Bienvenidos una vez más a mi blog. Antes de comenzar me gustaría desearos una feliz Navidad. Como podéis observar, esta semana he preparado un pequeño comentario crítico. Espero que os resulte interesante.
Hoy
en día es casi imposible separar la escuela modernista de la figura del
nicaragüense Rubén Darío y ello, como comentaremos seguidamente, tiene una
razón de ser. De este modo, debemos señalar los rasgos más destacados de este
movimiento artístico, a la vez que atender a las tendencias literarias de
nuestro poeta y también a las características principales de su obra Prosas profanas, en la que se inserta el
poema que presentaremos en esta edición crítica, “El Cisne”.
El
modernismo nace como reflejo artístico y cultural de la crisis general de
finales del siglo XIX, alimentada fundamentalmente por la pérdida de la
confianza en el progreso. En el caso concreto de América, además, la modernidad,
que ya desde la década romántica comenzaba a forjarse a juzgar por las diversas
revoluciones y guerras independentistas, equivale a un programa político y
social porque se forja por la necesidad de realizar una drástica ruptura con el
pasado colonial (Zavala; 1989:6).
En
la literatura, todas estas causas se complementan con las influencias de dos
corrientes poéticas francesas como son el parnasianismo y el simbolismo. Así
pues, esta corriente, como muestra del rechazo de la realidad del momento, se
caracteriza por la evasión en el espacio y el tiempo hacia tierras tan lejanas
como exóticas o hacia épocas pasadas, destacando sumamente el mundo clásico y
sus mitos. Esta nueva estética también aportó nuevos sentidos a la poesía
hispanoamericana, que comienza a dar respuesta a preguntas que antes no se
tenían en cuenta en la colectividad hispánica como la de qué es lo americano,
qué es lo moderno y qué representa España para las jóvenes repúblicas (Zavala; 1989:6).
Además, es reconocida por la reivindicación y la búsqueda de la belleza, lo que
llevó a los modernistas a renovar el lenguaje literario incorporando cultismos
y palabras elegidas bien por su sonoridad o bien por su capacidad de sugerir
sensaciones. La figura del cisne, por otro lado, es imprescindible para
comprender este movimiento porque representa lo aristocrático frente a la
vulgaridad.
Puesto
que es imposible hablar de modernismo literario sin mencionar a su iniciador,
Rubén Darío, debemos comenzar por presentar su primer libro, Azul… (1888), en el que refleja los
temas y las novedades de esta escuela. En esta obra, que el propio poeta
califica de parnasiana y francesa, se incluyen cuentos parisinos, integrados en
el párrafo clásico castellano, y algunos poemas en los que se recrea, con una
exquisita adjetivación francesa, un mundo de hadas, princesas, seres
mitológicos, palacios y cisnes. Como señala Carmen Ruiz Barrionuevo “nadie
puede negar hoy el valor emblemático de este libro que significa un hito dentro
de la historia de la poesía en lengua española” (1992: 61).
Su
segundo libro, Prosas Profanas (1896),
también resulta imprescindible para nuestras letras. Este fue publicado en Buenos
Aires, ciudad cosmopolita por excelencia en la que residió algunos años y en la
que adoptó muchas de las tendencias parnasianas que influyen en el carácter de
su obra, y es valorado por consolidar el triunfo o la culminación del
modernismo. Ciertamente, en su manifiesto “Palabras liminares” ofrece elementos
decisivos de su estética y también del modo modernista como es el deseo de
universalización, de crear una obra distinta, de valorar tanto la idea como la
melodía y el ritmo o de considerar el Arte como la máxima perfección posible (Ruiz;1992:
75-76).
Es evidente, por lo tanto, que Rubén Darío persigue
la novedad formal por medio de la ruptura con planteamientos estéticos
anteriores: considera el poema como un conjunto de imágenes, ritmo y lenguaje; convierte
la consagración del erotismo y del placer en un motivo literario; afirma la
necesidad de crear un mundo poético autónomo; y declara que el arte es superior
a la vida. Todo ello hace de Prosas
profanas una obra indispensable, un modelo modernista que presenta
reconocidos tópicos como el cisne, las duquesas o la mitología griega a la vez
que abre una época, la de la poesía del siglo XX. (Ruiz; 1992: 76-77).
