Manuel Fraga (1922-2012)

Una vida dedicada al Estado

La mayor aportaci�n de Manuel Fraga ha sido la refundaci�n de la derecha espa�ola con el Partido Popular - Con aciertos y errores, represent� la grandeza de la pol�tica ejercida desde la convicci�n y la talla intelectual

Ignacio S�nchez C�maraIgnacio S�nchez C�mara

Acaso la mayor aportaci�n de Manuel Fraga, una vida dedicada al Estado, haya sido la refundaci�n de la derecha espa�ola que ha dado lugar a su mayor �xito hist�rico: el Partido Popular. El partido espa�ol de centro-derecha ha sido la gran obra pol�tica de Fraga. Tal vez su gran frustraci�n consisti� en ser el hombre que no lleg� a presidir el Gobierno de Espa�a.

Gallego, de origen vasco, naci� en Villalba (Lugo) el 23 de noviembre de 1922. Y, ante todo, cat�lico. Su vida transcurre entre la profesi�n acad�mica, la funci�n p�blica y la pol�tica activa. En 1945 gana la oposici�n a Letrado de las Cortes. Y en 1948 obtiene la c�tedra de Derecho pol�tico de la Universidad de Valencia. En 1953 gana la c�tedra de Teor�a del Estado y Derecho constitucional de la Universidad Complutense de Madrid. Si, como Ortega y Gasset afirm�, a prop�sito de Mirabeau, la posesi�n de una inquietud intelectual es requisito del gran pol�tico, no cabe disputarle a Manuel Fraga esa condici�n. Ha publicado m�s de ochenta libros, sobre temas como la Teor�a del Estado, Galicia, Balmes, Saavedra Fajardo, la Constituci�n espa�ola, la crisis del Estado espa�ol y el Estado de las Autonom�as. Es, en el pleno sentido de la palabra, un hombre de Estado.

Siempre quiso para Espa�a un sistema pol�tico como el ingl�s

Siempre sinti� la admiraci�n por el sistema ingl�s, que intent� importar a Espa�a. Acaso consecuencia tanto de su experiencia intelectual como de su condici�n de embajador en Londres en 1973. Desde 1947, fue tambi�n diplom�tico. Su mentalidad conservadora vio con raz�n en Inglaterra el derecho de la continuidad y los beneficios de la tradici�n y la reforma. Siempre quiso para Espa�a un sistema pol�tico como el ingl�s. Su otra vocaci�n pol�tica fue Hispanoam�rica. Sus lazos transatl�nticos, especialmente con Cuba y Puerto Rico, fueron siempre fuertes y estrechos. Esto se manifiesta tanto en su obra intelectual como en sus misiones pol�ticas.

La primera parte de su carrera pol�tica se desarroll� bajo el r�gimen de Franco. Fue secretario general del Instituto de Cultura Hisp�nica desde 1951. En 1953, el ministro de Educaci�n Nacional, Joaqu�n Ruiz-Gim�nez, lo nombr� secretario de Consejo de Educaci�n y, m�s tarde, secretario general t�cnico del Ministerio. Desde este cargo, promovi� un primer intento de democratizaci�n de la Universidad espa�ola. En 1956 fue nombrado subdirector del Instituto de Estudios Pol�ticos, y al a�o siguiente, delegado nacional de Asociaciones.

Abri� Espa�a al mundo

Fue miembro destacado del sector reformista o aperturista del r�gimen franquista, decisivo para la transici�n espa�ola a la democracia. En 1966 elabor�, y consigui�, la aprobaci�n de la Ley de Prensa, que elimin� la censura previa y facilit� la labor de los medios de comunicaci�n independientes del R�gimen y a�n opuestos a �l. Fue tambi�n el organizador de la Campa�a XXV A�os de Paz, para conmemorar los cinco primeros quinquenios del final de la guerra civil. Como ministro de Informaci�n y Turismo, entre julio de 1962 y octubre de 1969, impuls�, con gran �xito, el turismo espa�ol, con un doble efecto. Por un lado, logr� una enorme entrada de divisas que contribuy� al desarrollo econ�mico y a la cancelaci�n, promovida ya unos a�os antes, del aislacionismo; por otro, abri� Espa�a al mundo, inund�ndola con nuevas ideas y formas de vida, que resultaron decisivas para el cambio pol�tico espa�ol hacia la democracia.

