En 1850 el poeta Dante Gabriel Rossetti conoció a Elizabeth Siddal, que había sido modelo de varios pintores prerrafaelistas, y quedó prendado de ella. Durante la década siguiente Elizabeth se convirtió en musa, en discípula y en objeto de adoración de Rossetti, hasta que en 1860 terminaron casándose. Para Rossetti, obsesionado con la figura de Dante, Elizabeth simbolizaba una especie de versión moderna de Beatriz, y así fue cómo la representó en muchos de los retratos que hizo de ella, como en El sueño de Dante ante la muerte de su amada o en Beata Beatrix. Pero aunque esos cuadros nos den una visión idealizada de la relación, en realidad no tardó en volverse tormentosa, sobre todo a causa de las infidelidades por parte del poeta.
Elizabeth, que ya de por sí tenía una salud muy delicada, entró en una profunda depresión que la llevó a volverse adicta al láudano. En 1861 todo pareció mejorar con la noticia del embarazo de Elizabeth, pero la hija nació muerta, lo que agravó aún más su depresión y su adicción. El 11 de febrero de 1862 Rossetti descubrió en la cama el cuerpo sin vida de su mujer, muerta por sobredosis. Hay quien dice que junto al cadáver había una nota de suicidio, que más tarde Rossetti se encargó de destruir para que Elizabeth pudiera recibir un entierro cristiano. Antes de ser enterrada en el cementerio de Highgate, abrumado por el dolor y por la culpa, Rossetti introdujo en el ataúd de su esposa un diario con la única copia de sus poemas inéditos y fueron sepultados con Elizabeth.
Los siguientes años no fueron fáciles para Rossetti, que se volvió adicto al alcohol y a otras drogas. Como pensaba que iba a quedarse ciego y que ya no podría seguir pintando decidió centrarse en la poesía. Pronto empezó a obsesionarse con la idea de recuperar los poemas que había metido en el ataúd de su esposa. Así que, finalmente, Rossetti y su agente literario Charles Augustus Howell consiguieron un permiso para poder exhumar los restos de Elizabeth con el objetivo de recuperar los poemas.
Rossetti prefirió no estar presente en este turbio episodio, así que fue Howell el encargado de recuperar los manuscritos. Más tarde le dijo a Rossetti que el cadáver se había conservado casi intacto, que mantenía la misma belleza que tuvo en vida y que el pelo rojizo había seguido creciendo hasta llenar todo el ataúd. Algunos de los poemas estaban en pésimas condiciones, roídos por gusanos, y eran prácticamente ilegibles. A pesar de eso, consiguió publicarlos, junto con otros poemas nuevos, en 1870.
¿Quién consiguió publicar los poemas en 1970? Creo que se publicaron en 1870, ¿no?
¡Lapsus total al escribirlo! Ya está corregido, muchas gracias por el apunte, se me había pasado.
Hay una novela de Vicente Muñoz Puelles, «Los amantes de la niebla», que trata este asunto, narrado a través de la perspectiva de Elizabeth. Lo leí hace mucho tiempo (es del 2002), pero guardo un buen recuerdo de él. Creo que consiguió retratar el ambiente muy bien.
No conocía ese libro, pero desde luego el asunto da para alguna buena novela. Lo que no imagino es cómo puede mantener la perspectiva de Elizabeth una vez muerta, supongo que no te refieres a que ella es el narrador. En fin, suena muy bien,
Me refería a que Elizabeth, a través de su diario, nos relata su relación con Rossetti. El epílogo, que trata de su muerte, está narrado en tercera persona.
Pues tomo noto y me lo apunto para las próximas lecturas. Me consta tu buen gusto lector 🙂
El cuento «Lilith», de Marcel Schwob, está inspirado en este acontecimiento. El cuento forma parte del libro «Corazón doble», el cual recomiendo mucho.