La derrota que marcó a Carlomagno

La batalla de Roncesvalles, entre historia y leyenda

Batalla de Roncesvalles

Batalla de Roncesvalles

Foto: Bibliothèque nationale de France

El 15 de agosto del año 778 fue uno de los días más tristes en el reinado del emperador Carlomagno. Había tenido que interrumpir su campaña hispánica para sofocar una revuelta en Sajonia y, además, en el camino de regreso sufrió una emboscada que diezmó su ejército. Ese episodio, conocido como la batalla de Roncesvalles, se convirtió en inspiración para la leyenda literaria de Roldán, uno de los comandantes que murió en ella.

El sueño del emperador

Carlomagno era nieto de Carlos Martel, el hombre que en el año 732 había puesto freno a la expansión musulmana por Europa en la batalla de Poitiers. Como emperador y como hombre de profunda fe, el sueño de Carlomagno era seguir los pasos de su abuelo y retomar la península Ibérica a los emires de Córdoba. Sin embargo, teniendo varios frentes bélicos abiertos se tenía que conformar, por el momento, con crear una zona colchón al sur de los Pirineos, la Marca Hispánica.

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En el 777 pareció presentársele una ocasión propicia para empezar a construirla: una delegación de los valíes -gobernadores andalusíes- del norte le ofreció el vasallaje de los territorios desde Barcelona hasta Zaragoza a cambio de su ayuda para rebelarse contra el emir Abderramán I. Carlomagno aceptó y dirigió su ejército hasta Pamplona, pero durante el asedio de Zaragoza recibió la noticia de una sublevación sajona. El rey franco no tuvo más remedio que dar por terminada la campaña y emprender la vuelta a marchas forzadas, llevándose como rehén al valí de Barcelona, Sulaymán al-Arabí, que le había traicionado.

Fue en el camino de regreso cuando la retaguardia de su ejército sufrió una emboscada, aprovechando la estrechez del camino y la protección de los árboles. Los atacantes lanzaron grandes rocas por la ladera superior del camino, masacrando a los soldados y arrojándoles al precipicio. La sección de retaguardia fue aniquilada, pero el resto del ejército logró escapar aunque a costa de una terrible humillación.

Monumento de la batalla de Roncesvalles en la localidad homónima

Monumento de la batalla de Roncesvalles en la localidad homónima

Foto: Cruccone (CC)

Épica nacida de la derrota

Los detalles de la emboscada difieren considerablemente según la fuente, puesto que las crónicas se mezclan con el Cantar de Roldán, poema épico escrito unos tres siglos después y que prima el relato heroico por encima del histórico. Atendiendo a la veracidad, las fuentes más fiables del hecho serían las más cercanas en el tiempo: la Vita Karoli Magni escrita por el monje Eginardo -del que se podría cuestionar la imparcialidad, siendo biógrafo de corte de Carlomagno- y los Anales del reino de los francos, compuestos de forma gradual a lo largo de la dinastía carolingia.

Ambas coinciden en atribuir la autoría del ataque a tribus vasconas, contrariamente al Cantar de Roldán, que la atribuye a soldados de al-Arabí que intentaban liberar a su señor. Además, esta obra da un protagonismo importante a Roldán, comandante de la Marca de Bretaña. Hay que considerar que el Cantar se escribió probablemente a finales del siglo XI, en un momento de especial antagonismo entre la Cristiandad y el Islam que desembocaría en la Primera Cruzada, y que su objetivo no era narrar hechos históricos sino representar el ideal del caballero cristiano que se sacrifica por su señor en combate contra los ejércitos musulmanes.

El Cantar de Roldán no pretende narrar hechos históricos, sino representar el ideal del caballero cristiano que se sacrifica por su señor en combate contra los musulmanes.

No obstante, la influencia del Cantar es tal que incluso da nombre al hecho: sitúa el episodio en Roncesvalles, mientras que la Vita Karoli Magni y los Anales del reino de los francos no especifican un lugar concreto, y estudios posteriores han propuesto ubicaciones alternativas basadas en la orografía y el trazado de la antigua calzada romana. También transforma en “batalla” lo que fue una emboscada posiblemente orquestrada para hacer huir al ejército franco y, de paso, robarles armas y armaduras.

El cantar de Roldán

El cantar de Roldán

Esta ilustración de las Grandes Crónicas de Francia recoge en una sola imagen los episodios del Cantar de Roldán. Este es el personaje del centro, abatido bajo un árbol: su orgullo es lo que provoca la derrota de los francos, ya que no hace sonar el cuerno para advertir al resto del ejército del ataque, por temor a quedar como un cobarde.

Foto: Museo del Hermitage

Un lugar maldito

De lo que no hay duda es que la humillación de Roncesvalles influyó de forma importante en los planes de Carlomagno para la península Ibérica. Aunque retomó las campañas hispánicas unos años después, no las dirigió personalmente y centró sus esfuerzos en asegurar el control de las tierras situadas inmediatamente al sur de los Pirineos. Logró capturar Barcelona, pero renunció en cambio a tomar Zaragoza, que había sido un objetivo principal en su primera campaña: los valíes del norte actuaban con relativa independencia de Córdoba, servían como un segundo cojín entre la Marca Hispánica y el emirato, y podían incluso ser aliados ocasionales.

Como si se tratara de una maldición, Roncesvalles fue el escenario de una segunda derrota carolingia en el 824, bajo el reinado de Ludovico Pío, hijo y sucesor de Carlomagno. En esa ocasión, una alianza de jefes cristianos y musulmanes frustró el intento del rey franco de ampliar la Marca Hispánica hacia el oeste. Esta segunda derrota facilitó la fundación del Reino de Pamplona, impidiendo definitivamente una ulterior penetración franca en la península.

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