El auge de las clases medias tuvo en �l a uno de sus m�s permanentes valedores. En 1967 se encarg� de la elaboraci�n y aprobaci�n de la Ley de libertad religiosa, que entra�� la tolerancia y aceptaci�n de las confesiones religiosas no cat�licas, muy en la l�nea de las directrices del Concilio Vaticano II. Un a�o despu�s, en 1968, fue designado comisionado del Gobierno para la descolonizaci�n de Guinea Ecuatorial.

Se encarg� de la elaboraci�n y aprobaci�n de la Ley de libertad religiosa

En 1974 fund� GODSA (Gabinete de Orientaci�n y Documentaci�n S.A.), que fue el n�cleo de una asociaci�n pol�tica vinculada a lo que fue designado como �esp�ritu del 12 de febrero�, en alusi�n al c�lebre discurso parlamentario pronunciado por Carlos Arias Navarro: Reforma Democr�tica. Tambi�n promovi� y apoy� la primera, y limitada, Ley de Amnist�a pol�tica, que entra�� la cancelaci�n de muchas penas por delitos pol�ticos.

Fue vicepresidente segundo y Ministro de la Gobernaci�n del Gobierno presidido por Carlos Arias Navarro, entre diciembre de 1975 y julio de 1976. Como sombras de su gesti�n han sido exhibidos los acontecimientos de Montejurra y la muerte del estudiante Ruano.

Los siete magn�ficos

En 1976 fund� el partido Alianza Popular, alrededor de los llamados �siete magn�ficos�, personalidades (incluida la suya) vinculadas al franquismo con vocaci�n reformista, frente a los llamados inmovilistas. El intento era loable, pero fracas� ante el centrismo de Adolfo Su�rez. Acaso esta empresa fue la clave de que Fraga no pudiera aspirar, al menos de momento, a encabezar el centro-derecha espa�ol, ni a presidir el Gobierno de Espa�a. Acaso quepa hablar aqu� de un error pol�tico, pues su aperturismo result� tibio para lo que deseaba la derecha reformista espa�ola, que vio en Su�rez a su l�der natural.

En junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones democr�ticas espa�olas, tras la muerte de Franco. La Alianza Popular de Fraga s�lo obtuvo 16 esca�os y menos del 10 por ciento de los sufragios. Una clara derrota. El vencedor fue, como estaba previsto, aunque sin mayor�a absoluta, la Uni�n de Centro Democr�tica del presidente Su�rez. En este momento, Fraga represent� una opci�n mucho m�s tibia que la que encarnaba el presidente del Gobierno, que obtuvo la adhesi�n de la mayor�a de los ciudadanos.

El abrazo entre Carrillo y Fraga era un s�mbolo de la reconciliaci�n entre las dos Espa�as

Entre 1977 y 1978, Fraga fue, junto a Gabriel Cisneros, Miguel Herrero y Rodr�guez de Mi��n, Jos� Pedro P�rez-Llorca, Gregorio Peces-Barba, Jordi Sol�-Tura y Miqel Roca i Junyent, ponente constitucional. Su trabajo fue fundamental para la consolidaci�n de la transici�n y la aprobaci�n de la Constituci�n democr�tica. Es este uno de los grandes momentos pol�ticos de Fraga y quiz� su mayor contribuci�n a la concordia y la reconciliaci�n entre los espa�oles, al servicio del r�gimen democr�tico.

No es poco lo que, como gran jurista y notable pol�tico, logr� en este proceso hist�rico de aprobaci�n de la Carta Magna. La derecha espa�ola emprend�a, con �l, el camino hacia la democracia. Como acto simb�lico, cabe destacar la presentaci�n que hizo Fraga de Santiago Carrillo en el Club Siglo XXI. (SUMARIO: Representa como pocos el valor de esos hombres que acertaron a comprender lo que Espa�a necesitaba: superar las viejas heridas del pasado y emprender la senda de la concordia) El abrazo de los dos veteranos pol�ticos era un s�mbolo de la reconciliaci�n entre las dos Espa�as, decididas a convertirse en una sola, reconciliada y en paz.

Representa como pocos el valor de esos hombres que comprendieron lo que Espa�a necesitaba

En 1979 encabeza, en las elecciones parlamentarias, la lista por Madrid de la Coalici�n Democr�tica. El fracaso se confirma. S�lo obtiene diez diputados. La derecha espa�ola (o, si se prefiere, el centro derecha) est� en poder de Su�rez y su UCD. Manuel Fraga se mantuvo firme contra el intento golpista del 23 de febrero y dio un ejemplo de dignidad y coherencia. Despu�s de la crisis y desintegraci�n de la UCD, la Alianza Popular de Fraga se convirti� en el primer partido de la oposici�n al Gobierno socialista de Felipe Gonz�lez.

Sus limitaciones para disputar el poder al socialismo le llevan a abandonar la pol�tica nacional y a presentarse en 1987 a las elecciones parlamentarias europea, en las que obtiene acta como eurodiputado. Abandona as� la pol�tica nacional y promueve a Jos� Mar�a Aznar como candidato a presidente del Gobierno por el Partido Popular en 1989. Tiene lugar as� una de las grandes empresas pol�ticas de Fraga, si no la mayor: la transformaci�n de AP en el Partido Popular y la consumaci�n de la refundaci�n de la derecha espa�ola. Ha presidido Alianza Popular entre 1977 y 1987, y el Partido Popular, desde abril de 1991 hasta enero de 2006.

Su alejamiento de la pol�tica nacional le llev� a la pol�tica regional gallega. Fue elegido presidente de la Xunta de Galicia el 5 de febrero de 1990, y ocup� el cargo hasta el 2 de agosto de 2005. En este a�o gan� las elecciones auton�micas gallegas, pero no alcanz� la mayor�a absoluta y no pudo formar gobierno. La Xunta pas� a manos de una coalici�n entre socialistas y nacionalistas, que no tard� en fracasar. Fraga encontr� en su tierra gallega algunas compensaciones a sus fracasos en la pol�tica nacional. Su gesti�n regional fue contestada, pero el balance general bien puede calificarse de positivo. Entre sus problemas principales, se encontr� la gesti�n del accidente del petrolero �Prestige�, fuertemente orquestado y agitado por la oposici�n, con muy limitada capacidad argumental y mucha demagogia. Desde febrero de 2006 hasta este a�o ha sido senador.

Gestos y decisiones

Manuel Fraga ha sido uno de los grandes pol�ticos de la Espa�a contempor�nea. Sus gestos y decisiones, en ocasiones autoritarios, no ocultan una adhesi�n a los principios y valores democr�ticos. En momentos como los actuales, en los que, desde el Gobierno se ha pretendido cuestionar los valores y realizaciones de la Transici�n y de los hombres que la protagonizaron, es una exigencia de la justicia reconocer la obra de tantos que como Fraga, desde un lado u otro del �mbito pol�tico, acertaron a comprender las exigencias de concordia que exig�a la mayor�a de la sociedad espa�ola. Si bien es cierto que su pol�tica ostentaba un techo electoral muy limitado, tambi�n lo es que supo reconocerlo y abrir el paso, generosamente, a una nueva generaci�n, encarnada por Jos� Mar�a Aznar, que llev� a la derecha espa�ola a su mayor �xito hist�rico: la obtenci�n de la mayor�a absoluta en las elecciones legislativas de 2000.

Él no lleg� a la Moncloa, pero sin su trabajo dif�cilmente lo hubiera hecho el PP

Fue grande en sus aciertos y en sus equivocaciones. Cuando tantas quejas ciudadanas, en buena medida justificadas, se vierten sobre la clase pol�tica espa�ola, cuando tantas limitaciones intelectuales se critican de ella, cuando el nivel intelectual parece haber descendido tanto, pol�ticos como Fraga, con sus aciertos y errores, nos muestran la grandeza de la pol�tica cuando se ejerce desde la convicci�n y la talla intelectual. De una tan prolongada y f�rtil trayectoria pol�tica, quiz� quepa destacar dos grandes momentos. Uno es la contribuci�n a la elaboraci�n de la Constituci�n de 1976. El otro, la perdurable tarea de reconstrucci�n de la derecha espa�ola. �l no lleg� a la Moncloa. Pero sin su trabajo dif�cilmente hubiera llegado el Partido Popular, dirigido por Aznar, a obtener la confianza de la mayor�a de los espa�oles.

En esta hora del balance, es justo reconocer lo m�s positivo, sin olvidar lo negativo. Fraga representa como pocos el valor de esos hombres que, procedentes, sin tapujos ni complejos, del franquismo, acertaron a comprender lo que Espa�a necesitaba: superar las viejas heridas del pasado y emprender la senda de la concordia y la reconciliaci�n. En esto reside lo mejor, lo m�s perdurable, de su herencia pol�tica.

M�s que un hombre de partido, Manuel Fraga fue un hombre de Estado.

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