Por
último, es interesante analizar las palabras de Guillermo Rothschuh Tablada en
el prólogo de este maravilloso ejemplar, ya que relatan de forma clara y
concisa la importancia de Prosas profanas:
La poesía en español no volvió a ser la misma. Todo cambió bajo la jefatura de la más alta vanguardia de la Poesía Castellana y Americana: los ritmos, el vocabulario, los temas, la intuición, la manera de enfocar y desarrollar la obra poética. Por las escotillas abiertas por Rubén Darío, un impetuoso viento de libertad pasó y barrió prejuicios, normas anquilosadas y academicismos resecos que ya nadie quería
(citado en Moncada Fonseca).
Biografía:
Martínez Cuadrado, Jerónimo. “El cisne, leit-motiv de la poesía parnasiana, simbolista y modernista”. Anales de Filología Francesa, nº10 (2001) pp.83-99
Moncada Fonseca, Manuel. “Rubén Darío, poeta humanista”. Disponible en: Revista Libre Pensamiento [En línea] http://librepenicmoncjose.blogspot.com.es/2013/01/ruben-dario-poeta-humanista.html [Consulta 23 Diciembre 2016]
Ruíz Barrionuevo, Carmen. “Introducción”, en Darío, Rubén. Antología. Madrid, Espasa-Calpe, 1992.
Zavala, Iris M. Rubén Darío bajo el signo del cisne. Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1989.
Martínez Cuadrado, Jerónimo. “El cisne, leit-motiv de la poesía parnasiana, simbolista y modernista”. Anales de Filología Francesa, nº10 (2001) pp.83-99
Moncada Fonseca, Manuel. “Rubén Darío, poeta humanista”. Disponible en: Revista Libre Pensamiento [En línea] http://librepenicmoncjose.blogspot.com.es/2013/01/ruben-dario-poeta-humanista.html [Consulta 23 Diciembre 2016]
Ruíz Barrionuevo, Carmen. “Introducción”, en Darío, Rubén. Antología. Madrid, Espasa-Calpe, 1992.
Zavala, Iris M. Rubén Darío bajo el signo del cisne. Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1989.
El Cisne[i]
El Cisne antes cantaba
sólo para morir.
Cuando se oyó al acento
del Cisne wagneriano[iii]
se oyó el canto del
Cisne; no se cesa de oír
dominando el martillo
del viejo Thor germano[v]
o las trompas que
cantan la espada de Argantir[vi].
¡Oh Cisne! ¡Oh sacro pájaro! Si antes la blanca Helena
¡Oh Cisne! ¡Oh sacro pájaro! Si antes la blanca Helena
del huevo azul de Leda[vii]
brotó de gracia plena,
concibe en una gloria
de luz y de harmoníala Helena eterna y pura que encarna el ideal[ix].
[i] Tópico muy recurrente en Prosas profanas. Símbolo del modernismo,
de la belleza y de la canción.
[ii]
Músico belga al que Rubén
Darío conoció en Buenos Aires.
[iii] Alusión al compositor alemán
Richard Wagner y a sus obras “Mein Lieber
Schwan” (Mi querido cisne) y “Lohengrin”, nombre de un caballero
caracterizado por tener un cisne como símbolo.
[iv] El leit-motiv del cisne que canta
sólo para morir, tan recurrente en la poesía parnasiana, simbolista y
modernista francesa, pierde su valor en la poesía del nicaragüense y se
reformula como un presagio de una nueva hora tanto para el género humano como
para la lírica. Véase el artículo de J. Martínez Cuadrado sobre el motivo del
cisne en la poesía (pág.94)
[v] Dios del trueno en la mitología
nórdica y germana.
[vi] En la mitología nórdica,
guerrero legendario de Islandia cuya espada pasaba de padres a hijos.
[vii] Según la mitología griega, Zeus,
convertido en Cisne, sedujo a Némesis, convertida en Oca, y de esa unión
engendraron un huevo azul que, más tarde, fue encontrado por Leda, quien lo
cuidó hasta que de él nació la conocida Helena de Troya.
[viii] El nacimiento de Helena por
medio del canto del Cisne, que en ciertas regiones equivale a la creación, es
el posibilita el nacimiento de una nueva poesía.
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