profeta Que es, Concepto y Definicion
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profeta Que es, Concepto y Definicion




profeta - Diccionario Español

(Del lat. propheta, y este del gr. profµty*s).

1. m. Poseedor del don de profecía.

2. m. Hombre que por señales o cálculos hechos previamente, conjetura y predice acontecimientos futuros.

3. m. Hombre que habla en nombre y por inspiración de Dios.

Profeta - Diccionario Perspicacia

Persona mediante la cual Dios da a conocer su voluntad y propósito. (Lucas 1:70) «Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio». (Hechos 3:18-21). Si bien se desconoce la etimología de la voz hebrea para profeta (na·ví´), el uso bíblico del término muestra que los verdaderos profetas no eran simples proclamadores, sino voceros de Dios, ‘hombres de Dios’ con mensajes inspirados (1 Reyes 12:22-23), (2 Reyes 4:9) «Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios». (2 Reyes 23:17) «Después dijo: ¿Qué monumento es este que veo? Y los de la ciudad le respondieron: Este es el sepulcro del varón de Dios que vino de Judá, y profetizó estas cosas que tú has hecho sobre el altar de Bet-el». que estaban de pie en el “grupo íntimo” de Dios y a quienes Él revelaba su “asunto confidencial”. (Jeremías 23:18) «Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?». (Amós 3:7) «Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas». (1 Reyes 17:1) «Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra». véase VIDENTE.)

El término griego pro·fe·tes, que significa literalmente “proclamador [gr. pro, “ante” o “delante de”, y fe·mí, “decir”]”, designa a la persona que declara o da a conocer mensajes atribuidos a una fuente divina. (Compárese con (Tito 1:12) «Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos». Aunque en este concepto entra la predicción del futuro, este no es el significado fundamental de la palabra. (Compárese con (Jueces 6:7-10). Ahora bien, para que una persona viva en armonía con la voluntad de Dios ha de conocer cuáles son los propósitos revelados de Jehová para el futuro, a fin de que pueda conformar sus caminos, deseos y metas a la voluntad divina. Por consiguiente, en la gran mayoría de los casos, los profetas bíblicos transmitieron mensajes que tenían una relación directa o indirecta con el futuro.

Las funciones del profeta en las Escrituras Hebreas. El primer vocero humano de Dios obviamente fue Adán, quien al principio transmitió las instrucciones divinas a su esposa Eva, y en ese sentido desempeñó el papel de profeta. Aquellas instrucciones no solo estaban relacionadas con su presente, sino también con el futuro, pues daban a conocer el propósito de Dios para la Tierra y la humanidad, así como el proceder que los humanos tenían que seguir para disfrutar de un futuro bendito. (Génesis 1:26-30); (Génesis 2:15-17, 23-24); (Génesis 3:1-3). El primer profeta humano fiel que se menciona fue Enoc, en cuyo mensaje había una predicción específica del futuro. (Judas 1:17, 15). Tanto Lamec como su hijo Noé proclamaron revelaciones inspiradas del propósito y la voluntad de Dios. (Génesis 5:28, 29); (Génesis 9:24-27); (2 Pedro 2:5) «y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos».

La palabra na·ví´ se aplica por primera vez a Abrahán. (Génesis 20:7) «Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos». Este patriarca no se destacó por predecir el futuro, y menos de una manera pública. Sin embargo, Dios le había dado un mensaje, una promesa profética. Abrahán tuvo que sentirse movido a hablar de ese mensaje, en especial a su familia, explicando por qué dejaba Ur y cuál era la promesa que Dios le había hecho. (Génesis 12:1-3); (Génesis 13:14-17); (Génesis 22:15-18). De manera similar, Isaac y Jacob, los herederos de la promesa, fueron “profetas” que tuvieron una comunicación íntima con Dios. (Salmos 105:9-15). Además, pronunciaron bendiciones proféticas a favor de sus hijos. (Génesis 27:27-29, 39-40); (Génesis 49:1-28). Con la excepción de Job y Elihú, mediante quienes Dios reveló Sus verdades antes del éxodo, a todos los profetas verdaderos desde entonces hasta el siglo I E.C. se les escogió de entre los descendientes de Jacob (los israelitas).

Con Moisés, las funciones del profeta se enfocan de manera más definida. Jehová destaca la posición del profeta como Su vocero al designar a Aarón como “profeta” o “boca” para Moisés, mientras que este ‘le servía a Aarón de Dios’. (Éxodo 4:16) «Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios». (Éxodo 7:1, 2). Moisés predijo muchos acontecimientos que tuvieron un cumplimiento inmediato, como fue el caso de las diez plagas. Sin embargo, él sirvió de profeta o vocero divino de una manera aún más impresionante al transmitir el pacto de la Ley en Sinaí y al instruir a la nación acerca de la voluntad de Dios. Aunque el pacto de la Ley fue de un inmenso valor para los israelitas como código y guía moral, también señaló hacia el futuro a las ‘mejores cosas por venir’. (Gálatas 3:23-25); (Hebreos 8:6) «Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas». (Hebreos 9:23, 24). La íntima comunicación, muchas veces bilateral, que Moisés tenía con Dios, así como el que Él lo utilizase para transmitir el entendimiento mucho más amplio de Su voluntad y propósito, hizo que su posición profética fuese sobresaliente. (Éxodo 6:2-8); (Deuteronomio 34:10) «Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara». Su hermano Aarón y su hermana Míriam, así como 70 ancianos de la nación, también rindieron un servicio profético, pues transmitieron mensajes o consejos divinos (aunque no necesariamente predicciones). (Éxodo 15:20) «Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas». (Números 11:25) «Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron». (Números 12:1-8).

Aparte del hombre citado en (Jueces 6:8) «Jehová envió a los hijos de Israel un varón profeta, el cual les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Yo os hice salir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre». a quien no se identifica, la profetisa Débora fue la única persona mencionada específicamente en el libro de Jueces que rendía servicio profético. (Jueces 4:4-7); (Jueces 5:7) «Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, Hasta que yo Débora me levanté, Me levanté como madre en Israel». Sin embargo, el que no aparezca el término na·ví´ no significa que no hubiera otras personas que fueran profetas. Para el tiempo de Samuel, “la palabra de Jehová se había hecho rara [...]; no se diseminaba visión alguna”. Samuel sirvió de vocero de Dios desde su juventud, y el cumplimiento de los mensajes divinos hizo que todos lo reconociesen como “persona acreditada para el puesto de profeta para Jehová”. (1 Samuel 3:1-14, 18-21).

Una vez instaurada la monarquía, aparece una línea de profetas casi continua. (Compárese con (Hechos 3:24) «Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días». Gad empezó a profetizar antes de la muerte de Samuel. (1 Samuel 22:5) «Pero el profeta Gad dijo a David: No te estés en este lugar fuerte; anda y vete a tierra de Judá. Y David se fue, y vino al bosque de Haret». (1 Samuel 25:1) «Murió Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Y se levantó David y se fue al desierto de Parán». Tanto él como el profeta Natán fueron destacados durante el reinado de David (2 Samuel 7:2-17); (2 Samuel 12:7-15); (2 Samuel 24:11-14, 18), y al igual que otros profetas posteriores, fueron consejeros e historiadores reales. (1 Crónicas 29:29) «Y los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente, en las crónicas del profeta Natán, y en las crónicas de Gad vidente». (2 Crónicas 9:29) «Los demás hechos de Salomón, primeros y postreros, ¿no están todos escritos en los libros del profeta Natán, en la profecía de Ahías silonita, y en la profecía del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat?». (2 Crónicas 29:25) «Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas». (2 Crónicas 25:15, 16). Dios se valió del propio David para pronunciar ciertas revelaciones, por lo que el apóstol Pedro le llama “profeta”. (Hechos 2:25-31, 34). Después de dividirse el reino, hubo profetas fieles tanto en el reino septentrional como en el meridional. Algunos fueron enviados a declarar mensajes proféticos ante los caudillos y el pueblo de ambos reinos. Entre los profetas del exilio y posteriores estuvieron Daniel, Ageo, Zacarías y Malaquías.

Los profetas desempeñaron un cometido vital en mantener la adoración verdadera. Su actividad sirvió de freno para los reyes de Israel y Judá, pues censuraban valerosamente a los gobernantes que erraban (2 Samuel 12:1-12), y proclamaban los juicios de Dios contra los inicuos. (1 Reyes 14:1-16); (1 Reyes 16:1-7, 12). Cuando el sacerdocio se desvió y corrompió, Jehová se valió de los profetas para fortalecer la fe de un resto justo y para señalar a los descarriados el camino de regreso al favor divino. Al igual que Moisés, en muchas ocasiones los profetas fueron intercesores y oraron a Dios a favor del rey y del pueblo. (Deuteronomio 9:18-29); (1 Reyes 13:6) «Entonces respondiendo el rey, dijo al varón de Dios: Te pido que ruegues ante la presencia de Jehová tu Dios, y ores por mí, para que mi mano me sea restaurada. Y el varón de Dios oró a Jehová, y la mano del rey se le restauró, y quedó como era antes». (2 Reyes 19:1-4); compárese con (Jeremías 7:16) «Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré». (Jeremías 14:11, 12). En tiempos de crisis o de gran necesidad se mantenían especialmente activos. Daban esperanza para el futuro, como cuando sus mensajes predecían las bendiciones del gobierno mesiánico. De esa manera, no solo beneficiaron a los que vivían en aquel tiempo, sino también a las generaciones que les sucedieron hasta nuestros días. (1 Pedro 1:10-12). Sin embargo, mientras cumplían con su deber, tuvieron que aguantar mucho oprobio, mofa y hasta maltrato físico. (2 Crónicas 36:15, 16); (Jeremías 7:25, 26); (Hebreos 11:32-38). Pero los que les daban una buena acogida recibían bendiciones espirituales y otros beneficios. (1 Reyes 17:8-24); (2 Reyes 4:8-37); compárese con (Mateo 10:41) «El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá».

Cómo se les nombraba e inspiraba. Aunque el puesto de profeta no dependía de pertenecer a un linaje determinado, varios profetas fueron de la tribu de Leví (como Samuel, Zacarías el hijo de Jehoiadá, Jeremías y Ezequiel), y algunos descendientes de profetas también lo fueron. (1 Reyes 16:7) «Pero la palabra de Jehová por el profeta Jehú hijo de Hanani había sido contra Baasa y también contra su casa, con motivo de todo lo malo que hizo ante los ojos de Jehová, provocándole a ira con las obras de sus manos, para que fuese hecha como la casa de Jeroboam; y porque la había destruido». (2 Crónicas 16:7) «Entonces, en aquel día, David comenzó a aclamar a Jehová por mano de Asaf y de sus hermanos». (Zacarías 1:1-2). Tampoco era una profesión en la que se entraba por propia iniciativa: Dios escogía a los profetas y los nombraba por medio de espíritu santo (Números 11:24-29); (Ezequiel 1:1-3); (Amós 7:14, 15), que era el medio que les comunicaba lo que tenían que proclamar. (Hechos 28:25-26). (2 Pedro 1:21) «porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo». Al principio algunos no estuvieron muy dispuestos a cumplir con su misión. (Éxodo 3:11) «Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?». (Éxodo 4:10-17); (Jeremías 1:4-10). En el caso de Eliseo, este recibió su nombramiento divino de Elías, su predecesor, lo que se simbolizó arrojando su manto o prenda de vestir oficial sobre Eliseo. (1 Reyes 19:19-21).

