Críticas de El pequeño salvaje (1970) - FilmAffinity
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El pequeño salvaje

Drama Película basada en hechos reales acontecidos a finales del siglo XVIII. Narra el proceso de educación de un niño que creció aislado en el bosque sin contacto alguno ni con los hombres ni con la civilización. Una de las películas más celebradas de Truffaut. (FILMAFFINITY)
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
4 de enero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Truffaut tenía el don de controlar nuestros sentimientos con la misma maestría con la que él controlaba su cámara y esta película es una clara muestra de ello.
Con una formalidad y una elegancia asombrosa, el director crea en el espectador un dilema que le acompañará no solo el tiempo del metraje, sino más allá, creando pensamientos contradicctorios sobre lo que ha visto y puede que hasta desmoronando su ética. Para lograrlo no recurre a provocaciones, tan extendidas en el cine actual, solo nos muestra la ¿evolución? del niño.
Una obra para sumergirse e indagar, para dudar de ella y reflexionar, trazar líneas difusas sobre el bien y el mal, pero sobre todo, para darte cuenta de como una película puede ser sobrecogedora y descorazonadora a la vez.
funkie_83
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26 de agosto de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La civilización nos impone una serie de reglas de conducta; dogmas e ideas que acatamos sin rechistar, pues desde bien pequeños se nos ha educado en su seguimiento. Los que estamos más despiertos, y contamos con una perspectiva amplia y general de nuestra historia, nos damos cuenta pronto de que todos estos valores no son más que el fruto de la costumbre y la utilidad, siendo por ello casi despreciables. Si bien apreciamos el valor estético que los humanos hemos dado a este mundo, con nuestras ropas, nuestros peinados, nuestras poses o nuestras ciudades, no podemos por menos que ver que, como bien observo Freud, la vida en civilización lleva, antes que nada, a la represión de los instintos, a la inanición y languidez de nuestros otrora marmóreos cuerpos, henchidos por banquetes y comodidades, convertidos en amorfas masas de carne.
La llegada del pequeño salvaje viene a confirmarnos la historia de la humanidad, el porque pasamos de una vida libre en la naturaleza a la creación y asentamiento en naturalezas artificiales. El muchacho, arrancado de su entorno vital, cae presa de la furia y la tristeza, pero pronto se acostumbra a la vida cómoda y segura de un ciudadano corriente. Quizás nunca debiera de haber abandonado los bosques, pero ya no hay vuelta atrás, y en aras de un futuro mejor, debemos aprender a tender puentes entre nuestro viejo y salvaje yo y nuestro cómodo y seguro yo actual, permitiendo, quizás, más oportunidades para satisfacer nuestros instintos más salvajes a la vez que reducimos las comodidades que nos rodean y nos debilitan.
Marcos 'La Joven Promesa'
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27 de febrero de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El pequeño salvaje" es una de las películas que más me marcaron durante la niñez. Recuerdo haber visto esta película por televisión cuando tenía no mucho más de diez años. El impacto que me causó pervivió (y todavía perdura hoy en día) hasta que la volví a ver de adulto.

Dos son los temas que más me han interesado en "El pequeño salvaje". En primer lugar todo el proceso de "civilización" de ese chico que se crio en el bosque sin ningún contacto humano. Esa tarea le corresponderá llevarla a cabo al personaje encarnado por el propio director de la película. A veces con excesiva firmeza tratará de pulir todo lo de salvaje que hay en él y se encontrará con una férrea resistencia por parte del chico.

En segundo lugar, el complejo proceso de adquisición del lenguaje, algo que le llevará a poder relacionarse con sus congéneres y a entender el mundo que le rodea, un mundo que poco tiene que ver con aquel del que procede.

Narrada con concisión y cierta austeridad, todo ello no evita que tenga una de las escenas más bellas, a mi juicio, de la historia del cine. Y que no es otra que la escena final.

