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Acaso no soy una mujer (Sojourner Truth). Reseña

El presente texto se ciñe a nuestra política de textos reseñados. 

Sojourner Truth, una mujer afroamericana y antigua esclava, tomó la palabra públicamente en el siglo XIX denunciando su condición como mujer y negra; también fue la primera mujer negra en ganar un juicio contra un hombre blanco en los Estados Unidos. Cortesía de Bookmate he leído una crónica a dicho discurso, pronunciado el 29 mayo de 1851 en la “Convención de los derechos de la mujer de Ohio”; un mensaje ahora recordado como “Ain´t I a Woman?” (“¿No soy yo una mujer?”) y que gracias a María Luisa Femenías, filósofa feminista argentina, podemos adentrarnos no solo al trasfondo histórico de aquellas palabras, sino también a su oradora y a todo su contexto histórico-social.

El texto comienza con un repaso histórico sobre el black feminism y cómo este se fue forjando desde los inicios de 1800, con incipientes destellos de luz. María Luisa Femenías nos presenta primero a Maria Stewart quien, a inicios de dicho siglo, alentó a las demás mujeres negras a rechazar a la opresión de clase, de género y de etnia a la que eran sometidas. Luego, la filósofa argentina, nos conduce hacia el punto medular de la pregunta de Sojourner Truth con su ¿Acaso no soy yo una mujer?; una pregunta en tono de reclamo, que deconstruye el concepto de mujer: “las negras también somos mujeres […] y reclamo nuestros derechos con independencia del color de nuestra piel”.

María Luisa Femenías, para entender el trasfondo personal de la activista, nos narra, en el segundo capítulo, Al rescate de la memoria, un poco de la vida de Sojourner Truth, como el hecho de ser, al menos, uno de los doce hijos de un matrimonio de esclavos capturados en África. Nació esclava, fue vendida varias veces y tratada con brutalidad por sus seis diferentes amos, hasta que, según los historiadores en un consenso más o menos aceptado, fue liberada en 1817.

Lo interesante de esto, señala la filósofa argentina en el tercer capítulo, La narrativa de Sojourner Truth, es que lejos de considerarse ante tal sufrimiento como “víctima de un sistema”, Sojourner utilizó su talento para derrotarlo, ya que siempre se sintió en una misión ordenada por Dios. En El Discurso, María Luisa Femenías profundiza netamente en las palabras de la activista norteamericana, haciendo un viaje por las tres diferentes versiones del mismo que se recogen actualmente tratando de dilucidar cuál es, en su punto de vista, el más cercano a las verdaderas palabras de Sojourner.

Un largo y escabroso camino es un capítulo incisivo. La filósofa argentina, luego de darnos una pincelada a las históricas palabras de Truth, nos pregunta: ¿por qué se comienza a conocer hasta ahora, si data de 1800, la lucha por los derechos de las mujeres negras? Apoyándose de Collins, nos da una respuesta no tan agradable: [por] la explotación de su trabajo (de la población negra y mestiza en general), que ha sido históricamente esencial para el capitalismo estadounidense; [por] la opresión política debido al color de piel, y [por] los estereotipos sexistas y clasistas con los que son tildadas las personas afrodescendientes, agudizando esto con las mujeres.

En el siguiente capítulo, Algunas cuestiones entrelazadas, Simone de Beauvoir será el hilo conductor. María Luisa Femenías señala cómo la libertad y la lucha por la igualdad de las mujeres, en particular, se ha visto entrelazada, mezclando de una forma peculiar a las mujeres blancas con las negras, ya que, parafraseando a Beauvoir: “nuestra libertad solo pueda serlo si los demás también son libres y viceversa”.

Rosa Parks es considerada la madre del Movimiento por los Derechos Civiles, una mujer que en 1955 se negó a levantarse de su asiento para dárselo a una persona blanca. Al inicio, el movimiento, recapitula María Luisa Femenías, fue pacífico, pero conforme las protestas se incrementaron, la violencia contra las personas negras se incrementó. La lucha por los derechos civiles y El Combahee River Collective son capítulos que nos invitan la reflexión tras mostrarnos un poco de la historia del feminismo negro, esa lucha que aún continua porque tristemente y más de 50 años después, aún no se gana: la igualdad, en todos sus ámbitos.

Si ser mujer y negra ya es horroroso, añadir a la ecuación lesbianismo pone las cosas aún más tensas. En Derivaciones teórico-literarias, el noveno capítulo del texto, Luisa Femeníasnos presenta a Audre G. Lorde, activista que luchó a mediados del siglo pasado, frente al sistema “capitalista, patriarcal, heterosexista, blanco y racista”. Ella apostó por mostrar que todas las opresiones están interrelacionadas e insistía en usar las diferencias no para dividir, sino para hacer crecer el autoconocimiento; aunque al mismo tiempo enfatizó en que la teoría feminista no puede olvidar o ignorar variables tan importantes como la etnia o la clase, ya que estos elementos conforman parte de la trama social de opresión.

María Luisa Femenías cierra con La historia continúa; de ella rescato algo particular: la reflexión acerca de que cuando pensamos en el Civil Rights Movement los nombres que se nos vienen a la cabeza son Martin Luther King o Malcom X, entre otros, pero nunca Sojourner Truth, Rosa Parks u otras mujeres que contribuyeron también a la causa. Racismo y sexismo tristemente van de la mano, pero casi nunca unimos en nuestra mente tales conceptos como parte de un mismo problema.

Finalmente tenemos íntegramente las tres versiones de Ain´t I a Woman?, hermosas palabras que, en tono personal, impresionan que fueran pronunciadas públicamente en esa época, por todo el contexto que le rodeaba. Tomo algunas frases:

He oído mucho acerca de la igualdad de los sexos; yo puedo cargar tanto como un hombre y también puedo comer tanto […] No sé leer, pero puedo escuchar […] he aprendido que Eva causó el pecado del hombre. Bien, si una mujer puede dar vuelta el mundo, denle la oportunidad de ponerlo otra vez al derecho […] Ese hombre de allá dice que las mujeres necesitan ayuda para subir a los carruajes […] A mí nadie me ayuda nunca a subir a los carruajes […] Y ¿acaso no soy una mujer?

Las setenta y dos páginas del libro no le hacen justicia a la profundidad y crudeza con la que María Luisa Femenías aborda el tema del feminismo negro. El limitarse a la figura de Sojourner Truth o a su discurso sería una tarea didáctica, pero poco provechosa. Es mediante la reflexión y crónica de la filósofa argentina que podemos descubrir y valorar, de verdad, el gran tesoro y peso que significaron aquellas palabras, tanto para 1851 como para los años subsecuentes.

El presente texto se ciñe a nuestra política de textos reseñados. 

Imagen | Foto tomada por el autor del texto

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por Miguel Ángel

ceo de filosofía en la red, drando. en Filosofía, mtro. filosofía y valores, lic. en psicología organizacional, PTB en enfermería; catedrático de licenciatura en la Universidad Santander (México)

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