Aunque a los profetas se les había nombrado por el espíritu de Jehová, parece ser que no hablaban continuamente bajo inspiración. Más bien, el registro bíblico indica que el espíritu de Dios ‘caía sobre ellos’ en ciertas ocasiones, y revelaba los mensajes que debían anunciar. (Ezequiel 11:4, 5); (Miqueas 3:8) «Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado». Esto tenía un efecto animador en ellos y los impelía a hablar. (1 Samuel 10:10) «Y cuando llegaron allá al collado, he aquí la compañía de los profetas que venía a encontrarse con él; y el Espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos». (Jeremías 20:9) «Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude». (Amós 3:8) «Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?». Seguramente, no solo hicieron cosas fuera de lo normal, sino que también su porte y manera de expresarse reflejarían una intensidad y sentimiento extraordinarios. Este hecho puede explicar en parte lo que significa la expresión ‘portarse como profeta’. (1 Samuel 10:6-11); (1 Samuel 19:20-24); (Jeremías 29:24-32); compárese con (Hechos 2:4, 12-17); (Hechos 6:15) «Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel». (Hechos 7:55) «Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios». Puesto que estaban completamente absortos en su misión y se dedicaban a ella con celo y valor, es posible que a los demás les pareciera extraño o hasta irracional su comportamiento, como pensaron de cierto profeta unos jefes militares cuando se ungió a Jehú. Sin embargo, una vez que se dieron cuenta de que aquel hombre era un profeta, los jefes tomaron muy en serio su mensaje. (2 Reyes 9:1-13); compárese con (Hechos 26:24, 25). Cuando a Saúl, que iba en persecución de David, se le hizo ‘portarse como profeta’, se desvistió de sus prendas de vestir y “quedó caído desnudo todo aquel día y toda aquella noche”, un tiempo que David aprovechó para escapar. (1 Samuel 19:18) «Huyó, pues, David, y escapó, y vino a Samuel en Ramá, y le dijo todo lo que Saúl había hecho con él. Y él y Samuel se fueron y moraron en Naiot». Este relato no quiere decir que los profetas fueran desnudos con frecuencia, pues el registro bíblico indica todo lo contrario. En los otros dos casos que se registran, los profetas anduvieron desnudos con un propósito: representar algún aspecto de su profecía. (Isaías 20:2-4); (Miqueas 1:8-11). No obstante, no se explica el propósito de la desnudez de Saúl, si fue para mostrarle como un mero hombre, desprovisto de su atuendo real e impotente ante la autoridad y poder real de Jehová, o si hubo alguna otra razón.

Jehová utilizó varios medios para inspirar a sus profetas: comunicación verbal por medio de ángeles (Éxodo 3:2-4); compárese con (Lucas 1:11-17); (Hebreos 1:1, 2); (Hebreos 2:1, 2), visiones que impresionaban el mensaje de Dios en la mente consciente (Isaías 1:1) «Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá». (Habacuc 1:1) «La profecía que vio el profeta Habacuc». sueños o visiones nocturnas mientras dormían (Daniel 7:1) «En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del asunto». y mensajes transmitidos cuando se hallaban en trance (Hechos 10:10, 11); (Hechos 22:17-21). En ciertas ocasiones la música podía contribuir a que el profeta recibiera la comunicación divina. (1 Samuel 10:5) «Después de esto llegarás al collado de Dios donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando». (2 Reyes 3:15) «Mas ahora traedme un tañedor. Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová vino sobre Eliseo». Del mismo modo, la proclamación del mensaje inspirado también se efectuó de diversas maneras. (Hebreos 1:1) «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas». Por lo general, el profeta lo proclamó tanto en lugares públicos como en regiones escasamente pobladas. (Jeremías 7:1, 2); (Jeremías 36:4-13); (Mateo 3:3) «Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas». Pero podía representar el mensaje por medio de símbolos, gestos y acciones simbólicas, como cuando Ezequiel representó el sitio de Jerusalén con un ladrillo, o como ocurrió con el matrimonio de Oseas y Gómer. (Ezequiel 4:1-3); (Oseas 1:2, 3); compárese con (1 Reyes 11:30-39); (2 Reyes 13:14-19); (Jeremías 19:1, 10, 11); véanse INSPIRACIÓN; SUEÑOS; VISIÓN.)

Cómo se distinguían los verdaderos de los falsos. Si bien es cierto que en algunos casos, como los de Moisés, Elías, Eliseo y Jesús, los profetas de Dios hicieron obras milagrosas que dieron prueba fehaciente de la autenticidad de su mensaje y comisión de profetas, no hay registro de que todos las realizasen. Los tres elementos esenciales para demostrar las credenciales de un profeta verdadero eran según la ley dada a Moisés: el profeta verdadero hablaría en el nombre de Jehová, las predicciones se cumplirían (Deuteronomio 18:20-22). y sus profecías fomentarían la adoración verdadera y estarían en conformidad con la palabra y los mandamientos revelados de Dios. (Deuteronomio 13:1-4). Este último era probablemente el más importante y decisivo, pues alguien podría usar hipócritamente el nombre de Dios y su predicción podía cumplirse por coincidencia. Pero el profeta verdadero no era simplemente un pronosticador, ni tampoco era esa su labor principal, como ya se ha mostrado. Más bien, su función era defender la justicia, y su mensaje trataba principalmente de normas morales y su aplicación. Él expresaba las normas de Dios en cuanto a diversos asuntos. (Isaías 1:10-20); (Miqueas 6:1-12). Por consiguiente, no era necesario esperar años o generaciones para determinar si el profeta era verdadero o falso sobre la base del cumplimiento de su predicción. Su mensaje era falso si contradecía la voluntad y las normas que Dios había revelado. Por ello, si un profeta predecía paz para Israel o Judá en un tiempo en que el pueblo desobedecía la Palabra y la ley de Dios, forzosamente tenía que ser falso. (Jeremías 6:13, 14); (Jeremías 14:11-16).

La advertencia posterior de Jesús con respecto a los falsos profetas estaba en consonancia con la que dio Moisés. Aunque emplearan su nombre e hicieran “señales y prodigios para descarriar”, sus frutos demostrarían que eran “obradores del desafuero”. (Mateo 7:15-23); (Marcos 13:21-23); compárese con (2 Pedro 2:1-3); (1 Juan 4:1-3).

El profeta verdadero nunca predecía con la única finalidad de satisfacer la curiosidad humana. Todas sus predicciones tenían que ver con la voluntad, el propósito, las normas o el juicio de Dios. (1 Reyes 11:29-39); (Isaías 7:3-9). Los acontecimientos que predecía para el futuro solían ser la consecuencia de las condiciones existentes: tal como las personas sembraran, así segarían. Los falsos profetas calmaban al pueblo y a sus líderes con promesas tranquilizadoras de que, a pesar de su proceder injusto, Dios todavía estaba con ellos para protegerlos y darles prosperidad. (Jeremías 23:16-20); (Jeremías 28:1-14); (Ezequiel 13:1-16); compárese con (Lucas 6:26) «¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas». Su lenguaje y acciones simbólicas imitaban los de los profetas verdaderos. (1 Reyes 22:11) «Y Sedequías hijo de Quenaana se había hecho unos cuernos de hierro, y dijo: Así ha dicho Jehová: Con éstos acornearás a los sirios hasta acabarlos». (Jeremías 28:10-14). Aunque algunos fueron unos impostores, muchos probablemente eran profetas que con el tiempo habían desobedecido o apostatado. (Compárese con (1 Reyes 18:19) «Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel». (1 Reyes 22:5-7); (Isaías 28:7) «Pero también éstos erraron con el vino, y con sidra se entontecieron; el sacerdote y el profeta erraron con sidra, fueron trastornados por el vino; se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el juicio». (Jeremías 23:11-15). También había mujeres que eran falsas profetisas. (Ezequiel 13:17-23); compárese con (Apocalipsis 2:20) «Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos». Lo que había sucedido es que un “espíritu de inmundicia” había reemplazado el espíritu de Dios. Debía darse muerte a todos esos falsos profetas. (Zacarías 13:2, 3); (Deuteronomio 13:5) «Tal profeta o soñador de sueños ha de ser muerto, por cuanto aconsejó rebelión contra Jehová vuestro Dios que te sacó de tierra de Egipto y te rescató de casa de servidumbre, y trató de apartarte del camino por el cual Jehová tu Dios te mandó que anduvieses; y así quitarás el mal de en medio de ti».

En el caso de aquellos que estaban a la altura de las normas divinas, el cumplimiento de ciertas profecías suyas “de corto alcance”, algunas de las cuales se realizaron simplemente al cabo de un día o de un año, dio base para confiar en que también se cumplirían sus profecías para el futuro más distante. (1 Reyes 13:1-5); (1 Reyes 14:12, 17); (2 Reyes 4:16, 17); (2 Reyes 7:1-2, 16-20).

“Hijos de los profetas.” Como explica la obra Gesenius’ Hebrew Grammar (Oxford, 1952, pág. 418), el término hebreo ben (hijo de), o benéh (hijos de), puede indicar “pertenencia a un gremio o sociedad (o a una tribu o clase definida)”. (Compárese con (Nehemías 3:8) «Junto a ellos restauró Uziel hijo de Harhaía, de los plateros; junto al cual restauró también Hananías, hijo de un perfumero. Así dejaron reparada a Jerusalén hasta el muro ancho». donde “miembro de los mezcladores de ungüentos” es literalmente “hijo de los mezcladores de ungüentos”.) Por consiguiente, la expresión “hijos de los profetas” puede que designe una escuela de instrucción para los que habían sido llamados a esta vocación o simplemente un grupo de profetas que se ayudaban entre sí. Se menciona que había dichos grupos en Betel, Jericó y Guilgal. (2 Reyes 2:3, 5); (2 Reyes 4:38) «Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas». compárese con (1 Samuel 10:5, 10). Samuel presidía un grupo en Ramá (1 Samuel 19:19, 20), y parece que Eliseo ocupaba una posición similar en su día. (2 Reyes 4:38). (2 Reyes 6:1-3), compárese con (1 Reyes 18:13) «¿No ha sido dicho a mi señor lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová; que escondí a cien varones de los profetas de Jehová de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los mantuve con pan y agua?». El registro menciona que edificaban su propio lugar donde morar y que utilizaban herramientas prestadas, lo que parece indicar que vivían modestamente. Aunque a menudo compartían el alojamiento y la comida, es posible que también recibiesen asignaciones individuales para salir en misiones proféticas. (1 Reyes 20:35-42); (2 Reyes 4:1, 2, 39); (2 Reyes 6:1-17); (2 Reyes 9:1, 2).

Los profetas en las Escrituras Griegas Cristianas. La palabra griega pro·fe·tes corresponde con la hebrea na·ví´. El sacerdote Zacarías, padre de Juan el Bautista, sirvió de profeta al revelar el propósito de Dios concerniente a su hijo Juan, quien sería “llamado profeta del Altísimo”. (Lucas 1:76). El modo de vivir sencillo de Juan, así como su mensaje, recordaba a los antiguos profetas hebreos. Se le reconocía por todas partes como profeta; hasta Herodes sintió temor por causa de él. (Marcos 1:4-6); (Mateo 21:26) «Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta». (Marcos 6:20) «porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le guardaba a salvo; y oyéndole, se quedaba muy perplejo, pero le escuchaba de buena gana». Jesús dijo que Juan era “mucho más que profeta”. (Mateo 11:7-10); compárese con (Lucas 1:16, 17); (Juan 3:27-30).

