(PDF) Running on Emptiness: The Pathology of Civilization | John Zerzan - Academia.edu
Revista Mexicana de Análisis Político y Administración Pública Departamento de Gestión Pública y Departamento de Estudios Políticos y de Gobierno Volumen 1, número 1, enero-junio 2012 Pp. 247-252 Running on Emptiness: The Pathology of Civilization, de John Zerzan Daniel Añorve Añorve Con el fin de la Guerra Fría se llegó a pensar que los obstáculos para lograr un desarrollo acelerado serían superados tan pronto la adopción del binomio democracia-libre mercado fuera adoptado por los regímenes en transición. A veinte años de distancia, podemos ver que aunque el mundo ya no está enfrascado en una discusión ideológica, y a pesar de que el capitalismo parece no contar con una alternativa económica seria, las promesas de democracia, libertad, justicia y desarrollo no han ido de la mano con su expansión. No obstante el optimismo inicial derivado del fin de la Guerra Fría, y el augurio de una era de paz y estabilidad, el clima de violencia e inseguridad parecer ser el sello de la política mundial desde hace diez años, y de la política nacional durante el último lustro. A la luz de los episodios de violencia nacionales y de las recientes revueltas democráticas en el Medio Oriente, debemos preguntarnos si la espiral de violencia que vive el mundo es una anomalía, si se trata de un fenómeno pasajero, si sólo se requiere de una profundización en los procesos de democratización, o bien, como sugiere John Zerzan, que en realidad lo que vivimos y lamentamos actualmente no es una anomalía ni un suceso fortuito, sino un rasgo inherente, no sólo a la sociedad liberal contemporánea sino propio de la civilización. La decisión de reflexionar sobre Running on emptiness: the pathology of civilization de John Zerzan es paradójica. Inicialmente, el titubeo para comentar este libro vino de la temporalidad del mismo. La lógica académica indicaba que una obra, no clásica, del año 2002 parecía ser una distante, ciertamente no para comentarse a nueve años de su publicación; sin embargo, al reflexionar sobre los temas y los argumentos centrales de Zerzan, dicha ‘caducidad’ parece idónea para comenzar la reflexión de la obra. Los 25 ensayos que componen el libro, escritos todos en el período 1995-2001, analizan los fundamentos1 que dan vida a la civilización según Zerzan: el tiempo, la tecnología, el lenguaje, el simbolismo numérico, el arte, la religión y la sociedad agrícola. Por razones de espacio sólo nos concentraremos en los dos primeros y haremos referencia al último, por ser para el autor la semilla de la civilización. Zerzan considera el tiempo como una de las manifestaciones más evidentes de la dominación, de la alienación y de la reificación de las sociedades civilizadas, independientemente de su ubicación geográfica. Lo considera como uno de los componentes esenciales de la civilización. Lo percibe como un tirano que nos gobierna, que fragmenta la unidad natural y la atemporalidad del universo. Recupera a Michael Ende, quien advierte que el gran se1 En los 80 Zerzan contribuyó constantemente en Fifth Estate, importante publicación antiautoritaria en Estados Unidos. Sus ensayos versaban principalmente sobre el tiempo, el lenguaje, los números, el arte y la agricultura. Revista Mexicana de Análisis Político y Administración Pública. Departamento de Gestión Pública y Departamento de Estudios Políticos y de Gobierno de la División de Derecho, Política y Gobierno, Universidad de Guanajuato. Volumen 1, número 1, enero-junio 2012. 247 248 creto del que todos somos parte, del que estamos pendientes, el cual aceptamos, pero rara vez nos cuestionamos ¿qué es el tiempo?, al grado de que éste pareciera ser un hecho de la naturaleza, dotado con leyes y lógica propia. La lectura de Zerzan es una invitación a reconsiderar el tiempo como una abstracción aprendida socialmente, algo artificial y subjetivo. De hecho, lo considera como una dimensión construida y como el aspecto más elemental de la cultura. Lo equipara con la dominación, la ansiedad, la neurosis, la división de nuestras vidas vis-a-vis la plenitud. Considera que si hay algo que ha fortalecido la opresión de cualquier autoridad, sea política, económica, social o religiosa, ha sido el perfeccionamiento de los relojes. Al respecto, recupera un proverbio balcánico “Un reloj es un candado”.2 Zerzan