Recuerdo en mi adolescencia y adultez temprana haber estado obsesionado con los dramas adolescentes: historias tiernas (y un tanto melodramáticas) en las cuales hay mucho autodescubrimiento, una serie de malentendidos y un acercamiento muy inocente del amor. Me hubiera gustado que en esa época hubiera habido una película como Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo, de la directora Aitch Alberto, un tierno coming of age romántico para “todos aquellos que aprendimos a jugar con diferentes reglas”.

Basada en el libro homónimo para jóvenes adultos, la película está ambientada en los años ochenta y cuenta la historia de Aristóteles (Max Pelayo), un joven de ascendencia mexicana que no tiene muchos amigos. En casa las cosas no van mejor: su hermano está preso, pero su silencioso padre (Eugenio Derbez) y su madre (Verónica Falcón) no hablan de ellos. Sin embargo, su vida cambia cuando conoce a Dante (Reese Gonzales), otro chico que también tiene orígenes mexicanos y con quien forma una conexión especial.

El encanto principal de la película viene de la relación entre los dos jóvenes, quienes construyen un vínculo muy especial. La química entre Pelayo y Gonzales (ambos en su debut cinematográfico) es palpable: los dos transmiten ternura, camaradería y bastante cariño. Esto ayuda mucho en cierto punto en el cual los chicos se separan y se comunican mediante cartas, pues se siente la calidez pese a la distancia. Si bien el personaje de Aristóteles es el que más desarrollo recibe, Gonzales se encarga de que nos encariñemos con Dante y lo tengamos constantemente presente.

El elenco secundario también hace un buen trabajo sin robar nunca el protagonismo. Eugenio Derbez (Radical) interpreta a un personaje muy distinto al típico hombre carismático y bonachón de su filmografía. Con barba y cabello blanco, un semblante tosco y pocas palabras, el actor muestra el dolor de un padre ante la pérdida de un hijo, y nos da un momento muy conmovedor en el tercer acto. Verónica Falcón (A millones de kilómetros) también enternece y logra darle matices a su personaje más allá de ser el estereotipo de la madre abnegada y cariñosa. Sumado a ellos está Eva Longoria (Sylvie’s Love) en una breve pero memorable aparición como la mamá de Dante.

Además de su temática LGBT+, la cinta se distingue por cómo trata la identidad mexicano-americana y los conflictos de los jóvenes respecto a ésta. Dante siente que no es suficientemente mexicano por su falta de conocimiento de español, mientras que Aristóteles tiene problemas para expresar y entender sus sentimientos en una cultura en la cual los hombres presumen la violencia y se callan las emociones. 

Esta autenticidad al retratar los conflictos de los hijos de migrantes latinoamericanos nos recuerda la importancia de que las comunidades cuenten sus propias historias. La esencia latina no se encuentra solo en el elenco: la directora también es hija de una familia cubana y creció en la época retratada; Derbez no solo actúa, sino también funge como productor, puesto también ocupado por Lin-Manuel Miranda. Los creadores conocen del tema y esto se ve plasmado en el trabajo final.

Sin embargo, en su intento por abarcar mucho, el guion de Alberto a veces deja algunos tópicos en lo superficial, como la crisis del VIH o la relación de los jóvenes con el resto de adolescentes del pueblo. Fuera de las dos familias, cualquier otro personaje se siente de relleno, pero al final la ternura de la relación central termina por imponerse.

Hecha con mucho cariño para un público adolescente, Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo es un adorable romance que trata temas sociales importantes sin caer en clichés sobre la comunidad latina. En un mundo en el cual el drama juvenil ha sido relegado principalmente al mundo del streaming, es bonito ver a estudios todavía dispuestos a llevar este tipo de historias a la gran pantalla.

“Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo” se encuentra disponible en cines mexicanos.