Jesús, el Mesías, era “El Profeta”, aquel que predijo Moisés y a quien se había esperado por tanto tiempo. (Juan 1:19-21, 25-27); (Juan 6:14) «Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo». (Deuteronomio 18:18, 19); (Hechos 3:19-26). Su capacidad para efectuar obras poderosas y discernir asuntos de un modo extraordinario hizo que otros le reconocieran como profeta. (Lucas 7:14-16); (Juan 4:16-19); compárese con (2 Reyes 6:12) «Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta». Él, más que ningún otro, era miembro del “grupo íntimo” de Dios. (Jeremías 23:18) «Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?». (Juan 1:18) «A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer». (Juan 5:36) «Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado». (Juan 8:42) «Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió». Citó con regularidad a profetas anteriores que testificaron sobre la comisión y el cargo que Dios le había dado. (Mateo 12:39, 40); (Mateo 21:42) «Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?». (Lucas 4:18-21); (Lucas 7:27) «Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti». (Lucas 24:25-27, 44); (Juan 15:25) «Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron». Predijo de qué manera lo traicionarían y cómo moriría; dijo que, como era profeta, moriría en Jerusalén (“la que mata a los profetas”), que sus discípulos lo abandonarían, que Pedro le negaría tres veces y que sería resucitado al tercer día. Para muchas de estas profecías se basó en otras que se encontraban en las Escrituras Hebreas. (Lucas 13:33, 34); (Mateo 20:17-19); (Mateo 26:20-25, 31-34). Además de esto, predijo la destrucción de Jerusalén y su templo. (Lucas 19:41-44); (Lucas 21:5-24). El cumplimiento exacto de todas estas predicciones durante la vida de los que le escuchaban puso una base firme para tener fe y convicción en que sus profecías sobre su presencia también se cumplirían. (Compárese con (Mateo 24); (Marcos 13); (Lucas 21).

En el Pentecostés del año 33 E.C. tuvo lugar el predicho derramamiento del espíritu de Dios sobre los discípulos reunidos en Jerusalén, y les hizo ‘profetizar y ver visiones’. Esta actividad consistió en declarar las “cosas magníficas de Dios” y en la revelación inspirada de conocimiento acerca del Hijo de Dios y del significado que este conocimiento debería tener para sus oyentes. (Hechos 2:11-40). De nuevo habría de recordarse que el profetizar no significa solo o necesariamente predecir el futuro. El apóstol Pablo declaró que “el que profetiza edifica y anima y conforta a los hombres con su habla”, y habló del profetizar como una meta apropiada y especialmente deseable que todos los cristianos deberían esforzarse por alcanzar. Así como el hablar en lenguas extranjeras era una señal para los no creyentes, el profetizar lo era para los creyentes. Sin embargo, hasta el no creyente que asistiera a una reunión cristiana se beneficiaría de tal profetizar, pues sería censurado y examinado con cuidado de manera que los “secretos de su corazón [quedaran] manifiestos”. (1 Corintios 14:1-6, 22-25). Este hecho también indica que el profetizar cristiano no consiste principalmente en predecir, sino que a menudo tiene que ver con cuestiones cotidianas, aunque lo que se dice procede claramente de una fuente más allá de lo normal, pues es inspirado por Dios. Pablo dio consejo sobre la necesidad de que hubiese orden y autodominio al profetizar en la congregación, para que todos pudiesen aprender y ser animados. (1 Corintios 14:29-33).

Por supuesto, había ciertas personas que habían sido seleccionadas o dotadas especialmente para servir de profetas. (1 Corintios 12:4-11, 27-29). El propio Pablo tenía el don de profetizar; sin embargo, se le conoce principalmente como apóstol. (Compárese con (Hechos 20:22-25); (Hechos 27:21-26, 31, 34); (1 Corintios 13:2) «Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy». Parece que los que fueron designados especialmente como profetas —por ejemplo: Ágabo, Judas y Silas— se destacaron como voceros de la congregación cristiana, y solo estaban por debajo de los apóstoles. (1 Corintios 12:28) «Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas». Al igual que estos, los profetas no solo sirvieron en la zona en donde vivían, sino que también viajaron a diferentes lugares, dieron discursos y predijeron ciertos acontecimientos. (Hechos 11:27, 28); (Hechos 21:10, 11). Como en el pasado, algunas mujeres cristianas también recibieron el don de profetizar, aunque permanecían sujetas a la jefatura de los miembros varones de la congregación. (Hechos 21:9) «Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban». (1 Corintios 11:3-5).

Profeta - Diccionario Bíblico Sencillo

tip, PROF ver, PROFETAS, CANON vet,Aquel a quien Dios reviste de Su autoridad para que comunique Su voluntad a los hombres y los instruya.

(a) Institución del profetismo:

Dios prometió que Él suscitaría de entre el pueblo elegido a hombres inspirados, capaces de decir con autoridad la totalidad de lo que Él les ordenaría exponer (Deuteronomio 18:18) «Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare». Moisés es el modelo de todos los profetas que lo siguieron, en cuanto a la unción, doctrina, actitud en cuanto a la Ley y la enseñanza. Sobre varios puntos hay unas analogías notables entre Moisés y Cristo (Hechos 3:22-23). Zacarías habla asimismo de esta autoridad característica: el Espíritu de Dios ha inspirado a los profetas aquello que debían decir al pueblo; los acontecimientos preanunciados han sido cumplidos (Zacarías 1:6) «Pero mis palabras y mis ordenanzas que mandé a mis siervos los profetas, ¿no alcanzaron a vuestros padres? Por eso volvieron ellos y dijeron: Como Jehová de los ejércitos pensó tratarnos conforme a nuestros caminos, y conforme a nuestras obras, así lo hizo con nosotros». (Zacarías 7:12) «y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos». (Nehemías 9:30) «Les soportaste por muchos años, y les testificaste con tu Espíritu por medio de tus profetas, pero no escucharon; por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de la tierra». Es Dios sólo quien ha elegido, preparado y llamado a los profetas; la vocación de ellos no es hereditaria, sino que con frecuencia encuentra al principio una resistencia interna (Éxodo 3:1-4). (Éxodo 3:17) «y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una tierra que fluye leche y miel». (1 Samuel 3:1-20). (Jeremías 1:4-10). (Ezequiel 1:1-3). (Ezequiel 1:15) «Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados». La Palabra del Señor, transmitida a los profetas de diversas maneras, queda confirmada mediante señales, por el cumplimiento de las predicciones, y por la conformidad con las enseñanzas de la Ley. Dios pedirá cuentas al hombre por su obediencia o desobediencia con respecto a la Palabra transmitida por Sus siervos (Deuteronomio 18:18-19). y (Deuteronomio 13:1-5).

(b) Falsos profetas.

Además de los que hablan en nombre de un dios falso (Deuteronomio 18:20) «El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá». (1 Reyes 18:19) «Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel». (Jeremías 2:8) «Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha». (Jeremías 23:13) «En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel». hay los que mienten invocando el nombre de Jehová (Jeremías 23:16-32). Estos últimos son de dos clases: (A) Impostores, conscientes de su engaño; seducidos por su deseo de ser objeto de la consideración dada a los verdaderos profetas, son populares a causa de sus palabras suaves (1 Reyes 22:5-28). (Ezequiel 13:17) «Y tú, hijo de hombre, pon tu rostro contra las hijas de tu pueblo que profetizan de su propio corazón, y profetiza contra ellas». (Miqueas 3:11). (Zacarías 13:4) «Y sucederá en aquel tiempo, que todos los profetas se avergonzarán de su visión cuando profetizaren; ni nunca más vestirán el manto velloso para mentir». (B) Personas sinceras e incluso piadosas, fundándose en ocasiones incluso sobre la Ley, pero persuadiéndose a sí mismas de haber sido llamadas por Dios al ministerio profético, cuando no es así. A pesar de su sinceridad, éstos son falsos guías.

(c) Características del profeta auténtico.

(A) Las señales (Éxodo 4:8) «Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera». (Isaías 7:11-14). pero las señales no son por sí mismas suficientes; algunas de ellas podrían ser de origen fortuito, e incluso engañosas (Deuteronomio 13:1) «Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios». (Éxodo 7:11-22). (2 Tesalonicenses 2:9) «inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos». (B) El cumplimiento de las predicciones (Deuteronomio 18:21) «Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?». El valor de este medio de comprobación aumenta cuando los acontecimientos vienen a demostrar, sobre un plano histórico, las profecías proclamadas mucho tiempo antes. (C) El mensaje espiritual (Deuteronomio 13:1-5). (Isaías 8:20) «¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido». Si la doctrina del pretendido profeta se desvía del Decálogo, el que la profesa no es, evidentemente, un hombre de Dios. La enseñanza del verdadero profeta tiene que ser acorde con la de la Ley, tanto en lo que respecta a Dios como al culto y a las demandas de la moral. No se trata de que deba dar meras imitaciones del texto sagrado. Basados en los mandamientos divinos, los profetas enseñan cómo se exponen en la vida cotidiana y revelan la voluntad y la mente de Dios. Por su integridad, valor moral y calidad de sus enseñanzas, los profetas israelitas auténticos sobrepasan con creces a los sabios de las otras naciones. La profecía incluye la predicción de acontecimientos. La predicción constituye un aspecto importante del ministerio del profeta, y contribuye a acreditarlo, pero el hombre de Dios se ocupa aún más intensamente del presente y del pasado, para procurar convertir al pueblo a Dios (Isaías 41:26) «¿Quién lo anunció desde el principio, para que sepamos; o de tiempo atrás, y diremos: Es justo? Cierto, no hay quien anuncie; sí, no hay quien enseñe; ciertamente no hay quien oiga vuestras palabras». (Isaías 42:9) «He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré notorias». (Isaías 46:9) «Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí».

(d) Etimología del término «profeta».

En gr. el profeta es: (A) El que habla en lugar de otro: intérprete, heraldo. (B) Aquel que declara los acontecimientos futuros. Esta doble acepción deriva del hecho de que la preposición «pro» significa «en lugar de» y «antes». El término heb. «nabi'», traducido «profeta», significa «aquel que anuncia». Esta expresión parece haber tenido al principio un sentido muy amplio. El participio activo se emplea en otra lengua semítica, el asirio, para designar a un heraldo. Los textos hebreos dan a Abraham el título de profeta (Génesis 20:7) «Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos». Dios se comunica directamente con él, se revela a él (Génesis 15:1-18). (Génesis 18:17) «Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer». Abraham transmite a sus descendientes el conocimiento del verdadero Dios (Génesis 18:19) «Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él». y su intercesión es eficaz . Miriam es llamada profetisa (Éxodo 15:20) «Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas». (Números 12:2) «Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová». Aarón, el portavoz de Moisés, recibe el nombre de su «profeta» . La idea fundamental del término «nabi'», «profeta» (que, p. ej., figura en (Deuteronomio 18:18) «Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare». es que Dios reviste a este heraldo de unos dones particulares, entre otros el de ser vidente (1 Samuel 3:1) «El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia». Ésta es la razón de que el profeta reciba en ocasiones este nombre de vidente (1 Samuel 9:9) «(Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.)». heb. «ro'eh»; (Isaías 3:10) «Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus manos». heb. «hõzeh»). Como el pueblo consideraba que esta cualidad era la más importante, el término «vidente» fue el usado corrientemente para designar al profeta durante largos períodos de la historia antigua de Israel. Samuel, Gad e Iddo recibían este título.

Pero Samuel es más que el vidente al que uno se dirige para conocer la voluntad de Dios, o para recibir instrucciones acerca de los temas públicos o privados. Es el maestro enviado por Dios para instruir al pueblo, que reconoce en este ministerio público la característica esencial del profetismo (1 Samuel 10:10-13). (1 Samuel 19:20) «Entonces Saúl envió mensajeros para que trajeran a David, los cuales vieron una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba allí y los presidía. Y vino el Espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos también profetizaron». La enseñanza viene a ser la función primaria del profeta, como en los tiempos de Moisés. A partir de Samuel y de sus sucesores inmediatos (y algunos siglos más tarde con una presencia con renovado vigor) el profeta estará siempre presente en el seno de la nación. Embajador de Dios ante el reino de Israel, no deja de ordenar que se practique la justicia. Interpretando la historia a la luz de la moral, el profeta advierte de los juicios de Dios sobre el pecado, y alienta al pueblo a la fidelidad hacia el Señor. El profeta está encargado de revelar los designios divinos (como Natán, que impide a David edificar el Templo, pero que profetiza la perennidad de su dinastía); ello no obstante, este anuncio de lo por venir dista de ocupar el lugar central dentro de su ministerio.