asegura que el sistema capitalista inició con la introducción del reloj como símbolo del orden, la disciplina y la represión requerida para su funcionamiento. Advierte que el reloj ha permeado todos los ámbitos humanos, que “ha descendido de la catedral, a la corte, luego al banco y la estación del ferrocarril, y finalmente a la muñeca y el bolsillo de cada ciudadano decente.”3 El autor equipara también al calendario con la ansiedad de la separación. Advierte que uno de los síntomas comunes entre los pacientes que acuden al psicólogo es la ansiedad del tiempo. Recurre a Marcuse para afirmar que el sin tiempo es el ideal del placer; mientras que el tiempo es el enemigo de eros y un poderoso aliado de la represión. Zerzan cuestiona la naturalidad del tiempo. Se apoya en estudios de Piaget los cuales confirman que es muy difícil, por su antinaturalidad, que los niños entiendan una noción abstracta como lo es el tiempo. En una época en la que frecuentemente consideramos que un político debe de ceder su lugar a otro, en la que todos los proyectos sociales, de infraestructura, de consolidación política son evaluados temporalmente y pueden ponerse en tela de juicio por haber alcanzado el fin de un año fiscal, en el que un político, independientemente de su desempeño, debe de ceder su lugar al final de su periodo de desempeño, la lectura de Zerzan nos recuerda que antes de la representación simbólica y de la obsesión con la cuantificación de éste, la vida humana siempre tuvo un ritmo pero no una progresión lineal. Bajo esta lógica, la naturaleza proveía los signos necesarios, mismos que escapaban a cualquier noción de temporalidad. Zerzan considera que sólo viviendo de forma integral y atemporal podemos superar nuestros malestares y ansiedades. Para él, cualquier redención debe involucrar una redención contra el tiempo. Otro fundamento de la civilización que aborda Zerzan es la tecnología. En la introducción, Theresa Kintz advierte ciertos paralelismos entre Zerzan y Jacques Ellul, Hebert Marcuse y Theodor Adorno; empero, destaca que la diferencia central radica en que Zerzan se niega a dejar incontestada la dominación de la máquina sobre nuestras vidas. Para él, la tecnología jamás ha sido neutral sino que ha ayudado sistemáticamente al Estado a lograr un mejor control sobre el hombre. Contrario al entendimiento común, Zerzan afirma que la tecnología no estimula los sentidos, sino que los atrofia. Nota una paradoja: en la actua2 3 John Zerzan, Running on empt0iness: the pathology of civilization, Los Angeles, Feral House, 2002, p. 27. Ibid., p. 28. Revista Mexicana de Análisis Político y Administración Pública. Departamento de Gestión Pública y Departamento de Estudios Políticos y de Gobierno de la División de Derecho, Política y Gobierno, Universidad de Guanajuato. Volumen 1, número 1, enero-junio 2012. lidad se ve a la tecnología como el remedio de todos nuestros males, cuando en realidad ha sido causante de muchos de ellos; y difiere profundamente de los marxistas quienes tienen una apreciación por ésta siempre y cuando su uso se democratice y sea accesible. Zerzan advierte sobre un doble distanciamiento distanciamiento: el primero entre nosotros y el segundo entre nosotros y la naturaleza. Dichos distanciamientos parecen confirmar la profecía de J.C.R Licklider, experto en comunicaciones computarizadas, quien en 1968 dijo: “En un futuro, tendremos la capacidad de comunicarnos con mayor efectividad a través de una máquina que cara a cara.”4 Basta con observar los actuales problemas de socialización, la popularización de sitios como Match.com, Facebook y Twitter para darnos cuenta del alcance de esa segunda sociedad (virtual) que está desplazando y erosionando los cimientos de la sociedad presencial. Con una visión ciertamente apocalíptica, Zerzan recupera a Hans Moravec quien señala: “La frontera final será ultimadamente urbanizada cuando todo pedazo de actividad sea una computación significativa. La porción deshabitada del universo será transformada en un ciberespacio”.5 Zerzan alerta sobre el riesgo real de que nos desprendamos de cualquier rastro de nuestro cuerpo original. Al respecto, y aunque puede parecer exagerado podemos pensar en el florecimiento de las mascotas virtuales, en las nuevas modalidades de hacer ejercicio como los son el Wii, el kinect- X Box, el Bio Shaker, etc., las cuales tienen en