Upon entry, La llegada en castellano, es una de las películas españolas más interesantes de estos años.

La película cuenta la llegada de una pareja que ha empezado a salir hace poco a Estados Unidos. Su idea es iniciar allí una nueva vida. Un nuevo reinicio con hijos, nuevo trabajo, nuevos amigos. El paraíso al alcance de la mano.

Pero, al llegar, en el aeropuerto, la pareja será conducida por la policía de inmigración y control de aduanas a un claustrofóbico interrogatorio. Los agentes los someterán a todo tipo de preguntas. Tanto a él como a ella. Y, entonces, todo el pasado de ambos saldrá a la luz. Todo lo que el uno ocultaba al otro.

En ese momento, ante la llegada de la verdad, y de lo real, en términos lacanianos, surgirá una pregunta inevitable: ¿puede una pareja sobrevivir después de conocer las mentiras y miserias del otro? ¿Se puede convivir con ellas? ¿La llegada de la mentira y su descubrimiento supone una nueva fase para la pareja o conlleva inevitablemente su final?

Los directores de la película marcan ahí el punto de inflexión de cualquier relación sentimental. Si descubres que tu mujer o marido se acuesta con otro, ¿seguirías con él o ella? Si descubres que te engaña, ¿continuarías la relación? Y si lo haces, ¿en qué tipo de relación nos encontramos ahora? ¿Establecemos nuevas reglas? ¿A dónde vamos juntos? ¿A dónde queremos ir?

La película nos transporta así al terreno donde nos llevó Charles Chaplin en Luces de la ciudad. En ella, al final, la ciega a la que salvó la vida Charlot, de repente, ya con la vista recuperada, conoce al auténtico Charlot,. No al rico que se pensaba que era cuando estaba invidente y no lo veía. No. Conoce al Charlot real, al mendigo, al desastroso, al que la ayudó a operarse de la ceguera y recuperar la vista.

En ese momento de la película ella lo ve. LO VE. Lo ve tal y como es. Pobre, torpe, desastroso. Sí, de gran corazón. Pero real. Con sus miserias y debilidades. El director corta ahí la escena y funde la pantalla en negro. Dejándonos una pregunta en la cabeza… Una vez que la chica sabe cómo es Charlot, el Charlot real, de carne y hueso, ¿querrá volver con él? ¿Será capaz de soportar la realidad? ¿O preferirá dejarlo y huir?

No lo sabemos. Y Chaplin, el director, tampoco nos lo dice.

Tras el negro, sólo queda la música. Y nosotros en la sala. Imaginando el final.

Tras la caída de la idealización del otro, ¿qué nos queda? ¿Se puede sobrevivir a eso? ¿Cómo?

Difícil respuesta.

Upon on entry plantea esta cuestión. Y, como Luces de la ciudad, de Chaplin, acaba dejando sobre la mesa esta duda. ¿Qué hacer con la pareja tras ser descubiertas todas las mentiras, todas las miserias, todos los egoísmos? ¿Podrá seguir junta la pareja?

¿Qué harías vosotros?

Upon entry no da respuestas. Pero planeta muchas preguntas.

Una película corta, de no más de 80 minutos, directa, con mucha tensión, y un final climático que nos dejará a todos con muchas preguntas en la cabeza.

Disfrútenla.

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