Los grandes sucesores de Samuel ya no son llamados «videntes», sino «profetas». Sin eliminar del vocabulario el título de vidente, se emplea de nuevo el de profeta, que no había desaparecido nunca del todo (Jueces 4:4) «Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot». (1 Samuel 3:20) «Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová». (1 Samuel 9:9) «(Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.)». (1 Samuel 10:10-13). (1 Samuel 19:20) «Entonces Saúl envió mensajeros para que trajeran a David, los cuales vieron una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba allí y los presidía. Y vino el Espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos también profetizaron». Amós, que tuvo visiones, es llamado «vidente» por el sacerdote de Bet-el (1 Samuel 7:12) «Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová». pero Dios lo llama a un ministerio profético completo (1 Samuel 7:15) «Y juzgó Samuel a Israel todo el tiempo que vivió». Del profeta revestido del poder del Altísimo se dice que es «el varón de espíritu» (Oseas 9:7) «Vinieron los días del castigo, vinieron los días de la retribución; e Israel lo conocerá. Necio es el profeta, insensato es el varón de espíritu, a causa de la multitud de tu maldad, y grande odio». el inspirado. Como sucede con otros hombres que cumplen un ministerio público o privado, es el hombre de Dios, su instrumento, su mensajero; es un pastor del rebaño, un centinela, un intérprete de los pensamientos divinos. Aunque todos los profetas hayan surgido de Israel, Dios, para el cumplimiento de Sus propósitos soberanos, ha concedido en ocasiones un sueño o una visión a un filisteo, a un egipcio, a un madianita, a un babilonio o a un romano . El Señor se sirvió incluso de Balaam, el adivino, a quien el rey de Moab le había pedido que maldijera a Israel (Números 22-24) «Pero el ángel de Jehová se puso en una senda de viñas que tenía pared a un lado y pared al otro». Estos paganos entraron momentáneamente en contacto con el plan de Dios. Para asegurar su realización, el Señor les otorgó un atisbo de revelación, pero nunca los incluyó entre Sus profetas. La aparición del ángel a Agar, a Manoa y a su esposa, y a otros, no les confirió este ministerio, reservado a hombres sometidos a la disciplina del Espíritu, y en comunión con Dios.

El Espíritu del Señor enseñaba a los profetas (1 Reyes 22:24) «Entonces se acercó Sedequías hijo de Quenaana y golpeó a Micaías en la mejilla, diciendo: ¿Por dónde se fue de mí el Espíritu de Jehová para hablarte a ti?». (2 Crónicas 15:1) «Vino el Espíritu de Dios sobre Azarías hijo de Obed». (2 Crónicas 24:20) «Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías hijo del sacerdote Joiada; y puesto en pie, donde estaba más alto que el pueblo, les dijo: Así ha dicho Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos de Jehová? No os vendrá bien por ello; porque por haber dejado a Jehová, él también os abandonará». (Nehemías 9:30) «Les soportaste por muchos años, y les testificaste con tu Espíritu por medio de tus profetas, pero no escucharon; por lo cual los entregaste en mano de los pueblos de la tierra». (Ezequiel 11:5) «Y vino sobre mí el Espíritu de Jehová, y me dijo: Di: Así ha dicho Jehová: Así habéis hablado, oh casa de Israel, y las cosas que suben a vuestro espíritu, yo las he entendido». (Joel 2:28) «Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones». (Miqueas 3:8) «Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado». (Zacarías 7:12) «y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos». (Mateo 22:43) «El les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo». (1 Pedro 1:10-11). La acción divina no está en conflicto con la psicología humana. En ocasiones Dios se servía de una voz audible o de un ángel (Números 7:89) «Y cuando entraba Moisés en el tabernáculo de reunión, para hablar con Dios, oía la voz que le hablaba de encima del propiciatorio que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos querubines; y hablaba con él». (1 Samuel 3:4) «Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí». (Daniel 9:21) «aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde». pero por lo general daba Sus instrucciones mediante sueños, visiones y sugestiones que los profetas reconocían como de origen divino, externo a ellos mismos. Estos hombres no estaban continuamente bajo la inspiración del Espíritu, sino que esperaban la revelación del Señor (Levítico 24:12) «Y lo pusieron en la cárcel, hasta que les fuese declarado por palabra de Jehová». Su mente no puede identificarse con la de Dios (1 Samuel 16:6) «Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido». Natán mismo estuvo de acuerdo con David en sus deseos de construir el Templo; pero tuvo que decirle después que Dios se oponía a este proyecto (2 Samuel 7:3) «Y Natán dijo al rey: Anda, y haz todo lo que está en tu corazón, porque Jehová está contigo». Los profetas sólo reciben las revelaciones en el momento elegido por el Señor. Desde la época de Samuel, Dios fue dando profetas a Israel de una manera regular: varios de ellos son anónimos . Este ministerio parece que no cesó hasta la época de Malaquías. Al acercarse el tiempo de la primera venida de Cristo, se dejó oír de nuevo la Palabra profética . Había profetas en la Iglesia en la época de Pablo (1 Corintios 12:28) «Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas». En contraste con los apóstoles y ancianos, no constituyen un grupo definido. Hombres y mujeres (Hechos 21:9) «Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban». comunicaban lo que Dios les había revelado por el Espíritu, anunciando ocasionalmente lo que había de suceder ; especialmente, exhortaban y edificaban a la Iglesia (1 Corintios 14:3) «Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación». Pablo aplica irónicamente el calificativo de profeta a un autor pagano que describió de manera magistral y verídica el inmoral carácter de los cretenses (Tito 1:12) «Uno de ellos, su propio profeta, dijo: Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos».

(e) Llamamiento.

Es el mismo Dios el que llama al profeta (Amós 7:15) «Y Jehová me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Vé y profetiza a mi pueblo Israel». el cual conoce el momento preciso de esta revelación. Moisés estaba ante una zarza ardiendo cuando le vino el llamamiento . El niño Samuel recibió revelaciones particulares (1 Samuel 3:1-15). que lo prepararon para la carrera profética (1 Samuel 3:19) «Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras». Eliseo sabía de cuándo databa su llamamiento, y no ignoraba que había recibido una doble porción del Espíritu (1 Reyes 19:19) «Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto». (2 Reyes 2:13) «Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán». Por lo general se cree que la vocación de Isaías coincide con su visión, en el año de la muerte del rey Uzías (Isaías 6:2) «Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban». pero es posible que recibiera su comisión mucho tiempo antes. Esta visión marcaba el inicio de una etapa nueva y más importante de su ministerio; cfr. la visión del apóstol Juan mucho tiempo después de su primer llamamiento (Apocalipsis 1:10) «Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta». la de Pedro en Jope (Hechos 1:10) «Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas». la de Pablo en Jerusalén (Hechos 22:17) «Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis». Igualmente, Ezequiel recibió mensajes (Ezequiel 33:1-22). años después de haber sido investido con el ministerio profético (Ezequiel 1:1-4). No sabemos nada del primer llamamiento recibido por Elías, pero lo vemos un tiempo más tarde (1 Reyes 19:2) «Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos». recibiendo en Horeb un mandato particular. Jeremías, consciente de su llamamiento, se resiste desde su mismo inicio (Jeremías 1:4-10). Oseas hace alusión a la Palabra que el Señor le dirigió por primera vez (Oseas 1:1) «Palabra de Jehová que vino a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel». Por lo que se refiere al llamamiento, sólo se registra un caso de instrumentalidad humana, en el de Eliseo (1 Reyes 19:19) «Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto». En base al (Salmos 105:15) «No toquéis, dijo, a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas». se ha lanzado la sugerencia de que los profetas eran ungidos con aceite al comenzar su ministerio. Pero el salmista se refiere, en este texto, a los patriarcas, a los que él denomina «profetas» según el uso entonces corriente . En (Isaías 61:1) «El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel». que también se cita a propósito de la unción del aceite, la referencia es a la unción del Espíritu. En se habla de la unción de Eliseo como profeta y de Jehú como rey. Este último fue, efectivamente, ungido con aceite . Por lo que respecta a Eliseo, su unción no es descrita; lo que Eliseo sí hace es tirar sobre él su manto como señal de su llamamiento al ministerio profético .

(f) Forma de vida.

La Biblia se refiere sólo de manera incidental a la forma de vida de los profetas, que no difería demasiado de la de los demás israelitas. El vestirse con pelo no era como asceta, sino de penitente, llorando por los pecados del pueblo . En ocasiones, los hombres de Dios llevaban un cilicio sobre los riñones, con el mismo propósito simbólico (Isaías 20:2) «en aquel tiempo habló Jehová por medio de Isaías hijo de Amoz, diciendo: Vé y quita el cilicio de tus lomos, y descalza las sandalias de tus pies. Y lo hizo así, andando desnudo y descalzo». La vestimenta de pelo no se ponía directamente sobre la piel, sino como manto sin mangas, sobre el cuerpo. Los profetas se alimentaban de frutos y de legumbres silvestres (2 Reyes 4:39) «Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era». (Mateo 3:4) «Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre». Recibían presentes en especie o se les ofrecía hospitalidad . Ciertos profetas, los que eran de la tribu de Leví, tenían derecho al diezmo. Algunos de ellos, como Eliseo y Jeremías, eran de familias acomodadas (1 Reyes 19:21) «Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía». (Jeremías 32:8-10). Gad, el vidente, así como otros hombres de Dios que también llevaban este título, fueron, posiblemente, receptores del apoyo real . Los profetas tenían por lo general una casa, al igual que sus contemporáneos . (véase PROFETAS [COMPAÑÍA DE LOS])

(g) Escritos.

A los profetas les tocó, asimismo, una tarea literaria: debían consignar por escrito la historia en que se habían movido, y sus mensajes proféticos. Samuel, el vidente, Natán el profeta, y Gad el vidente, fueron los historiadores de los reinos de David y de Salomón. Ahías, de Silo, escribió una profecía (1 Crónicas 29:29) «Y los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente, en las crónicas del profeta Natán, y en las crónicas de Gad vidente». (2 Crónicas 9:29) «Los demás hechos de Salomón, primeros y postreros, ¿no están todos escritos en los libros del profeta Natán, en la profecía de Ahías silonita, y en la profecía del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat?». El profeta Semaías y el vidente Iddo (2 Crónicas 12:15) «Las cosas de Roboam, primeras y postreras, ¿no están escritas en los libros del profeta Semaías y del vidente Iddo, en el registro de las familias? Y entre Roboam y Jeroboam hubo guerra constante». referían los acontecimientos del reinado de Roboam. Iddo, el vidente, consignó los referentes al reinado de Jeroboam (1 Crónicas 9:29) «Y otros de ellos tenían el cargo de la vajilla, y de todos los utensilios del santuario, de la harina, del vino, del aceite, del incienso y de las especias». Las memorias del profeta Iddo relataban el reinado de Abías Jehú, el hijo de Hanani refirió la historia de Josafat (1 Crónicas 19:2) «Y dijo David: Manifestaré misericordia con Hanún hijo de Nahas, porque también su padre me mostró misericordia. Así David envió embajadores que lo consolasen de la muerte de su padre. Pero cuando llegaron los siervos de David a la tierra de los hijos de Amón a Hanún, para consolarle». Isaías describió el comienzo y fin de Uzías y registró la historia de Ezequías (1 Crónicas 26:22) «Los hijos de Jehieli, Zetam y Joel su hermano, tuvieron cargo de los tesoros de la casa de Jehová». El canon hebreo clasifica entre los profetas anteriores a cuatro libros históricos: Josué, Jueces, los libros de Samuel, y Reyes. Es evidente que sus autores fueron «los videntes». En la época de Isaías y de Oseas, ciertos profetas vinieron a ser grandes escritores, redactaron sus mensajes bien de una manera condensada, o bien de una manera muy detallada; en otras ocasiones nos han dado selecciones de sus discursos. Estos hombres rendidos a Dios en comunión con Él mediante la constante oración eran aptos para recibir las revelaciones divinas (1 Samuel 7:5) «Y Samuel dijo: Reunid a todo Israel en Mizpa, y yo oraré por vosotros a Jehová». (1 Samuel 8:6) «Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová». (1 Samuel 12:23) «Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto». (1 Samuel 15:11) «Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche». Se aislaban periódicamente para poder percibir mejor las instrucciones de lo Alto (Isaías 21:8) «y gritó como un león: Señor, sobre la atalaya estoy yo continuamente de día, y las noches enteras sobre mi guarda». (Habacuc 2:1) «Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja». Ezequiel y Daniel recibieron revelaciones a la orilla de un río, donde posiblemente la apacibilidad favorecería la meditación espiritual (Ezequiel 1:3) «vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová». (Daniel 10:4) «Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel». asimismo, fue durante la noche que Samuel oyó la palabra del Señor (1 Samuel 3:2-10). El alma del profeta quedaba incesantemente abierta a la acción del Espíritu, que, sin embargo, no violentaba la personalidad del espíritu humano. Ciertos hombres que poseyeron el espíritu de profecía no fueron oficialmente clasificados entre los profetas. Los Salmos de David no fueron puestos entre los escritos proféticos, aun cuando había anunciado a Cristo. Daniel, designado por el mismo Cristo como profeta (Mateo 24:15) «Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)». era oficialmente un alto funcionario de los reyes de Caldea y de Persia, y no tuvo una función profética en el seno de la nación de Israel; es por esto que el canon heb. situó su libro entre los Hagiógrafos (escritos sagrados). (véase CANON.)