común, ya sea la virtualidad o la domesticación y el ultra confort de hacer todo con el menor esfuerzo posible, o bien, sin la “molesta” necesidad de tener que salir de nuestras cápsulas de concreto. Zerzan considera que la mezcla de todos los fundamentos de la civilización desemboca en una dominación que requiere de la reificación de la sociedad. Esta reificación, alerta, es multifacética: tiempo cosificado, sociedad cosificada y dividida, proliferación de roles e imágenes en lugar de personas. En breve, todo y todos somos reducidos a cosas, a engranajes de un sistema. También afirma que la tecnología juega un papel fundamental en el proceso de reificación. Mediante su uso indiscriminado, la naturaleza pasa a considerarse como una “cosa” externa, ajena al hombre. El hombre, de ser “parte” de la naturaleza, se convierte en “amo” de ella. Zerzan disputa una de las asunciones dominantes en las Ciencias Sociales: la que deriva de una serie de silogismos hobbesianos, mismos que parten de una filosofía antropológica no sustentada en referentes empíricos, los cuales asumen que la vida pre civilizada era “desagradable, brutal y corta”, y que la civilización era una condición necesaria para hacernos mejores seres humanos y salvarnos de nosotros mismos. Zerzan nos presenta una argumentación radicalmente opuesta a este entendimiento, que ha servido como justificación para el dominio de los individuos por parte del Estado. Zerzan hace una defensa, sustentada en argumentos y evidencias arqueológicas, del mundo prehobbesiano. Asegura que el 99% del tiempo que el ser humano ha habitado el planeta confirman lo contrario a las premisas hobbesianas. Asegura que la humanidad de la prehistoria (preestatal, prerreligiosa, prepo4 5 Citado en John Zerzan, Op. Cit., p. 45. Citado en John Zerzan, Op. Cit., p. 47. Revista Mexicana de Análisis Político y Administración Pública. Departamento de Gestión Pública y Departamento de Estudios Políticos y de Gobierno de la División de Derecho, Política y Gobierno, Universidad de Guanajuato. Volumen 1, número 1, enero-junio 2012. 249 250 licial y precastrense) se caracterizaba no por la brutalidad y la estupidez, sino por la inteligencia, el igualitarismo, la cooperación, el tiempo de recreación abundante, un alto grado de igualdad sexual, además de cuerpos robustos y sanos; adicionalmente, y contrario a lo que vemos cotidianamente en sociedades conducidas por los Estados, no existe evidencia alguna de violencia organizada. Después de reflexionar sobre los componentes de la civilización y las interrelaciones existentes entre éstos, Zerzan sugiere que la civilización no surgió como resultado de la aparición de la inteligencia pues ésta siempre ha existido. Niega que la inteligencia sea sinónimo de capacidad de inventar el asfalto, sierras eléctricas, penitenciarias, etc. Por el contrario, afirma que la humanidad, hace aproximadamente 10 000 años, tomó un rumbo equivocado con la domesticación del animal y con la agricultura sedentaria. Argumenta, como la hace Freud, que la civilización fue impuesta por una minoría que vio en ésta una forma de obtener posesiones por medio del ejercicio del poder y la coerción. Considera que la civilización implica el siguiente canje: la vida natural y libre por una de represión incesante. Argumenta que toda dominación comienza con el control y la centralización del alimento con lo cual se rompe la voluntad y la autonomía de la gente. Por eso, para los elementos poderosos de la civilización no hay peor amenaza que la gente cultive sus propios alimentos. En breve, asegura que el advenimiento de la sociedad agrícola, facilitó el establecimiento de estructuras jerárquicas y el control ideológico de las mayorías por las minorías. Contrario a innumerables estudios que versan sobre la forma de alcanzar el desarrollo y/o la civilización, Zerzan concentra sus esfuerzos en denunciar los malestares que ha generado la civilización. Proporciona cifras que ilustran dichos malestares. En su estado de origen, Oregon, la tasa de suicidios de personas entre 15 y 19 años se incrementó en 600% desde 1961. Cita estudios en países desarrollados que muestran que la depresión se duplica cada 10 años y advierte que la tasa de homicidios entre jóvenes de 15-19 años se duplicó entre 1985-1991. Considera que desde los 60, la creencia en el progreso alcanzó su cenit como resultado de las