El arzobispo de Madrid, a los misioneros: «Sois las manos de Cristo para sanar las enfermedades del mundo» - Alfa y Omega

El arzobispo de Madrid, a los misioneros: «Sois las manos de Cristo para sanar las enfermedades del mundo»

Este domingo, Ascensión del Señor, los misioneros diocesanos han renovado su compromiso y han recibido la bendición de toda la Iglesia que camina en Madrid

Santiago Tedeschi
El cardenal José Cobo, junto con los misioneros diocesanos
El cardenal José Cobo, junto con los misioneros diocesanos. Foto: Juan Carlos Martin.

Amanda, Carmen, Cecilia, Elisabetta, Francisca, Gloria y Pablo, Juan Ignacio… son solamente algunos nombres, pero el pasado domingo, en la catedral de la Almudena, fueron los protagonistas. Y lo fueron porque el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, los envió a las misiones donde vivirán el próximo curso o los próximos años. De este modo, renovaron su compromiso misionero y recibieron la bendición en nombre de toda la Iglesia que camina en Madrid. Además, se rezó por los 564 misioneros madrileños que están repartidos en 86 países.

En la solemnidad de la Ascensión del Señor, día en el cual se celebra a los misioneros diocesanos, el cardenal José Cobo, antes de bendecirlos, quiso empezar su homilía dándole gracias por su entrega y testimonio: «Hoy nos lo recordáis de una forma especial a toda la Iglesia».

«Desde pequeños se nos dice que lo bueno es ascender y ser reconocidos. Y cuando los discípulos buscan a Jesús lo hacen mirando en lo alto, pero resulta que Jesús hace con ellos un proceso de ascenso muy peculiar. El ascenso para Él es llegar al corazón del mundo: desde Belén, desde la cruz y desde la Resurrección. Jesús lo que hace es vaciarse poco a poco para llegar al corazón del mundo y hoy lo contemplamos, como dice la Palabra de Dios, como la cabeza de un cuerpo que Él mismo va constituyendo», afirmó Cobo.

En la festividad litúrgica que conmemora su subida al cielo, «nos sentimos tremendamente vinculados a esta cabeza porque sentimos que Jesús nos da su cuerpo y nos lo da para así seguir yendo al corazón del mundo. Ese es el objetivo de la Ascensión». Hoy somos parte de ella.

Hoy los misioneros reciben «el aire y el Espíritu de Cristo». Con ello, «nos lo hacéis recordar a todos nosotros. Contad con nuestra oración y con nuestro envío y en primer lugar contad con nuestro agradecimiento». Dicho agradecimiento fue otro de los ejes de la homilía del arzobispo de Madrid: «Gracias de verdad por recordarnos la misión y por recordarnos que merece la pena dar ese paso adelante». Por eso insistió: «Quedaos con nuestro agradecimiento y con el apoyo de toda la Iglesia, no solo ahora, sino sobre todo en los momentos más difíciles. Cuando uno camina con la Iglesia y se lanza a la misión también hay dificultades, nos gustaría estar allí también».

Y no solamente los misioneros son enviados hoy a la misión, sino todos nosotros: «No vais solos. Todo bautizado está llamado a la misión en la Iglesia y bajo su mandato. La misión, por tanto, la realizamos conjuntamente, nunca individualmente. En comunión con la comunidad eclesial, no por iniciativa propia […] el testimonio de los cristianos siempre se hace con un carácter comunitario […] los misioneros no sois enviados a comunicar vosotros mismos, sino que el centro es ofrecer a Cristo en vuestras palabras y acciones».

Citando el Evangelio del día, el cardenal recordó que «no será el éxito la clave de la misión, sino eliminar el mal allí donde esté. Donde hay un misionero, en cualquier ambiente, el mal se aleja. El amor de Jesús es el mejor traductor de cualquier idioma y todo el mundo lo comprenderá».

«Sois las manos de Cristo, somos las manos de Cristo para sanar, no para dividir o imponer, para sanar y para tocar las enfermedades de nuestro mundo y hacer que por medio vuestro y por medio de nuestras comunidades Jesucristo siga sanando a todo aquel que tiene una enfermedad de cuerpo o alma», remarcó el arzobispo de Madrid. «Somos enviados para esto. Sentid que no estáis solos. Sentid todos los que hemos venido aquí a esta catedral que quedamos implicados en vuestra acción.