El canon hebreo da el nombre de «profetas anteriores» a los libros históricos: Josué, (Jueces 1) y (2 Samuel 1) y 2 Reyes Los escritos estrictamente proféticos a partir de Isaías reciben el nombre de «profetas posteriores». Esta designación no se relaciona con la época de redacción, sino con el puesto que ocupan estos dos grupos de libros dentro del canon hebreo. Los libros de los Reyes, por ejemplo, escritos después de Isaías, pertenecen al grupo de los «profetas anteriores». Hubo grandes profetas, como Elías y Eliseo, que no escribieron sus discursos. En los comentarios modernos reciben el nombre de profetas oradores. Aquí y allá en la Biblia se hace alusión a las obras literarias de otros profetas que registraron sus predicaciones por escrito. Se dan citas en los «profetas anteriores» u otros libros del AT. Entre los «profetas posteriores», Oseas, Amós y Jonás predicaron en el reino del norte e incluso en Nínive (2 Reyes 14:25) «El restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar del Arabá, conforme a la palabra de Jehová Dios de Israel, la cual él había hablado por su siervo Jonás hijo de Amitai, profeta que fue de Gat-hefer». Los otros ejercieron su ministerio en el seno de las tribus de Judá y de Benjamín, en tierra de Canaán, o en la tierra de su exilio. Incluyendo a Daniel, la clasificación cronológica es como sigue: (A) Durante el período asirio, precediendo en poco la accesión de Tiglat-pileser (745 a.C.), y extendiéndose hasta la decadencia del poder de Nínive (hacia el año 625 a.C.): Oseas, Amós, Jonás, en el reino del norte; Joel, Abdías e Isaías, Miqueas, Nahum, en Judá. (B) Durante el período babilónico, en Judá, del año 625 a.C., y hasta la caída de Jerusalén, el año 586 a.C.: Jeremías, Habacuc, Sofonías. (C) Durante el exilio en Babilonia: Ezequiel, Daniel. (D) Después del retorno del exilio: Hageo, Zacarías, Malaquías.

Bibliografía: Además de la bibliografía citada bajo los artículos correspondientes a cada libro y profeta, se puede citar la siguiente literatura: Kelly, W.: «Nature of Prophecy», Bible Treasury (H. L. Heijkoop, 58, Blijhamsterstraat, Winschoten, Holanda, reimpr., 1969); Kelly, W.: «Object of Prophecy», Bible Treasury, enero 1920; Kelly, W.: «Occasion of Prophecy», Bible Treasury; «Sphere of Prophecy», Bible Treasury, marzo 1920; Kelly, W.: «Language of Prophecy», Bible Treasury, abril 1920; Payne, J. B.: «Encyclopaedia of Biblical Prophecy» (Harper and Row, New York, 1973); Schultz, S. J.: «Habla el Antiguo Testamento» (Pub. Portavoz Evangélico, Barcelona, 1976); Tan, P. L.: «The Interpretation of Prophecy» (BMH Books, Winona Lake, Indiana, 1974); Unger, M. F.: «El mensaje de la Biblia» (Ed. Moody, Chicago, 1976); Wood, L. J.: «Los profetas de Israel» (Outreach, Grand Rapids, 1983); Young, E. J.: «Una introducción al Antiguo Testamento» (T.E.L.L., Grand Rapids, 1977).

Profeta - Diccionario Mundo Hispano

Aquel que es vocero de Dios (Éxodo 7:1) «Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta». Inspirado por visión o de otra forma, y a quien se le da a conocer el pensamiento de Dios, y declara lo que ha visto como un mensaje para el pueblo. El énfasis no está puesto en el misterioso modo de recepción de la revelación profética, sino en la transmisión de la misma en el nombre de Dios.

Es necesario diferenciar al profeta bíblico del prophetes de los griegos. Este, en realidad, actuaba como un intérprete de las musas y los oráculos de los dioses. Los profetas, en cambio, no eran intérpretes. Ellos pronunciaban las verdaderas palabras que Dios les había dado, sin modificación o interpretación de su parte (Deuteronomio 18:18) «Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare».

Cuando Israel entrara a Canaán, encontraría a un pueblo que buscaba conocer el futuro y la voluntad de los dioses por medio de la práctica de varias supersticiones que la Biblia llama abominaciones o cosas abominables (Juan 1:21) «Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No». Para saber si era aquel que había predicho Moisés. A través de la orden de los profetas, el Señor permitió a su pueblo caminar hacia el futuro desconocido con fe y obediencia, confiando en el Dios soberano y no tratando de asegurar y controlar el futuro por medio de ritos de magia, como hacían los paganos. Ver MAGIA.

En la antigua Grecia existía el dios, el oráculo, el profeta y el pueblo. Esto parece haber ocurrido también en los países de la Mesopotamia. En Israel, sin embargo, había un solo intermediario entre Dios y el pueblo: el profeta. Este sistema era verdaderamente único.

Se dice algunas veces que los profetas no predecían, sino que declaraban los hechos Pero no puede hacerse tal separación. Los profetas declaraban el mensaje del Señor, al mismo tiempo que anunciaban el futuro.

En el arreglo de los libros del AT hebreo hay tres partes: la Ley, los Profetas y los Escritos. La división conocida como los Profetas, se subdivide en Profetas Anteriores y Profetas Posteriores. En el primer grupo se incluye a Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, y 1 y 2 Reyes. Estos libros son anónimos; no se conoce a sus autores. Están bien clasificados como “profetas anteriores”, ya que la historia que contienen se conforma a la definición bíblica de la profecía como la declaración de las maravillosas obras de Dios (Hechos 2:18) «Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán». Esto no significa que no sea historia completamente cierta, sino que el proceso de selección de hechos que se registran se realizó con el propósito de mostrar cómo Dios obraba en y a favor de su pueblo y cómo funcionaron los principios morales de la providencia divina a través de los siglos.

Los “profetas posteriores”, también son llamados “profetas escritores”. Son aquellos que ejercieron un ministerio verdaderamente importante en Israel:

Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce. La designación “posteriores” no necesariamente hace referencia a la cronología histórica, sino que es simplemente una designación para los libros proféticos que vienen a continuación de los “profetas anteriores” en la organización del AT hebreo Los profetas “escritores” no son anónimos, porque Dios les confió la tarea y la responsabilidad de dirigir mensajes proféticos, no sólo al pueblo de su época, sino también a la posteridad; debían ser acreditados como verdaderos profetas ante quienes los oyeran.

Los profetas anteriores y posteriores se complementaron. Los “anteriores” presentaron la historia de un período particular de la vida de Israel; los “posteriores” interpretaron etapas específicas de esa historia. Los unos son necesarios para entender correctamente los otros.

Bajo Samuel, se crearon y mantuvieron las escuelas de profetas. Luego de la muerte de Samuel, estas organizaciones aparentemente se dispersaron. No se sabe nada más de ellas hasta los tiempos de Elías y Eliseo. En la época de Elías aparecen solamente en el reino del norte. La expresión hijos de los profetas revela la estrecha e íntima cercanía de estos hombres con los grandes profetas Elías y Eliseo. Sin embargo, luego de este período aparentemente desaparecen y no volvemos a saber de ellos.

Junto con los profetas fieles y verdaderos del Señor, hubo otros hombres que no habían recibido revelación de Dios. Jeremías se negó a tener cualquier tipo de relación con estos hombres. No eran verdaderos profetas, sino engañadores.

En el AT había tres métodos de comprobación que el pueblo podía aplicar para discernir si el profeta era falso o verdadero. Primero, la comprobación teológica (Deuteronomio 13). Aunque el profeta realizara alguna señal para convalidar sus palabras, si el mensaje contradecía la teología mosaica (la verdad conocida sobre el Dios que había liberado al pueblo) el profeta era falso. Segundo, la comprobación práctica (Jeremías 23:13-14), y luego a la tendencia del mensaje que ellos predican.

¿Es que en realidad están fortaleciendo las manos de los inicuos, asegurándoles que no deben temer el juicio que vendrá (Jeremías 23:22) «Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras».

Los profetas hablaron de la liberación futura que traería el Mesías. Es a este elemento de la profecía, al que se denomina profecía mesiánica. La palabra Mesías en sí misma no es utilizada con frecuencia en el AT. Significa “el ungido”, y esta unción posee un carácter permanente. El Mesías es un ser humano que viene a la tierra a llevar a cabo una obra de liberación de parte de Dios. También es un ser divino, según se deduce de pasajes como (Isaías 9:5-6). El reinará en el trono de David.

Profeta - Diccionario de Jerusalén

(I) EN EL AT. (A) La palabra p. viene de la derivación (que no se halla en la Biblia griega), la cual, según la ideología antigua, significa «predecir», y, según la interpretación moderna, «hablar en nombre de otro». Significa originariamente locutor: el que dice lo que la divinidad le ha inspirado. De ahí, en sentido más amplio, anunciador de una doctrina; a veces, representante, interprete (que reproduce las palabras de otro); pero, rara vez, el que predice lo por venir (en contraste con el sentido corriente de p. para nosotros).

(B) Profetas de profesión. Amós (Amós 7:10-16), nos da a conocer la existencia de p. de profesión, que se ganaban el sustento anunciando la palabra de Dios. Amós niega que él sea p. o hijo de p.; el era vaquero y además cultivaba higos silvestres; Yahvéh le fue a buscar cuando iba detrás de sus rebaños. Lo que le diferencia de los p. de profesión es su personal y especial vocación por parte de Yahvéh. Amós supone que los p. de profesión no recibían necesariamente tal cometido por orden de Yahvéh, aunque el los considera, lo mismo que a los nazireos, como guías de Israel suscitados por Yahvéh.

