y vuelta a recomponer entre amigos, entre desconocidos y entre amantes. 'Happy hour' (2015) era una epopeya casi eterna (cinco horas) de mujeres infelices. 'Asako I & II' (2018) daba la r�plica en la forma de un drama rom�ntico digno de su admirado Douglas Sirk sobre las infinitas y mutantes caras de la pasi�n. 'La ruleta de la fortuna y de la fantas�a' (del mismo a�o que su obra m�s celebrada y premiada) compon�a una sinfon�a en tres actos sobre lo que queda de la vida cuando desaparece la misma vida (l�ase el amor). Y as� hasta llegar a la cinta que le otorg� el privilegio de la inmortalidad quiz�. 'Drive my car' (2021) sigue siendo sin interrupci�n desde su estreno una cinta de una belleza casi insoportable que retrata muy cerca de la perfecci�n el dolor de la ausencia. Pues bien, 'El mal no existe' recoge buena parte de todos estos argumentos, pero desde la constancia de la injusticia m�s a mano y del absurdo cotidiano de todo esto.

La pel�cula se plantea como una especie de puzzle que describe la vida de la aldea y las heridas de los personajes. Pero lo relevante es como Hamaguchi se las arregla para hacer part�cipe al espectador de la propia pel�cula: tanto de la existencia de los protagonistas como del proyecto mismo que ordena todo. La m�sica de Ishibashi radiograf�a cada plano. Y as� hasta llegar a una escena en la que la comunidad se re�ne con los empresarios para discutir los da�os y perjuicios de la empresa. Entonces, 'El mal no existe' se reordena para adquirir de golpe la forma de un drama donde unos y otros pugnan por encontrar su sitio. No importa tanto el conflicto casi de 'western' entre nativos y forasteros como el viaje de cada personaje a cada uno de sus errores, que tambi�n es un viaje de compresi�n de los dem�s.

El resultado es una pel�cula memorable que, a la vez que insiste en las claves del cine hablado de su director (siempre tan pendiente del silencio que queda tras cada l�nea de guion), se ofrece como una experiencia nueva y radical. Es una pel�cula que muta a medida que avanza, que se expande y que duele. Es una pel�cula que es a un paso de no ser. Siempre en equilibrio inestable, siempre perfecta.

--

Director: Ry�suke Hamaguchi.Int�rpretes: Hitoshi Omika, Ryo Nishikawa, Ryuji Kosaka, Ayaka Shibutani, Hazuki Kikuchi. Duraci�n: 106 minutos. Nacionalidad: Jap�n