Sigo en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Boo Radley
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5 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cerebro humano puede empujarnos a a realizar hipótesis más o menos interesantes, pensar en escenarios probables aplicándolos a nosotros mismos o a otras personas. Nacer (casi) sin contacto humano es una de las cuestiones hipotéticas que creo que muchas mentes han imaginado, de tal manera que uno puede pensar si uno es de verdad él mismo por haber nacido o por haberse hecho. ¿Hay libertad cuando nacemos?; ¿estamos condenados por un determinismo genético o social a ser lo que somos?: como dice un amigo mío instruido en todas las filosofías habidas y por haber, hay reflexiones muy chungas. Ya no hablamos de la moral o la ética, en "El pequeño salvaje" Truffaut se va al inicio, se va a la situación previa de la formación de la conducta humana que nosotros llamaríamos civilización.

Puede que no sea el cine que a todos gusta; para mí es una maravillosa creación.

La premisa de la que parte Truffaut para hacer su película es la bibliografía que queda de un hecho bien documentado, verídico, de manera que hay que entender que es imposible escapar de cierta perspectiva científica, sin florituras, aferrada a los hechos. Creo que el interés antropológico no debería estar reñido con el valor artístico del séptimo arte: Truffaut era cineasta y demuestra sus capacidades, además de desplegar sus virtudes en la interpretación, para ofrecernos una historia maravillosa. ¿Aparecerá empujado por un profesor en ese niño la moral correcta?; ¿sabrá distinguir el bien y el mal?; ¿aprenderá a hablar?; ¿será capaz de adaptarse de forma aceptable a la vida en sociedad?; ¿amará y distinguirá sus propias emociones así como las del resto?; ¿nosotros mismos llegaríamos a ser nosotros si nos hubieran abandonado en un bosque a los pocos años de vida?

Quiero repetir lo que me decía mi amigo filósofo (que, tiene cojones, se gana bastante bien la vida en la universidad): son reflexiones muy chungas...
Luisito
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19 de octubre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por hache o por be, jamás tuve oportunidad de ver siquiera una película de Francois Truffaut, hasta la que nos ocupa ahora; mis intentos por apreciar, en dos oportunidades, VIVEMENT DIMANCHE (que en Argentina se estrenó como CONFIDENCIALMENTE TUYA) se vieron frustrados una vez por una visita inoportuna y una segunda vez por un corte de luz. Tratándose de un director de tanto renombre, la curiosidad era muy grande, y por fin pude satisfacerla con esta película que además me interesaba de modo muy particular, por estar basada en un hecho real. En efecto, que en los bosques del sur de Francia fue hallado errante, en 1790, un niño que no sabía hablar y con trazas de salvajismo, que fue conocido como Victor de Aveyron (por la localidad donde fue hallado), es algo muy conocido.

Truffaut, quien rodó esta película en blanco y negro, demuestra, por su sobrio tratamiento de un tema que Hollywood hubiera exagerado más allá del límite de la credulidad de los espectadores, merecer la fama que tiene. No hay efectismo ni sensacionalismo, sólo un misterio que investigar (y que, dicho sea de paso, continúa siéndolo hasta el día de hoy): Victor (Jean-Pierre Cargol), ese niño cuyo verdadero origen se desconoce y que recibe trato social de fenómeno y atracción de masas, hasta que un médico, Jean Itard (Truffaut, en una composición notable para un director) se apiada. Claro que en Itard, con la compasión humana, se mezcla también el interés científico, que por momentos interferirá con aquélla; aunque para lo estrictamente humano, contará con la colaboración de su ama de llaves, la señorita Guerin (Françoise Seigner). Por su parte, concentrará sus esfuerzos en el progreso intelectual de Víctor.

Prácticamente todo el filme exhibe un engañoso aire documental que atrapa al espectador, centrándose en el trabajo de Itard junto al niño. Ahora bien, ¿cómo terminó la cosa? Por desgracia, no hará falta "spoiler": nunca película tan genial tuvo un final tan estúpido, en el que no se aclara la suerte final del protagonista. Podría concluir con una escena del niño almorzando, o bañándose, o jugando, que para el caso sería lo mismo. Esa conclusión imprecisa es lo único enojoso del filme y lo que, a mi entender, justifica que no se le otorgue el máximo puntaje. Sigue siendo una gran película, por supuesto, pero ese final es como un único punto negro sobre una impecable y resplandeciente albura: de acuerdo, es sólo un punto, no seamos injustos... ¡Pero cómo resalta sobre la superficie blanca, maldita sea!
EKELEDUDU
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