(C) Falsos y verdaderos profetas. Como ordinariamente los p. recibían honorarios por sus oráculos (Jueces 13:17) «Entonces dijo Manoa al ángel de Jehová: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando se cumpla tu palabra te honremos?». (1 Samuel 9:7) «Respondió Saúl a su criado: Vamos ahora; pero ¿qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué tenemos?». (1 Reyes 13:7) «Y el rey dijo al varón de Dios: Ven conmigo a casa, y comerás, y yo te daré un presente». (1 Reyes 14:3) «Y toma en tu mano diez panes, y tortas, y una vasija de miel, y vé a él, para que te declare lo que ha de ser de este niño». (2 Reyes 5:22-27), (1 Reyes 8:8) «Y sacaron las varas, de manera que sus extremos se dejaban ver desde el lugar santo, que está delante del lugar santísimo, pero no se dejaban ver desde más afuera; y así quedaron hasta hoy». (Amós 7:12) «Y Amasías dijo a Amós: Vidente, vete, huye a tierra de Judá, y come allá tu pan, y profetiza allá». (Miqueas 3:5-6), sucedió que muchos se dejaban llevar más del ansia de ganar que del amor a la verdad. Siguiendo a LXX, se da a estos p. el nombre de «falsos profetas», e.d., hombres que se hacían pasar por p., pero que en realidad no lo eran.

Los «falsos» p. plantearon ya a sus contemporáneos un difícil problema, que aun hoy se discute grandemente. Los exegetas conservadores sostienen que los p. verdaderos se distinguen de los «falsos» por su vocación y mandato personal.

(D) Formas de la revelación profética. Según (Números 12:6) «Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él». Yahvéh se revela al p. por medio de sueños y visiones.

(1) Los sueños fueron generalmente entendidos por los israelitas como predicciones y revelaciones de verdades ocultas o como advertencias de Yahvéh.

(2) Más frecuentemente se mencionan las visiones, que se toman en sentido amplio. Los vocablos hebreos para visión significan tanto percepciones sensibles, como conocimientos de la fantasía o de la razón. Por eso, a veces, es muy difícil determinar si hay que entender la visión objetivamente (percepción de un objeto sensible) o subjetivamente (percepción de imágenes internas).

(3) Frecuentemente van unidos los éxtasis a las visiones; tal es probablemente el caso de Jeremías (Jeremías 23:9) «A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras». A quien se le partía el corazón dentro del pecho, cuyos miembros se estremecen, que está como beodo y que fue subyugado por una fuerza misteriosa (Jeremías 20:7, 9); cf. (Isaías 8:11-12), (Amós 3:8) «Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?».

(E) Maneras de expresión profética. (1) Con el éxtasis parecen ir unidos ciertos gestos y posturas corporales simbólicos, por medio de los cuales los p. daban evidencia plástica a sus predicaciones. Para representar la miseria de los desterrados en Egipto, Isaías (Isaías 20:2) «en aquel tiempo habló Jehová por medio de Isaías hijo de Amoz, diciendo: Vé y quita el cilicio de tus lomos, y descalza las sandalias de tus pies. Y lo hizo así, andando desnudo y descalzo». Anduvo desnudo y descalzo por las calles; para anunciar la dominación del rey de Babilonia, Jeremías se puso un yugo al cuello (Jeremías 27:2) «Jehová me ha dicho así: Hazte coyundas y yugos, y ponlos sobre tu cuello». cf. (Jeremías 19:10) «Entonces quebrarás la vasija ante los ojos de los varones que van contigo». (Jeremías 13:1-11).

(2) Como la mayor parte de los oráculos (por ejemplo, (Génesis 25:22) «Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová». (Génesis 27:27-29, 30, 40), los discursos de los p. más antiguos fueron pronunciados, o voceados, en forma de sentencias breves y rítmicas, como habla de ordinario la Biblia (p.ej., (Isaías 58:1) «Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado». (Jeremías 2:2) «Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada». (Jeremías 3:12) «Vé y clama estas palabras hacia el norte, y di: Vuélvete, oh rebelde Israel, dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti, porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo». (Mateo 3:3) «Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas».

(3) Los p. revestían ordinariamente sus enseñanzas con imágenes y utilizaban los géneros poéticos corrientes: canciones alegres (Isaías 22:13) «y he aquí gozo y alegría, matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos». (Isaías 21:5) «Ponen la mesa, extienden tapices; comen, beben. ¡Levantaos, oh príncipes, ungid el escudo!». Y satíricas (Isaías 23:7) «¿No era ésta vuestra ciudad alegre, con muchos días de antigüedad? Sus pies la llevarán a morar lejos». Elegías (Isaías 14:4) «pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro!». (Amós 5:1) «Oíd esta palabra que yo levanto para lamentación sobre vosotros, casa de Israel». Himnos (Isaías 42:10) «Cantad a Jehová un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra; los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las costas y los moradores de ellas». (Isaías 44:23) «Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y todo árbol que en él está; porque Jehová redimió a Jacob, y en Israel será glorificado». (Isaías 40:22-24), (Isaías 43:16) «Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas». Lamentaciones (Jeremías 14:2-6), (Jeremías 3:23-25), canciones de peregrinación (Isaías 2:2-4); además se hallan discursos de acusación y de amenaza (Amós 1:3) «Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Damasco, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque trillaron a Galaad con trillos de hierro». (Amós 2:8) «Sobre las ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier altar; y el vino de los multados beben en la casa de sus dioses». (Isaías 1:2-4), (Oseas 2:4-15), exhortaciones (Jeremías 7:2-15), (Jeremías 11:1-8), (Amós 5:4) «Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis». Y discusiones (Amós 7:10-16), (Isaías 7), (Jeremías 28).

(4) En general, los libros proféticos no fueron redactados por los p. mismos, quienes sólo fijaron por escrito oráculos aislados (Isaías 8:1) «Me dijo Jehová: Toma una tabla grande, y escribe en ella con caracteres legibles tocante a Maher-salal-hasbaz». (Isaías 30:8) «Vé, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y regístrala en un libro, para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre». A veces también oráculos más largos, como los cánticos del siervo de Yahvéh (Isaías 42:1-9), (Isaías 49:1-9), (Isaías 50:4-9), (Isaías 52:13) «He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto». (Isaías 53:12) «Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores». O la descripción del templo de Ezequiel (Ezequiel 40-48).

(II) EL NT presenta a los p. del AT como hombres de Dios (Mateo 5:12) «Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros». Y como hombres que predijeron los acontecimientos del NT (por ejemplo, (Mateo 1:22-23), (Mateo 4:14-15), (Mateo 13:35) «para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo». (Mateo 21:4-5), (Mateo 27:9) «Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel». (Hechos 2:25-30). (Romanos 1:2) «que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras». (Romanos 3:21) «Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas». La expresión «los p.» y, sobre todo, la fórmula «la ley y los p.» (Mateo 5:17) «No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir». (Mateo 7:12) «Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas». (Mateo 11:13) «Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan». (Mateo 22:40) «De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas». (Lucas 24:27, 44), significan frecuentemente la revelación del AT o los escritos veterotestamentarios, que contienen esa revelación (cf. (Lucas 4:17-18), (Hechos 7:42) «Y Dios se apartó, y los entregó a que rindiesen culto al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios En el desierto por cuarenta años, casa de Israel?». (Hechos 8:28) «volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías».

(III) EN LA PRIMITIVA IGLESIA aparecen varios p., ora para predecir el futuro (Hechos 11:27) «En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía». (Hechos 21:10) «Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo». Probablemente las cuatro hijas de Felipe: (Hechos 21:9) «Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban». Ora como predicadores inspirados (Hechos 13:1) «Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo». (Hechos 15:32) «Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras». (1 Corintios 12:14) «Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos». Gozaban de cierta autoridad en la comunidad cristiana (Hechos 15:22) «Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos». cf. (Hebreos 13:7, 17, 24), (Apocalipsis 6:9) «Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían». Y alentaban y fortalecían a los hermanos con su palabra (Hechos 15:32), (1 Corintios 14:3) «Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación».

Profeta - Douglas Tenney

Aquel que es vocero de Dios (Éxodo 4:15-16), (Éxodo 7:1) «Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta», inspirado por visión o de otra forma, y a quien se le da a conocer el pensamiento de Dios, y declara lo que ha visto como un mensaje para el pueblo. El énfasis no está puesto en el misterioso modo de recepción de la revelación profética, sino en la transmisión de la misma en el nombre de Dios.

Es necesario diferenciar al profeta bíblico del prophetes de los griegos. Este, en realidad, actuaba como un intérprete de las musas y los oráculos de los dioses. Los profetas, en cambio, no eran intérpretes. Ellos pronunciaban las verdaderas palabras que Dios les había dado, sin modificación o interpretación de su parte (Deuteronomio 18:18) «Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare».

Cuando Israel entrara a Canaán, encontraría a un pueblo que buscaba conocer el futuro y la voluntad de los dioses por medio de la práctica de varias supersticiones que la Biblia llama abominaciones o cosas abominables (Deuteronomio 18:9) «Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones». Para evitar este peligro, el Señor declaró que él levantaría profetas y que los israelitas debían escucharlos y obedecerlos (Deuteronomio 18:15) «Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis». En este pasaje, la Escritura señala a la vez a un gran profeta individual que sería tan importante y básico para el pueblo como lo fue Moisés en el Sinaí y, también, a lo que llamaríamos la línea sucesora de los profetas. Observemos que en los vv. 21 y 22 se ofrece una forma de comprobación para distinguir entre los profetas verdaderos y los falsos. Así como más tarde el pueblo se preguntaría si el próximo rey del linaje de David sería el prometido más grande que David, también desde el tiempo de Moisés en adelante hubo una expectativa por el profeta mosaico que vendría (Deuteronomio 34:10) «Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara», y cada profeta que surgía era escrutado (Juan 1:21) «Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No». para saber si era aquel que había predicho Moisés. A través de la orden de los profetas, el Señor permitió a su pueblo caminar hacia el futuro desconocido con fe y obediencia, confiando en el Dios soberano y no tratando de asegurar y controlar el futuro por medio de ritos de magia, como hacían los paganos. Ver MAGIA.

En la antigua Grecia existía el dios, el oráculo, el profeta y el pueblo. Esto parece haber ocurrido también en los países de la Mesopotamia. En Israel, sin embargo, había un solo intermediario entre Dios y el pueblo: el profeta. Este sistema era verdaderamente único.

Se dice algunas veces que los profetas no predecían, sino que declaraban los hechos Pero no puede hacerse tal separación. Los profetas declaraban el mensaje del Señor, al mismo tiempo que anunciaban el futuro.

En el arreglo de los libros del AT hebreo hay tres partes: la Ley, los Profetas y los Escritos. La división conocida como los Profetas, se subdivide en Profetas Anteriores y Profetas Posteriores. En el primer grupo se incluye a Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, y 1 y 2 Reyes. Estos libros son anónimos; no se conoce a sus autores. Están bien clasificados como “profetas anteriores”, ya que la historia que contienen se conforma a la definición bíblica de la profecía como la declaración de las maravillosas obras de Dios (Hechos 2:11) «cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios». (Hechos 2:18) «Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán». Esto no significa que no sea historia completamente cierta, sino que el proceso de selección de hechos que se registran se realizó con el propósito de mostrar cómo Dios obraba en y a favor de su pueblo y cómo funcionaron los principios morales de la providencia divina a través de los siglos.

Los “profetas posteriores”, también son llamados “profetas escritores”. Son aquellos que ejercieron un ministerio verdaderamente importante en Israel: Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce. La designación “posteriores” no necesariamente hace referencia a la cronología histórica, sino que es simplemente una designación para los libros proféticos que vienen a continuación de los “profetas anteriores” en la organización del AT hebreo Los profetas “escritores” no son anónimos, porque Dios les confió la tarea y la responsabilidad de dirigir mensajes proféticos, no sólo al pueblo de su época, sino también a la posteridad; debían ser acreditados como verdaderos profetas ante quienes los oyeran.

Los profetas anteriores y posteriores se complementaron. Los “anteriores” presentaron la historia de un período particular de la vida de Israel; los “posteriores” interpretaron etapas específicas de esa historia. Los unos son necesarios para entender correctamente los otros.