promesas incumplidas. Muestra del fracaso del progreso es la tasa de suicidio adolescente que se ha triplicado desde inicios de los 70 del siglo XX. Hace alusión también a un estudio estadounidense que revela que los desórdenes emocionales entre los niños se duplicaron entre 1980-2000. Considera que aunado a la inmiseración personal ahora podemos agregar la degradación medioambiental. Zerzan considera que casi todas las enfermedades son enfermedades de la civilización, la alienación o la destrucción del hábitat. Señala que en lugar del gozo de un mundo natural, de libertad, de plenitud, mejor tomamos diariamente nuestro Prozac. Zerzan se cuestiona sobre la deseabilidad, sustentabilidad e inteligencia de la actividad ‘civilizada’ que precisa de transportar alimentos a miles de millas de su lugar de producción; reflexiona sobre lo ‘avanzado’ de la producción de toneladas de herbicidas y pesticidas. Para él, lo natural sería la movilidad de las zonas frías hacia las templadas, ya que resulta absurdo el esfuerzo energético, de recursos y de tiempo que se invierte en calentar hogares en territorios septentrionales. Podría pensarse que Zerzan es un pensador de izquierda, pero nada más alejado de la realidad. Arremete contra la izquierda existente por considerar como paliativas sus solucio- Revista Mexicana de Análisis Político y Administración Pública. Departamento de Gestión Pública y Departamento de Estudios Políticos y de Gobierno de la División de Derecho, Política y Gobierno, Universidad de Guanajuato. Volumen 1, número 1, enero-junio 2012. nes, o incluso en el caso de los sectores más radicales, por considerarlos como una opción engañosa que no rompe con los fundamentos que generan el malestar civilizatorio. Acusa a la izquierda de intentar poner en marcha programas superficiales, la critica por no oponerse a la idea del gobierno; repudia a los anarco-sindicalistas por dejar sin cuestionamientos las instituciones más fundamentales sobre las que descansa la civilización: el trabajo, la domesticación, el dominio de la naturaleza, el progreso, la sociedad de la tecnología. Considera que las utopías, tanto de izquierda como la liberal, anclada esta última en el progreso y la tecno-salvación, están en crisis.6 Para Zerzan han dejado de ser preocupaciones centrales cómo estimular la producción para lograr un progreso con justicia (crítica que hace al marxismo). Su preocupación central es la lucha por el triunfo de una visión anarco-primitivista, incluyendo sus aspectos luditas/feministas/descentralizadores/anticivilizatorios. Se manifiesta en contra de cualquier forma de domesticación. Toma partido por el retorno a las comunidades pequeñas sin mediación o autoridad política; apoya a las comunidades ancladas en los vínculos cara a cara y en un entorno de intimidad con la naturaleza. Por lo que toca a las soluciones desde el establishment, Zerzan se pronuncia en contra de las medidas (pseudo-ambientales) del medioambientalismo liberal, el de las cuatro “R”reciclar, reutilizar, reconsiderar, reducir. Zerzan, él mismo, un anarco-primitivista, afirma que la ausencia de dominación no sólo es posible, sino que ha existido durante el 99% de la presencia del hombre en la Tierra; en consecuencia, no es sino hasta la aparición de la primera sociedad agrícola con la que inicia la civilización y la dominación inherente a ésta. Para Zerzan es claro que toda respuesta y verdadera alternativa, tiene que venir de un combate de los fundamentos de la civilización. Advierte que los problemas no serán solucionados con mayores adelantos tecnológicos o médicos. Al abandonar nuestras ciudades y regresar a la vida primitiva podremos entonces tratar los males menores con hierbas, con una dieta y alimentos no procesados. La única alternativa para Zerzan es la destrucción de la civilización y sus raíces. Invita al regreso a la Tierra y a la intimidad multisensorial. Tan provocador como pueda parecer el pensamiento de Zerzan, resulta inimaginable un desaprendizaje de la magnitud que él plantea. Si consideramos que actualmente existe un fuerte debate en torno a la mucho más conservadora posibilidad de revertir algunos fenómenos de la globalización, retraer el dominio del mercado en ciertos ámbitos, y ya en el más radical de los escenarios posibles, la refundación de nuestra civilización bajo un modo de producción alternativo (no necesariamente