Generación del 27: Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Pedro Salinas y Luis Cernuda

Federico García Lorca (1898-1936)

Federico García Lorca fue uno de los escritores más representativos de su generación y de la literatura del siglo XX.

Su simpatía y vitalidad contrastan con el dolor de vivir y el sentimiento de frustración que late en toda su obra. Sus temas predilectos son la nostalgia de la infancia, el deseo, el dolor, la pena, la muerte, el destino trágico, los seres marginados, la frustración y la injusticia social.

En su obra armoniza la tradición española culta y popular y las innovaciones vanguardistas. La musicalidad, el acento popular y la simbología (luna, caballo, sangre) son otros de los méritos del poeta.

Obra poética

Entre 1921 y 1924 compone versos de tipo popular. Canciones presenta temas trágicos y expresa la añoranza del mundo infantil. En el Poema del cante jondo, libro de «la Andalucía del llanto», incorpora la cultura y el folclore andaluces.

En 1928 publica su obra cumbre, el Romancero gitano, protagonizado por seres marginales dominados por un destino trágico. Lorca mitifica el mundo de los gitanos, utilizando metros tradicionales, símbolos y metáforas audaces.

Durante su estancia en EE. UU. escribe Poeta en Nueva York. A través de técnicas surrealistas (verso libre y metáforas insólitas) refleja el dolor y la angustia que le produce la vida neoyorquina. El poder del dinero, la esclavitud del hombre, las injusticias y la deshumanización son los temas de este libro.

Obra dramática

Sus mejores piezas dramáticas son las tres tragedias rurales, obras de carácter universal y simbólico, ambientadas en Andalucía:

  • Bodas de sangre, una tragedia en verso que presenta la tragedia de la joven casada según los convencionalismos familiares, enfrentados a su verdadero y primer amor.
  • Yerma, sobre la maternidad frustrada. El drama está protagonizado por una mujer que no consigue tener hijos. Debido al intenso deseo de una maternidad que no logra realizar, así como a la presión en su entorno social y familiar, la protagonista se rebela contra ello culpando y aborreciendo a su marido, al que terminará matando.
  • La casa de Bernarda Alba, acerca de la represión y la autoridad de una madre que aplasta la libertad de sus hijas.

Dámaso Alonso (1898-1990)

Dámaso Alonso fue profesor, crítico literario y poeta. Su producción lírica no es muy abundante, por eso, él mismo afirma haber «acompañado a esta generación como crítico, apenas como poeta».

En sus inicios se advierten influjos de la poesía pura (Poemas puros, Poemas de la ciudad). Sin embargo, la obra más relevante de su producción aparece publicada tras la guerra civil: Hijos de la ira, un inmenso grito de protesta contra la crueldad, el odio y la injusticia.

Pedro Salinas (1891-1951)

Los elementos básicos de su poética son la autenticidad, la belleza y el ingenio. Sus primeros libros se insertan en la corriente de poesía pura, y hay en ellos poemas de inspiración futurista (Seguro azar). Sus obras maestras, La voz a ti debida y Razón de amor, le confieren su condición de poeta del amor. Salinas no canta al amor romántico, su reflexión sobre el sentimiento amoroso es de carácter intelectual.

En sus últimos libros se hace eco de las angustias que le suscita el mundo que lo rodea. Emplea una métrica y un lenguaje sencillos bajo los que se esconden una lengua y unos versos muy trabajados.

Luis Cernuda (1902-1963)

En la vida y obra de Cernuda están siempre presentes su condición de hombre inadaptado y la dolorosa confrontación entre la realidad (mundo que le rodea) y el deseo (su anhelo de realización personal). Por ello, ahonda en temas como la soledad, la añoranza de un mundo habitable y el amor.

A partir de 1936 reunió sus poemas bajo el título La realidad y el deseo, que recoge poemarios como Un río, un amor, Los placeres prohibidos, Donde habite el olvido o Como quien espera el alba. Sus versos evidencian huellas de Garcilaso, de Bécquer y de los autores surrealistas. Cernuda rechaza la rima y emplea el verso libre. Huye del lenguaje brillante y emplea un tono coloquial que enmascara un alto grado de elaboración.

Luis Rosales, Dionisio Ridruejo y Platero

La poesía de la inmediata posguerra participa del proceso de rehumanización iniciado por los autores de la generación del 27. Hasta los años 50 se observan varias tendencias poéticas, que suponen diversas formas de hacer frente a las secuelas de la guerra civil: la poesía arraigada, la poesía desarraigada y la poesía social.

Poesía arraigada

La poesía arraigada ofrece una visión del mundo armónica y serena. Los poetas, vinculados al régimen de Franco, cantan al amor, al paisaje y al sentimiento religioso, que impregna el enfoque de temas cotidianos, familiares o vitales.

Garcilaso de la Vega constituye su modelo estético, por ello predominan las formas clásicas y se persigue la perfección formal. Pertenecen a este grupo los poetas que se aglutinan en torno a las revistas Escorial y Garcilaso: Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, José García Nieto, Rafael Morales y Luis Felipe Vivanco.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *