Héroes mitológicos

Perseo, el héroe que mató a Medusa, la terrorífica gorgona

Perseo, bajo la protección de Atenea, convierte a Fineo en piedra mostrándole la cabeza de Medusa. Jean-Marc Nattier. Museo de Bellas Artes, Tours.

Perseo, bajo la protección de Atenea, convierte a Fineo en piedra mostrándole la cabeza de Medusa. Jean-Marc Nattier. Museo de Bellas Artes, Tours.

Perseo, bajo la protección de Atenea, convierte a Fineo en piedra mostrándole la cabeza de Medusa. Jean-Marc Nattier. Museo de Bellas Artes, Tours.

Bridgeman

Perseo es, tal vez, uno de los héroes más famosos de la mitología griega. No solo es conocido por haber matado a Medusa, la terrible gorgona con serpientes en lugar de cabellos, sino también por haber rescatado a la princesa etíope Andrómeda, prisionera de una monstruosa criatura marina enviada por Poseidón, hermano de Zeus y dios de los mares y los océanos.

La historia de Perseo arranca cuando su abuelo, Acrisio, rey de Argos, encerró a su hija Dánae en una torre tras consultar un oráculo que le predijo que su hija daría a luz un niño que algún día mataría a su abuelo. Sin embargo, con lo que no contaba el viejo Acrisio era con la visita del rey de los dioses, Zeus, quien, perdidamente enamorado de la joven Dánae, la dejó embarazada tras convertirse en una lluvia de oro.

Miedo al oráculo

El enfurecido Acrisio no creyó la fantástica historia que le contó su hija Dánae para justificar su estado, y temeroso de lo que le había profetizado el oráculo, pero, a la vez, incapaz de ordenar la ejecución de su propia hija y su nieto, decidió lanzarlos al mar encerrados en un baúl de madera. La intervención divina de Zeus solicitando a Poseidón que calmara al proceloso Ponto permitió que el baúl con su preciosa carga llegara mansamente hasta las costas de una isla del Egeo llamada Sérifos, gobernada por el rey Polidectes.

El enfurecido Acrisio no creyó la fantástica historia que le contó su hija Dánae para justificar su estado.

Dánae y la lluvia de oro, cuadro pintado por Orazio Gentileschi. Centro Getty, Los Ángeles.

Dánae y la lluvia de oro, cuadro pintado por Orazio Gentileschi. Centro Getty, Los Ángeles.

Dánae y la lluvia de oro, cuadro pintado por Orazio Gentileschi. Centro Getty, Los Ángeles.

PD

Al llegar a la orilla, el baúl fue recogido, según algunas versiones, por Dictis, el hermano destronado de Polidectes, y, según otras, por un pescador con el mismo nombre. El caso es que Dictis acogió a la madre y al hijo, al que cuidó como si fuera suyo. Con el paso de los años, Perseo se convirtió en un hábil guerrero y el rey Polidectes, que se había enamorado de Dánae, le insistía constantemente para que se casara con él.

Ante sus reiteradas negativas, el rey de Sérifos empezó a buscar la manera de deshacerse de Perseo, al que consideraba el obstáculo principal para lograr la mano de la esquiva Dánae. Para ello, el rey de Sérifos celebró un gran banquete en el que cada invitado debía llevar un regalo. Pero no un regalo cualquiera: el rey pidió a los asistentes que, con la excusa de que estaba reuniendo una dote para pedir la mano de Hipodamia, la hija de rey de Pisa, Oinomanos, le regalaran caballos.

Artículo recomendado

Jason y los Argonautas en el Argo, serigrafía realizada por la Escuela Americana en el año 1918.

Jasón y los Argonautas: en busca del Vellocino de Oro

Leer artículo

Protegido por los dioses

Así, sin ningún presente que poder ofrecer al rey, Perseo propuso a Polidectes que le pidiera algo a lo que él no se pudiera negar. ¡Por fin!, pensó para sus adentros el soberano. Aquella parecía la oportunidad que había estado esperando para deshacerse del joven. Polidectes lanzó entonces un desafío a Perseo, creyendo que el muchacho no lo podría cumplir: traerle la cabeza de Medusa, la más temible de las tres gorgonas, que con su mirada podía convertir a los hombres en estatuas de piedra. Pero el desafío no terminaba allí; Polidectes puso además otra condición: si Perseo no conseguía traer la cabeza de Medusa, el rey se casaría con su madre.

El reto parecía imposible, pero Perseo no estaba solo: recibió la inestimable ayuda de los dioses. Hades, el dios de los infiernos, le regaló un casco que lo hacía invisible; Hermes, el mensajero de los dioses, le obsequió una hoz muy afilada, propiedad de Zeus, con la que extraer las escamas que protegían el cuello de Medusa, además de sus sandalias aladas, y Atenea le ofreció una espada y un escudo tan pulido que lo podía usar como espejo.

El reto parecía imposible, pero Perseo no estaba solo: recibió la inestimable ayuda de los dioses Hades, Hermes y Atenea.

Hermes y Atenea entregan sus armas a Perseo. Grabado por Jan Harmensz Muller. 1604.

Hermes y Atenea entregan sus armas a Perseo. Grabado por Jan Harmensz Muller. 1604.

Hermes y Atenea entregan sus armas a Perseo. Grabado por Jan Harmensz Muller. 1604.

Bridgeman

Gracias al consejo de Hermes y de Atenea, Perseo se dirigió hacia el oeste en busca de las tres Grayas, unas viejas brujas que compartían un solo diente y un solo ojo. Mientras vigilaban la entrada a la morada de las gorgonas, las tres ancianas se pasaban el ojo y el diente la una a la otra para poder comer mientras la otra vigilaba. Fue entonces cuando Perseo se los arrebató hábilmente. Ante el enfado de las brujas, el héroe prometio devolvérselos a cambio de que le dijeran dónde podía encontrar a las ninfas, unas deidades benefactoras que le podían prestar su ayuda.

Artículo recomendado

Heracles lucha contra Cerbero. Óleo por Pedro Pablo Rubens. 1636. Museo del Prado, Madrid.

Cerbero, el perro monstruoso que vigilaba el inframundo

Leer artículo

En busca de Medusa

Las tres brujas, ciegas, y ante la amenaza de morirse de hambre, cedieron a las pretensiones de Perseo y le indicaron el trayecto hasta las Hespérides, el lugar donde vivían las ninfas. A su llegada, las deidades le entregaron una especie de zurrón llamado kibisis donde poder guardar la cabeza decapitada de Medusa, ya que su mirada, incluso muerta, era igual de letal.

Las tres brujas, ciegas, y ante la amenaza de morirse de hambre, cedieron a las pretensiones de Perseo.

Perseo y las tres Grayas, cuadro de Edward Burne-Jones pintado en 1892. Galería Estatal, Stuttgart.

Perseo y las tres Grayas, cuadro de Edward Burne-Jones pintado en 1892. Galería Estatal, Stuttgart.

Perseo y las tres Grayas, cuadro de Edward Burne-Jones pintado en 1892. Galería Estatal, Stuttgart.

PD
Cabeza de Medusa. Cuadro de Pedro Pablo Rubens. 1617. Museo de Historia del Arte, Viena.

Cabeza de Medusa. Cuadro de Pedro Pablo Rubens. 1617. Museo de Historia del Arte, Viena.

Cabeza de Medusa. Cuadro de Pedro Pablo Rubens. 1617. Museo de Historia del Arte, Viena.

Bridgeman

Perfectamente pertrechado, y usando las sandalias voladoras, Perseo se dirigió a los confines de la Tierra, hacia  Oriente, donde los griegos creían que se encontraba el reino de los muertos y donde reinaba una oscuridad perpetua. Cuando entró en la cueva donde vivían las gorgonas halló a Medusa dormida. Valiéndose de su escudo para reflejar la imagen del monstruo, y siendo invisible gracias a su casco, se pudo acercar hasta ella y de un certero golpe con su espada logró decapitarla.

De su cuello cercenado de Medusa surgieron dos seres: Pegaso, un caballo alado, y Crisaor, un gigante que blandía una espada de oro. Las hermanas de Medusa, al ver su cuerpo inerte buscaron en vano al culpable de su muerte, Perseo, que aún invisible gracias a su casco mágico había huido montado a lomos de Pegaso.

Artículo recomendado

The Minotaur, cuadro pintado pr el artista inglés George Frederic Watts en el año 1885 (Tate Britain).

La leyenda del Minotauro, el terrorífico monstruo mitad hombre y mitad toro

Leer artículo

La venganza de Poseidón

Durante su viaje de regreso, Perseo sobrevoló las costas de Etiopía, tierra mítica que estaba gobernada por el rey Cefeo y la reina Casiopea, la cual había ofendido seriamente a Poseidón, el dios de los mares, afirmando que su hija Andrómeda era igual de bella que las Nereidas, unas ninfas marinas. Poseidón montó en cólera, inundó la Tierra y envío a una serpiente marina llamada Cetus para devorar a los hombres y a los animales.

Durante su viaje de regreso, Perseo sobrevoló las costas de Etiopía, tierra mítica que estaba gobernada por el rey Cefeo y la reina Casiopea.

Triunfo de Neptuno, mosaico procedente de la Casa de Wadi Blibane, en Susa (Túnez).

Triunfo de Neptuno, mosaico procedente de la Casa de Wadi Blibane, en Susa (Túnez).

Triunfo de Neptuno, mosaico procedente de la Casa de Wadi Blibane, en Susa (Túnez).

Bridgeman

Tras consultar a un oráculo, este reveló que la paz no regresaría al reino hasta que Casiopea ordenara encadenar a su hija Andrómeda a una roca para que esta fuera devorada por el monstruo. Ante la amenaza de destrucción del reino, a los afligidos padres no les quedó más remedio que ceder. Los gritos de desesperación de la joven Andrómeda ante la inminencia de su terrible muerte alertaron a Perseo el cual, nada más verla, se enamoró perdidamente de ella.

Artículo recomendado

John William Waterhouse A Mermaid

Sirenas griegas, los pájaros de la muerte

Leer artículo

Perseo mata al monstruo marino

El héroe descendió hasta la playa y se ofreció a salvarla si Cefeo y Casiopea le concedían su mano a cambio. A regañadientes, ya que los monarcas no sabían quién era aquel aventurero, aceptaron, y Perseo se calzó las sandalias aladas, se puso el casco que le otorgaba la invisibilidad y se dirigió con decisión hacia el monstruo.

De hecho, existen varias versiones sobre la manera en que Perseo mató a Cetus. Una de ellas cuenta que el héroe le cortó la cabeza y luego lo petrificó con la cabeza de Medusa. En otras, Perseo petrificó al monstruo reflejando la mirada de la cabeza cercenada de la gorgona en las cristalinas aguas del mar.

Perseo cortó la cabeza a Cetus y luego lo petrificó mostrándole la cabeza cercenada de Medusa.

Perseo y Andrómeda. Cuadro pintado por Tiziano. Colección Wallace.

Perseo y Andrómeda. Cuadro pintado por Tiziano. Colección Wallace.

Perseo y Andrómeda. Cuadro pintado por Tiziano. Colección Wallace.

PD

El caso es que Perseo rescató a la bella Andrómeda, pero su boda con la hija de Cefeo no fue lo rápida que él había esperado, y es que Casiopea había prometido a su hija al hermano de su marido, Fineo, por lo que Perseo tuvo que batirse en duelo con el inesperado pretendiente y todo su séquito. De nuevo, Perseo hizo uso de la cabeza de Medusa y petrificó a todos sus rivales. De este modo consiguió finalmente casarse con su amada.

Artículo recomendado

La Atlántida, situada entre Europa y América del Sur en un mapa alemán de 1785.

La Atlántida, arqueología de un mito

Leer artículo

PersEo se venga de Polidectes

De regreso a Sérifos junto a Andrómeda, Perseo recibió la noticia de que su madre y Dictis se habían tenido que refugiar en un templo para escapar de los abusos de Polidectes. Indignado y furioso, Perseo salió en busca del malvado Polidectes y lo sorprendió junto a sus amigos celebrando un banquete en su palacio. Polidectes, asombrado de que Perseo aún estuviera con vida, se negó a creer que hubiera podido cumplir tan difícil misión y se burló de él. Entonces Perseo echó mano del zurrón y sacó la cabeza de Medusa.

De regreso a Sérifos junto a Andrómeda, Perseo recibió la noticia de que su madre y Dictis se habían tenido que refugiar para escapar de los abusos de Polidectes.

La liberación de Andrómeda. Cuadro pintado por Pierre Mignard en 1679. Museo del Louvre, París.

La liberación de Andrómeda. Cuadro pintado por Pierre Mignard en 1679. Museo del Louvre, París.

La liberación de Andrómeda. Cuadro pintado por Pierre Mignard en 1679. Museo del Louvre, París.

PD

Cuando la mirada de la terrible gorgona se posó en la de Polidectes y sus invitados, todos se convirtieron de inmediato en estatuas de piedra. En una versión del escritor romano Cayo Julio Higinio, Polidectes intentó matar a traición a Perseo, pero este llegó justo a tiempo para mostrar la cabeza de la gorgona y convertirlo en estatua de piedra. Sea como fuere, tras restituir el reino a Dictis, Perseo entregó la cabeza de Medusa a la diosa Atenea, que desde aquel momento la añadió a su escudo (la égida). 

A continuación, Perseo abandonó la isla de Sérifos y puso rumbo a Argos en compañía de su madre y de su esposa Andrómeda. Cuando Acrisio, su abuelo, recibió la noticia del regreso de Perseo temió que al final se cumpliese la profecía que le había vaticinado el oráculo y huyó al mítico país de los pelasgos, donde asistió a unos juegos organizados por Teutámides, el rey de Larisa. Pero lo que Acrisio no sabía es que Perseo también había asistido a los juegos como participante.

Artículo recomendado

Maqueta del caballo de Troya utilizada para rodar la película Troya.

Tras las huellas del mítico caballo de Troya

Leer artículo

Un final poco heroico

En el transcurso de una de las competiciones, Perseo lanzó un disco con tan mala fortuna que golpeó en la cabeza a Acrisio, que murió a consecuencia del golpe. Abatido por la muerte accidental de su abuelo, Perseo asistió a las exequias y partió hacia Tirinto, donde reinaba su primo Megapentes, ya que el héroe se negó a reinar en Argos tras la muerte de Acrisio. Así pues, los primos intercambiaron reinos: Megapentes reinó en Argos y Perseo en Tirinto.

En el transcurso de una competición, Perseo lanzó un disco con tan mala fortuna que golpeó en la cabeza a Acrisio, causándole la muerte.

Medusa, cuadro pintado por Arnold Böcklin en 1878. Museo Nacional de Alemania, Núremberg.

Medusa, cuadro pintado por Arnold Böcklin en 1878. Museo Nacional de Alemania, Núremberg.

Medusa, cuadro pintado por Arnold Böcklin en 1878. Museo Nacional de Alemania, Núremberg.

PD

Con el tiempo, Perseo fundó otra ciudad, Micenas, y tuvo cuatro hijos con Andrómeda: Electrión, Alceo, Perses y Esténelo, y una hija, Gorgófone. Su final, sin embargo, parece ser que no fue demasiado heroico. Según una versión del mito, cuando Perseo ya llevaba varios años gobernando en Micenas fue asesinado por su primo Megapentes, que le acusó del asesinato en el pasado de su padre Preto (al que, al parecer, Perseo habría convertido en piedra con la cabeza de Medusa). Tras su muerte, y con el fin de honrar el coraje y la valentía que Perseo había mostrado a lo largo de su vida, los dioses lo convirtieron en una constelación, así como a su esposa Andrómeda y a los padres de esta, Casiopea y Cefeo. 

Perseo en el arte

Muchas han sido las representaciones de Perseo en la historia del arte, Así, el héroe aparece tocado con sombrero, sandalias aladas y el kibisis con la cabeza de Medusa sobre su hombro en una cerámica ática de finales del siglo VII a.C. La cabeza de Medusa (el gorgoneion) se convirtió en un motivo habitual en el arte griego, y se tenía la creencia de que ayudaba a alejar a las fuerzas del mal. Una representación de la gorgona la hallamos también en el frontón del templo de Artemisa en Corfú, mostrando sus atributos típicos: el cabello cuajado de serpientes, los ojos grandes y saltones, la nariz ancha y la lengua fuera.

Muchas han sido las representaciones de Perseo en la historia del arte, Así, el héroe aparece tocado con sombrero, sandalias aladas y el kibisis.

Estatua de Perseo sosteniendo la cabeza de Medusa  realizada por Benvenuto Cellini. Plaza de la Señoría, Florencia.

Estatua de Perseo sosteniendo la cabeza de Medusa  realizada por Benvenuto Cellini. Plaza de la Señoría, Florencia.

Estatua de Perseo sosteniendo la cabeza de Medusa  realizada por Benvenuto Cellini. Plaza de la Señoría, Florencia.

PD

Asimismo, un ánfora corintia del año 560 a.C. muestra a Perseo atacando a Cetus, que está a punto de devorar a Andrómeda, y a mediados del siglo VI a.C., en una ánfora calcídica, se representa a Perseo recibiendo el casco, las sandalias aladas y el zurrón de manos de los dioses. Las cerámicas áticas suelen representar asimismo a Dánae y a Perseo encerrados en el cofre de madera.

Perseo ha sido a lo largo del tiempo objeto de muchas y muy famosas esculturas, obra de artistas como Benvenuto Cellini o Salvador Dalí. El héroe también es el protagonista de cuadros de pintores como Piero di Cosimo o Edward Burne-Jones. En la actualidad, el mito de Perseo, como no podía ser de otra manera, también ha llegado a la gran pantalla y esta trepidante historia ha sido del argumento de varias películas como Furia de titanes, del año 1981, dirigida por Desmond Davis, y de un remake de este mismo film, dirigido por Louis Leterrier en 2010.