socialista), defenestrar diez mil años de innegables logros, que simplemente son minimizados por la visión acotada de Zerzan, sería equivalente a reconocer que el hombre no puede aspirar a instituciones, que respetando y refundando su relación con la naturaleza, puedan brindarle refugio y una válvula de escape a las inclemencias y limitantes que ésta representa. Considero que la valía de la obra de Zerzan radica en trascender los binomios izquierdaderecha, institucionalismo-revolución, liberalismo-conservadurismo como puntos referenciales para dar respuesta a los múltiples e innegables males que aquejan a las sociedades 6 Ver también Víctor Flores Olea, La crisis de las utopías, México, Anthropos, 2010. Revista Mexicana de Análisis Político y Administración Pública. Departamento de Gestión Pública y Departamento de Estudios Políticos y de Gobierno de la División de Derecho, Política y Gobierno, Universidad de Guanajuato. Volumen 1, número 1, enero-junio 2012. 251 252 contemporáneas. Su trabajo es difícil de ubicar dentro del desgastado e ineficiente espectro político, al grado de dar la impresión de ser apolítico, toda vez que su llamado es “al no poder”, y un desafío al Estado como locus de éste. Sin embargo, desde un entendimiento schmittiano podríamos concluir que aunque su finalidad es una comunidad apolítica y postestatal, adopta una posición partiendo del binomio amigo-enemigo. Podemos ubicar a Zerzan, con todo su libertarismo y su repudio por el poder, el control y la representación, como aliado de aquellos que trascienden el status quo y las instituciones que nos gobiernan. Después de todo, su respuesta ante la pregunta, ¿qué hay de malo en la división del trabajo?, representa una postura política en el sentido schmittiano. Zerzan opina que depende del fin que se persiga. Si lo que se busca es la producción en masa, no hay nada de malo; si lo que se desea es integridad, igualitarismo, autonomía, hay muchas cosas que están mal.7 Podríamos calificar a Zerzan de utópico e ingenuo y no tomarlo con seriedad, desechando su pensamiento a priori; sin embargo considero que muchas de sus ideas y razonamientos, independientemente de nuestra postura político-ideológica, no pueden sino generarnos una sensación de prurito. Cómo refutar las observaciones que hace respecto al tiempo, al malestar que experimentamos en forma de neurosis y aburrimiento; a la idea inquietante de que toda sociedad, de uno u otro signo político, está caracterizada por la violencia organizada; cómo negar el basurero en el cual está convertido nuestro plantea; cómo no reconocer que nuestra alimentación cada día se asemeja más y más a la de los astronautas de la NASA y que comer sano se ha convertido en un lujo. Si bien suena arcaico el llamado de Zerzan de abandonar nuestras ciudades y dejarlas como gigantescos museos a nuestra estupidez y alienación, desechar su pensamiento y no intentar buscar alternativas utilizando sus agudas críticas sería igualmente absurdo, una muestra de nuestra ceguera civilizatoria. Más allá de la dramatización o caricaturización en la que puede caer Zerzan, su pensamiento abre una serie de vetas para el análisis cualitativo y cuantitativo de los costos de nuestra civilización. El desarrollo de trabajo empírico sobre las repercusiones de los fundamentos de la civilización en nuestra socialización, nuestra salud, nuestra libertad y nuestra menguante relación con nuestro entorno natural bien vale la pena. Actualmente, sólo dos de las obras de Zerzan están disponibles en español. Considero que es importante que se conozca en nuestro idioma el pensamiento agudo, original y libertario de Zerzan. Al final, aunque es remota la probabilidad de que se abandone la civilización, es difícil una vez removidos los velos, volver a ver a ésta con los mismos ojos. Bibliografía citada Flores Olea, Víctor, La crisis de las utopías, México, Anthropos, 2010, 448 pp. Zerzan, John, Running on Emptiness: the Pathology of Civilization, Los Angeles, Feral House, 2002, 215 pp. 7 Respuesta de John Zerzan a Derrick Jensen en una entrevista publicada en The Sun en septiembre de 1998. Revista Mexicana de Análisis Político y Administración Pública. Departamento de Gestión Pública y Departamento de Estudios Políticos y de Gobierno de la División de Derecho, Política y Gobierno, Universidad de Guanajuato. Volumen 1, número 1, enero-junio 2012.