Bajo Samuel, se crearon y mantuvieron las escuelas de profetas. Luego de la muerte de Samuel, estas organizaciones aparentemente se dispersaron. No se sabe nada más de ellas hasta los tiempos de Elías y Eliseo. En la época de Elías aparecen solamente en el reino del norte. La expresión hijos de los profetas revela la estrecha e íntima cercanía de estos hombres con los grandes profetas Elías y Eliseo. Sin embargo, luego de este período aparentemente desaparecen y no volvemos a saber de ellos.

Junto con los profetas fieles y verdaderos del Señor, hubo otros hombres que no habían recibido revelación de Dios. Jeremías se negó a tener cualquier tipo de relación con estos hombres. No eran verdaderos profetas, sino engañadores.

En el AT había tres métodos de comprobación que el pueblo podía aplicar para discernir si el profeta era falso o verdadero. Primero, la comprobación teológica (Deuteronomio 13). Aunque el profeta realizara alguna señal para convalidar sus palabras, si el mensaje contradecía la teología mosaica (la verdad conocida sobre el Dios que había liberado al pueblo) el profeta era falso. Segundo, la comprobación práctica (Deuteronomio 18:20) «El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá». La predicción que no se cumplía no era del Señor. Debemos observar que esta es una comprobación negativa. No dice que el cumplimiento es comprobación de que el Señor ha hablado, porque esta podría ser una prueba ofrecida por un falso profeta para dar validez a su palabra. Lo que no se cumple no es del Señor. Tercero, la comprobación moral (Jeremías 23:9) «A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras». Esta es una comprobación que debe aplicarse primero a la vida de los mismos profetas (Jeremías 23:13-14) y luego a la tendencia del mensaje que ellos predican.

¿Es que en realidad están fortaleciendo las manos de los inicuos, asegurándoles que no deben temer el juicio que vendrá (Jeremías 23:17) «Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros». Esta es una señal segura de que no han estado ante el Señor para escuchar su palabra (Jeremías 23:18-19). El profeta que acaba de salir de la presencia del Señor tiene un mensaje que hace volver al pueblo del mal (Jeremías 23:22) «Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras».

Los profetas hablaron de la liberación futura que traería el Mesías. Es a este elemento de la profecía, al que se denomina profecía mesiánica. La palabra Mesías en sí misma no es utilizada con frecuencia en el AT. Significa “el ungido”, y esta unción posee un carácter permanente. El Mesías es un ser humano que viene a la tierra a llevar a cabo una obra de liberación de parte de Dios. También es un ser divino, según se deduce de pasajes como (Isaías 9:5-6). El reinará en el trono de David.

profeta - Diccionario Pastoral

(Profetismo) El profeta bíblico no es un simple adivino o vaticinador del futuro, aunque sus palabras se refieran con frecuencia a lo que está por suceder. Es fundamentalmente el confidente, el mensajero, el portavoz de Dios, como Aarón es portavoz de Moisés (Éxodo 4:10-16); (Éxodo 7:1) «Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta».

En este sentido, Abrahán (Génesis 20:7) «Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos». y Moisés (Números 11:17-25); (Números 12:6-8); (Deuteronomio 18:15). como grandes confidentes de Dios y partícipes de su Espíritu, reciben el título de profeta. El profeta, a diferencia de reyes y sacerdotes recibe la llamada y la misión directamente de Dios (Isaías 6:1-10), (Jeremías 1:4-10), (Ezequiel 1:1) «Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios». (Ezequiel 2:1) «Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo». (Amós 7:14-15), (Lucas 1:11-17), aunque a veces actúen otros profetas como intermediarios (Números 27:15-23); (1 Reyes 19:16) «A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar».

La Biblia conoce profetas de acción: Débora (Jueces 4:4) «Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot». Samuel (1 Samuel 3:19-20), Natán (2 Samuel 7:1-4), (2 Samuel 12:1-15), Gad (2 Samuel 24:11-19), Ajías (1 Reyes 11:29-38), Elías (1 Reyes 17:1) «Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra». (1 Reyes 22:1) «Tres años pasaron sin guerra entre los sirios e Israel».

Eliseo (2 Reyes 2-13), etcétera; y conoce también los llamados profetas escritores Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Amós, etc., que han dejado testimonio escrito de su mensaje, bien directamente, bien a través de sus discípulos (ver (Isaías 8:16) «Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos». (Jeremías 36:1-2).

En todo caso, la misión del profeta es iluminar y orientar en nombre de Dios la vida y la historia del pueblo israelita denunciando todo cuanto suponga ruptura de la alianza. Por eso, cuando falta esta palabra iluminadora del profeta, el pueblo se siente huérfano de Dios (1 Samuel 3:1) «El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia».

Pero hay también falsos profetas, que pretenden hablar en nombre de dioses inexistentes (1 Reyes 18:19) «Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel». o tratan de medrar a costa de adular al rey y de anunciar al pueblo éxitos falaces (1 Reyes 22:11-13); (Jeremías 14:14-16); (Jeremías 23:9-40); (Lamentaciones 2:14) «Tus profetas vieron para ti vanidad y locura; Y no descubrieron tu pecado para impedir tu cautiverio, Sino que te predicaron vanas profecías y extravíos». (Lamentaciones 4:13) «Es por causa de los pecados de sus profetas, y las maldades de sus sacerdotes, Quienes derramaron en medio de ella la sangre de los justos». (Ezequiel 13:1-23); (Miqueas 3:5-8). Jesucristo rodea su nacimiento y aparición en público de un ambiente profético: Juan el Bautista (Mateo 11:7-14); (Mateo 14:5) «Y Herodes quería matarle, pero temía al pueblo; porque tenían a Juan por profeta». (Mateo 21:26) «Y si decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta». (Lucas 1:76) «Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos».

Isabel (Lucas 1:41-45), Simeón y Ana (Lucas 2:25-38); reivindica para sí, aunque de manera indirecta, la condición de profeta (Mateo 13:57) «Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa». (Lucas 13:33) «Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén». (Juan 6:14) «Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo». (Juan 7:40) «Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente éste es el profeta». ver (Hechos 3:22-23); (Hechos 7:37) «Este Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis». y hace partícipe a la Iglesia de su propio espíritu profético (Hechos 2:16-18); (1 Corintios 11:4) «Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza». (Efesios 2:20) «edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo». (Efesios 4:11) «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros».

Profeta - Hispano-Americano de la Mision

Lider carismático que afirma poseer una inspiración divina en relación con la forma de los hechos y los valores, gen. futuros, sobre la base de una dedicación renovada y mejorada a los valores tradicionales y centrales de la cultura.

2. Hombre o mujer de Dios a quien Cristo ha dado el don de «profeta» (Efesios 4:11) «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros». (1 Corintios 12:28) «Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas». (1 Corintios 14:29) «Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen». (Hechos 11:27) «En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía». (1 Corintios 13:1) «Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe». Es uno de los cinco ministros ungidos, cuyo ministerio es una extensión del ministerio de Cristo a la iglesia (Efesios 4:11). Ha recibido del Espíritu Santo la capacidad de percibir y hablar lo que le revela la mente de Cristo a individuos, iglesias y naciones.

3. La iglesia tiene una misión profética que cumplir en el mundo.

Como profeta es su responsabilidad ser la voz de los que no tienen voz, testificar del evangelio de salvación, anunciar dónde se manifiesta la presencia del Espíritu Santo, denunciar dónde opera la injusticia y el pecado y servir al crecimiento del reino de Dios en el mundo. (Ver profecía).

Profeta - Diccionario Bíblico Torres Amat

Hombre lleno del Espíritu de Dios que ve claramente la situación en que vive y enviado por Dios, denuncia el mal y la injusticia y anuncia mensajes para mejorar la suerte del pueblo. Además de los profetas escritores, en la Biblia se refieren actividades de profetas carismáticos, como Elías y Eliseo (1 Reyes 17:1) «Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra». (2 Reyes 6:1) «Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho». Profetas consejeros del rey, como Natán (2 Samuel 12:1) «Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre». A Juan Bautista se le llama el mayor de los profetas. En la comunidad cristiana la profecía tiene plena vigencia (1 Corintios 14:1) «Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis». (Efesios 2:20) «edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo». Y no viene de la iniciativa humana sino de Dios (2 Pedro 2:21) «Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado».

