Biografia de Miguel Cabanellas

Miguel Cabanellas

(Miguel Cabanellas Ferrer; Cartagena, 1862 - M�laga, 1938) General espa�ol. Después de ingresar en el ejército y servir como teniente de caballería en Cuba, Miguel Cabanellas pas� en 1909 a �frica, donde destac� en la campa�a de ese mismo a�o y donde pudo demostrar sus grandes dotes de organizador en la creaci�n de las primeras unidades de Regulares de Caballer�a, compuestas en su gran mayor�a con soldados marroqu�es, junto con el general Dámaso Berenguer. Precisamente fueron estas nuevas unidades las que defendieron con �xito las plazas de Melilla y Larache. En el a�o 1921, sus fuerzas de regulares comenzaron la reconquista del territorio perdido en el Desastre de Annual.


Miguel Cabanellas

Su brillante actuaci�n le posibilit� su acceso a la pol�tica activa. De ideolog�a liberal y republicana, se enfrent� con decisi�n a la pol�tica que ven�a practicando el general Miguel Primo de Rivera durante el per�odo de la Dictadura. Se manifest� contrario a la formaci�n de las llamadas Juntas de Defensa, lo que le acarre� que en el a�o 1926 fuera depuesto como gobernador militar de Menorca, pasando a la reserva.

A partir de entonces Miguel Cabanellas se dedic� a alentar activamente cualquier trama conspiradora contra el gobierno autoritario y arbitrario de Primo de Rivera. As� pues, se uni� al complot organizado en el a�o 1929 por S�nchez Guerra, preludio de la ca�da definitiva del r�gimen militar y de la monarqu�a de Alfonso XIII, que había apoyado la dictadura. Con el advenimiento de la II Rep�blica se le confiaron importantes puestos, dada su hoja de servicios y su filiaci�n pol�tica favorable al republicanismo: fue nombrado primeramente capit�n general de la II Divisi�n de Andaluc�a (1931), luego comandante en jefe del ej�rcito de Marruecos, y, por último, director general de la Guardia Civil (1932).

Miguel Cabanellas fue diputado radical en las Cortes del segundo bienio republicano, con un gobierno mayoritariamente de derechas. Su acendrado republicanismo y su conocida filiaci�n a la Masoner�a hizo que el gobierno del Frente Popular, presidido por Manuel Aza�a, le nombrase Jefe de la V Divisi�n Org�nica de Zaragoza (la Rep�blica hab�a suprimido anteriormente las capitan�as generales). Sin embargo, y en contra de lo esperado por todos, Miguel Cabanellas opt� por apoyar y sumarse al pronunciamiento militar del 19 de julio del a�o 1936. Cabanellas desoy� incluso los consejos del general Miguel N��ez de Prado, que se traslad� ex profeso desde Madrid para intentar convencerle de lo err�neo de su postura.

No obstante, el espectacular cambio de rumbo que dio Miguel Cabanellas no pudo borrar su pasado ni sus ideas. Cabanellas era un republicano convencido, de los llamados del "orden", recto, decidido y con una mentalidad castrense muy arraigada; apoy� el alzamiento porque deseaba restaurar una Rep�blica m�s acorde con sus ideas centralistas y de orden pol�tico. Un dato significativo fue que cuando estall� la sublevaci�n en Zaragoza, los insurrectos salieron a la calle entonando gritos de apoyo a la Rep�blica. Tal hecho hizo que pronto Cabanellas se hallase en una posici�n inc�moda dentro del grupo de los generales sublevados.

Para apartarle del mando de tropas y teniendo en cuenta que era el general m�s antiguo de los rebeldes, se le nombr� presidente de la Junta de Defensa Nacional, constituida en Burgos el 24 de julio del a�o 1936. El general Emilio Mola, como m�ximo responsable de los ej�rcitos sublevados en el Norte, se desembaraz� de ese modo de Miguel Cabanellas, poni�ndole en una presidencia meramente honor�fica, sin peso espec�fico en el desarrollo de las operaciones, a la par que controlaba directamente a Cabanellas por si acaso volv�a a apoyar a la Rep�blica.

Miguel Cabanellas se resisti� a ser mera comparsa. Se opuso desde su presidencia al encumbramiento del general Francisco Franco a la jefatura del Estado Nacional sublevado. Cabanellas tuvo bajo sus �rdenes a Franco en las campa�as africanas, por lo que le estimaba como soldado, pero no como pol�tico, pues seg�n �l, una vez que Franco accediera al mando supremo de las fuerzas rebeldes, ejercer�a un control f�rreo y dictatorial, como realmente as� sucedi�.

Finalmente, entre los d�as 21 y 28 del mes de septiembre de 1936, se reunieron en el aer�dromo de Salamanca los generales golpistas, los cuales acordaron nombrar a Franco como jefe del Estado Nacional. Miguel Cabanellas tuvo que firmar protocolariamente el decreto y entregarle el mando supremo en la zona nacional, el 1 de octubre del mismo a�o.

Franco cre� la Junta T�cnica del Estado el mismo d�a que accedi� al mando total de las fuerzas rebeldes. Su primera medida fue apartar a Cabanellas de cualquier cargo de responsabilidad, como represalia por su pasado mas�n y republicano, y sobre todo por haberle puesto obst�culos a su camino hacia el poder absoluto. Cabanellas fue designado inspector general del Ej�rcito, cargo que en el fondo significaba su total ostracismo pol�tico y militar.

Siempre haciendo gala de una profesionalidad castrense exquisita, Cabanellas se dedic� a su nueva tarea con celo y disciplina. Le sorprendi� la muerte en M�laga, el 15 de mayo del a�o 1938, cuando realizaba una de sus m�ltiples visitas a los acuartelamientos rebeldes. Nada m�s morir Cabanellas, el general Franco se apresur� a requisar todos sus papeles y documentos.

C�mo citar este art�culo:
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en [fecha de acceso: ].