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Festivales: Crítica de “Le Deuxième Acte”, película de Quentin Dupieux con Léa Seydoux, Vincent Lindon, Louis Garrel y Raphaël Quenard (Film de Apertura – Fuera de Competencia) – #Cannes2024

Por Diego Batlle, desde Cannes

calificacion

Publicada el 14-05-2024

El prolífico y siempre provocador director (cinco películas en los dos últimos años y medio si a esta le sumamos Yannick, Fumar causa tos, Increíble pero cierto y Daaaaaali!) inauguró la 77 edición de Cannes con una comedia negra en la que aborda cuestiones como el cine dentro del cine, la (in)corrección política y la cultura de la cancelación. El film se estrenó de manera simultánea en las salas comerciales de Francia, donde se proyectó en vivo la ceremonia de apertura.

Le Deuxième Acte / The Second Act (Francia/2024). Guion, fotografía y dirección: Quentin Dupieux. Elenco: Léa Seydoux, Vincent Lindon, Louis Garrel, Raphaël Quenard y Manuel Guillot. Duración: 76 minutos. Película inaugural – Sección Oficial – Fuera de Competencia.“Florence (Léa Seydoux) quiere que su padre Guillaume (Vincent Lindon) conozca a David (Louis Garrel), el hombre del que está perdidamente enamorada. Pero David no se siente atraído por Florence y quiere arrojarla a los brazos de su amigo Willy (Raphaël Quenard). Los cuatro se encuentran en Le Deuxième Acte, un restaurante old fashioned ubicado en medio de la nada.” Así planteada, la sinopsis puede sonar poco estimulante y tentadora, pero en las constantes ocurrencias y sorpresas, en los chispazos de ingenio y en las irrupciones de humor negro de Quentin Dupieux (aquí un reciente especial sobre su cine) reside buena parte del encanto de una película con la que el cuarteto de notables y famosos intérpretes mencionados sintoniza a la perfección y aporta toda su ductilidad y convicción para que el delirio llegue casi siempre a buen puerto.

Película cinéfila (hay citas que van de Titanic a Paul Thomas Anderson, pasando por Mel Gibson), pero sobre todo sobre el arte de hacer cine hoy (los actores rompen todo el tiempo la cuarta pared para comentar los riesgos de los que están diciendo a cámara), Le Deuxième Acte (se) cuestiona cómo hacer cine hoy en tiempos de dictadura de la corrección política y el imperio de la cultura de la cancelación.

Sustentada en su arranque en un par de muy largos y notables planos secuencia en los que dos de los cuatro protagonistas (Garrel y Quenard primero y Seydoux y Lindon después) caminan y charlan para de pronto cambiar de registro, de punto de vista y jugar al artificio del meta-cine, la película que abrió Cannes 2024 maneja tres relaciones (padre-hija, amigo-amigo, novia que quiere avanzar y novio que quiere huir), pero luego abandona cualquier intento de profundización psicológica para mutar y derivar hacia otros terrenos, siempre pendulando, preguntándose qué es realidad y qué es ficción (una de las obsesiones de Dupieux), hasta dónde puede llegar el trabajo del actor y cómo está condicionada la comedia y la violencia en el cine contemporáneo.

La primera mitad está muy bien, pero a Le Deuxième Acte le pasa lo mismo que a casi todas las películas de Dupieux, que suelen dispersarse, repetirse y desvanecerse luego de su impacto inicial. Para colmo, aquí el director le dedica demasiado tiempo a un quinto personaje (el Stephane de Manuel Guillot, propietario del restaurante que recibe a los protagonistas) que es incapaz de llenar unas copas con vino por el temblor de sus manos producto del estrés. Lo que quizás daba para uno o dos planos curiosos termina siendo una acumulación irritante e intrascendente de sadismo hacia este secundario.

Tengo la sensación (intuición) de que Dupieux nunca filmará una obra maestra porque él pretende que sus películas sean siempre inclasificables y hasta un poco deformes, descree de la conclusión demagógica y tranquilizadora, su manejo de la ironía nunca es canchero ni presuntuoso y en el fondo siempre termina incomodando.

Más allá de que termina cumpliendo un poco menos de lo que prometía, Le Deuxième Acte surge como una buena elección de Cannes, que viene optando para sus inauguraciones de los últimos años por comedias (sobre todos francesas). Se trata de un salto de ese autor ultraindependiente como Dupieux hacia las grandes ligas de la industria audiovisual de su país. Y lo hizo sin perder audacia, irreverencia ni creatividad. Misión cumplida.


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