Profeta - Diccionario Bíblico Adventista

Profeta (heb. nâbî', 'llamado [por Dios]' o 'quien tiene una vocación [de Dios]'; probablemente del ac. nabû , 'llamar'; aram. nebî'; gr. profet's). Alguien que primero recibía instrucciones de Dios y luego las transmitía a la gente. Estos 2 aspectos de su obra se reflejaban en los nombres con que se los conocía: vidente (jôzeh o rô'eh) y profeta (nâbî'). El 1º fue más común en el período temprano de la historia hebrea (). El término que se usa con mayor frecuencia es nâbî', pues lo designa como vocero de Dios. Como 'vidente' discernía la voluntad de Dios, y como 'profeta' la trasmitía a otros. I. El profeta y su obra. El profeta es una persona llamada y calificada en forma sobrenatural como portavoz de Dios. Mientras que en los tiempos del AT los sacerdotes eran los representantes del pueblo ante Dios -sus portavoces y mediadores-, el profeta, en un sentido especial, era el representante oficial de Dios entre su pueblo sobre la tierra. Mientras el oficio sacerdotal era hereditario, la designación de un profeta provenía del llamado divino. El sacerdote, como mediador en el sistema de sacrificios, conducía a Israel en la adoración, aunque sus deberes secundarios incluían dedicar una parte de su tiempo a instruir al pueblo acerca de la voluntad de Dios como ya había sido revelada por los profetas, Moisés en particular. En cambio, la instrucción religiosa era tarea primordial del profeta. El sacerdote se ocupaba mayormente de la ceremonia y los ritos del santuario (que se centraban en la adoración pública), en la mediación para el perdón de los pecados, y en el mantenimiento ritual de las relaciones correctas entre Dios y su pueblo. El profeta era principalmente un maestro de justicia, de espiritualidad y de conducta ética, un reformador moral con mensajes de instrucción, consejo, amonestación y advertencia, y su obra a menudo incluía la predicción de eventos futuros. En el caso de Moisés, uno de los mayores profetas (), la profecía fue una función comparativamente menor. En un sentido más amplio del vocablo, profetas hubo desde los primeros días del mundo. Tanto Abrahán () como Moisés () fueron llamados profetas. Durante el período de los jueces el oficio profético languideció, y 'la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia' (). El llamado de Samuel hacia el final de ese período fue trascendental. Fue el 1er 'profeta' en el sentido más estricto de la palabra, y se lo puede considerar como fundador del oficio profético; iba de lugar en lugar como maestro de Israel (10:10-13; cf 7:16, 17). Después de él y hasta el fin del tiempo del AT, diversos hombres escogidos hablaron a la nación en nombre de Dios, interpretando el pasado y el presente, exhortando a la justicia, y siempre dirigiendo su vista al futuro glorioso que Dios les había señalado como pueblo. Samuel habría fundado lo que se conoce como 'las escuelas de los profetas'. Los jóvenes que recibían su educación en estas escuelas (19:20) eran conocidos como los 'hijos de los profetas' (-5). La 1ª de tales escuelas que se mencionan estuvo en Ramá (, 20), la sede de Samuel (7:17). Los hijos de los profetas no eran necesariamente recipientes directos del don profético, pero eran divinamente llamados, como los ministros evangélicos de hoy, para instruir a la gente acerca de la voluntad y los caminos de Dios. Las escuelas de los profetas fueron una poderosa fuerza que limitó el avance de la marea del mal, que tan a menudo amenazó con sumergir al pueblo hebreo bajo una inundación de idolatría, materialismo e injusticia, y proporcionó una barrera contra la ola de corrupción que avanzaba con mucha rapidez. Estas escuelas proveyeron el adiestramiento mental y espiritual a jóvenes seleccionados que serían los maestros y dirigentes de la nación. Después de Samuel, en tiempos del reino unido de Judá e Israel, surgieron hombres como Natán el profeta, Gad el vidente () y Ahías (). Luego, bajo la monarquía dividida, hubo muchos profetas. Algunos (Oseas, Isaías, etc.) fueron autores de libros preservados en el canon sagrado; otros (Natán, Gad, Semaías, lddo, etc.) también escribieron, pero no se conservaron sus escritos. Algunos de los mayores profetas, como Elías y Eliseo, no escribieron sus discursos proféticos, y por lo tanto a veces se los llama 'profetas orales'. En el canon hebreo, las 4 grandes obras históricas de Josué, Jueces, Samuel y Reyes reciben el nombre de Profetas Anteriores, porque se sostenía que sus autores fueron profetas. Aunque de naturaleza mayormente histórica, estos libros muestran el propósito de sus autores de conservar un registro del trato de Dios con Israel como una lección objetiva para su propia generación y las posteriores. Isaías, Jeremías, Ezequiel y 'los Doce' -desde Oseas hasta Malaquías- son llamados Profetas Posteriores. 948 Bajo el reino dividido, los profetas Oseas, Amós y Jonás trabajaron mayormente para Israel, el reino del norte; el resto, especialmente para Judá, el reino del sur, aunque algunos de éstos también incluyeron al reino del norte en sus mensajes. Dicho sea de paso, cabe aclarar la frase 'Profetas Menores' (Oseas hasta Malaquías): se los llama así sólo porque sus libros son comparativamente breves en relación con los de los 'Profetas Mayores' (lsaías hasta Daniel). De ningún modo implica que el ministerio de sus autores fuera de corta duración o que sus escritos fueran de menor importancia y/o inspiración. Los Profetas Posteriores se pueden dividir cronológicamente en 4 grupos: 1. Profetas del s VIII a.C. Incluye a Jonás, Amós, Oseas, Miqueas e Isaías, aproximadamente en ese orden. El s VIII fue testigo del surgimiento de Asiria, y antes de finalizar este período la nación llevó cautivas a las 10 tribus del reino del norte, con lo que la nación desapareció. En por lo menos 2 ocasiones también Judá estuvo a punto de ser destruido por los asirios. El papel principal de los profetas del s VIII habría sido, primero, evitar, si era posible, la cautividad del reino del norte llamando a su pueblo a volverse al servicio y a la adoración del verdadero Dios, pero también -particularmente en el caso de Isaías- sostener al reino del sur durante este tiempo de gran crisis nacional. Con la muerte de Isaías el don profético parece haberse silenciado por medio siglo o algo más. 2. Profetas del s VII a.C. Este siglo fue testigo del apogeo de Asiria, pero antes de terminar la centuria había desaparecido del escenario de acción y el Imperio Caldeo o Neobabilónico había ocupado su lugar. Durante los años de decadencia de Asiria y de surgimiento de los caldeos, Dios envió a varios profetas para llamar al pueblo de Judá a una reforma completa que impidiera la inminente cautividad babilónica. Entre esos profetas estaban Nahum, Habacuc, Sofonías, Jeremías y, tal vez, Joel. 3. Profetas del periodo del cautiverio babilónico. Estos fueron Jeremías, Ezequiel, Daniel y, quizás, Abdías. La meta principal de los mensajes de este período fue ayudar a Judá a comprender el propósito que Dios tenía al permitir el cautiverio, inspirar esperanza en una restauración, y elevar los ojos de los judíos a la gloriosa oportunidad que los esperaba al regresar de la cautividad si eran fieles a Dios. Jeremías entregó sus mensajes a los habitantes de Jerusalén y Judá antes y durante el comienzo del cautiverio, y Ezequiel ministró a los exiliados en Babilonia, Daniel fue enviado a la corte de Nabucodonosor para comunicar la voluntad de Dios al gran monarca y conseguir su cooperación con el plan divino para el pueblo de Dios. 4. Profetas postexílicos: Hageo, Zacarías y Malaquías. Los 2 primeros animaron al pueblo a levantarse y construir el templo; Zacarías recibió una serie de visiones apocalípticas que describían el glorioso futuro que aguardaba a Israel durante la era de la restauración si eran fieles a Dios (). Como un siglo después de Zacarías vino Malaquías y, con él, el fin del canon profético del AT (1 Mac. 4:46; 9:27; 14:41). Aunque el libro de Daniel contiene algunos de los mensajes proféticos más importantes que encontramos en las Escrituras, el pueblo hebreo no lo incluyó en la sección profético del canon. En vista de que se incluyen obras históricas como Josué, Jueces, Samuel y Reyes en la sección profético, es evidente que el contenido no fue el factor principal que determinó su clasificación dentro de los escritos canónicos. sino el oficio de su escritor. Así, Daniel sirvió principalmente como hombre de estado en la corte de Nabucodonosor, y aunque recibió algunas de las mayores visiones de todos los tiempos, no fue considerado un profeta en el mismo sentido que Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas o los otros, cuyas vidas se dedicaron exclusivamente al oficio profético; no obstante, Cristo lo llamó profeta (). Véase Canon (I). En el amanecer de los tiempos del NT, el don de profecía fue reactivado con las declaraciones inspiradas de Elisabet (-45), y de Simeón y Ana (2:25-38). Unos pocos años más tarde vino Juan el Bautista en el papel de Elías (). Cristo declaró que Juan fue profeta 'y más que profeta' (, 10). Pablo estimó el don profético como una de las gracias del Espíritu (), y declaró que era uno de los mayores dones (14:1, 5). Como en los tiempos del AT, el don profético no necesariamente implicaba la predicción de acontecimientos futuros, aunque este aspecto de la profecía pudiera estar incluido, sino que consistió mayormente en la exhortación y la edificación (vs 3, 4). El llamado al oficio profético y la dádiva consiguiente del don profético eran actos de Dios, como en el caso de Isaías (, 9), Jeremías (), Ezequiel (-5) y Amós (). Moisés lo recibió desde la zarza ardiente (-4:17). El llamado de Eliseo al oficio profético fue anunciado por 949 CRONOLOGÍA DE LOS PROFETAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO 950 Elías (, 20; cf , 14). Al llamado profético le acompañaba una entrega de capacidades especiales para que el profeta pudiera hablar en nombre de Dios. Lo constituía en un 'atalaya' o 'guardián' sobre la casa de Israel (), y lo hacía estrictamente responsable ante Dios por la entrega fiel de los mensajes que debía darles (vs 3, 6). Habiendo aceptado el llamado profético, no podía abandonarlo a voluntad, como Jeremías una vez pensó hacerlo (-9; cf ; -8, 23; 3:2). A veces Dios se dirigía al profeta en forma audible (; ), aunque más frecuentemente en sueños y visiones (; ; ; ,20). Un verdadero profeta enseñaba por el Espíritu de Dios (; 1; 24:20; ; ; Jl. 2:28; ; ; , 11) y hablaba movido por el Espíritu de Dios (, 21). El mensaje que entregaba no era propio, sino de Dios (; 3:4, 10, 11; cf ; ). En ciertos casos, como en el de Natán () y de Samuel (, 7), el juicio humano del profeta era modificado por Dios. Por un tiempo Ezequiel estuvo mudo, excepto cuando entregaba un mensaje de Dios (, 3; 3:26, 27; 33:21, 22). Esta experiencia singular fue una señal para los oyentes: cada vez que hablaba lo hacía por orden de Dios. En principio, algo similar sucedía con los demás profetas, porque ninguna profecía de las Escrituras 'fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo' (). Por ello, haremos 'bien en estar atentos' a sus mensajes 'como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga' en nuestros corazones (1:19). En algunos casos, los profetas vieron la necesidad de buscar e inquirir diligentemente el significado de las palabras que hablaban (, 11). Por ejemplo, se dice específicamente que Daniel no comprendió algunas porciones del mensaje que le fue confiado (; 12:8, 9). Por otra parte, los profetas entendían claramente que hablaban en nombre de Dios, y así corrientemente introducían sus mensajes con expresiones como: 'Jehová dijo así' (), 'Palabra que vino de Jehová a Jeremías' (), 'Visión de Isaías hijo de Amoz' (), 'Miré, y he aquí' (; ), 'Y vi' (5:1). Dios confirmaba la autoridad de los hombres que él llamó al cargo profético con el mensaje que entregaban (-21), con señales sobrenaturales (-15), con el cumplimiento de sus predicciones (; ) y con la conformidad de sus enseñanzas con la voluntad de Dios ya revelada (-3; ). Aunque estaban sujetos 'a pasiones semejantes a las' de otros seres humanos, sus vidas reflejaban los elevados principios de lo que testificaban (cf ). A menudo se levantaban falsos profetas, como en los días de Acab (; cf v 22), Jeremías (, 15; 28:1, 2, 5-9, 15-17), Ezequiel (, 17) y Miqueas (), pero podían ser descubiertos por sus motivos mercenarios (3:11), por su disposición a decir lo que el pueblo deseaba escuchar (; ), porque lo que anunciaban no se cumplía (), por las discrepancias entre sus mensajes y los de quienes habían sido probados como profetas (, 3-1 ; -16), por apelar a los deseos de los impíos (-8) y por sus propias vidas no consagradas (-20). Del mismo modo que un profeta es un vocero o mensajero de Dios, la profecía es todo mensaje presentado de parte de Dios por orden de él: revelación especial de la voluntad y del pensamiento divinos, destinada a capacitar al hombre para cooperar con los propósitos infinitos de Dios, que consiste esencialmente en consejos, orientaciones, reprensiones y advertencias. Como 'no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas' (), él espera que los que lean lo que los profetas escribieron le presten la más cuidadosa atención. Al hacerlo podrán estar seguros de ser 'prosperados' (). Los que no prestan atención a las palabras de un profeta como mensajero o guardián enviado por Dios son personalmente responsables ante el Señor (-21; 33:1-9). Israel, por lo general, rechazó las emocionantes apelaciones de los profetas (, 48), así como Dios lo había advertido a Isaías (-11) y a Jeremías (, 17, 19). Esto trajo la ruina sobre Israel, lo condujo a su rechazo del Mesías y, así, a ser descartado como nación escogida. Muchas de las profecías del AT están escritas en poesía hebrea. La calidad y la forma literarias reflejan el caracter, la educación y el estado emocional del profeta. La personalidad de Jeremías* está grabada vívidamente en el registro de su misión profética, hasta el punto en que un lector cuidadoso casi puede sentir que lo conoce personalmente. Algunas obras, como las de Is., Jl. y Hab. son de una belleza literaria superior y reflejan un desarrollo lógico del pensamiento. Pasajes como los de -7; 40:1-8; 52:7-53:12; 55; 61:1-3 y Jl. 951 2:1-14 no han sido superados en imágenes gráficas, retórica equilibrada y lenguaje pintoresco. En algunas obras, como la de Jer., los hechos históricos constituyen el molde en el que se presentaron los mensajes proféticos. Otras parecen ser colecciones de sermones. Algunos profetas, como Oseas, reflejan hondas emociones y, como resultado, no se prestan fácilmente a un análisis literario lógico. La profecía de Hab. también manifiesta un profundo sentir humano al describir el profeta su propia lucha para comprender la voluntad revelada de Dios y su reconciliación con ella. Los profetas se ocuparon del trato de Dios con Israel en lo pasado (Eze_16; 20; etc.), y dejaron lecciones importantes para la generación actual; como también de los acontecimientos históricos contemporáneos, señalando los propósitos divinos y la realización de su voluntad entre las naciones (Isa_36-39; la mayor parte de Jer.; muchos pasajes de Ez.; Dan_1-6; Hag.; etc.). A menudo, y extensamente, denunciaron los pecados de Israel (-15; 3:12-15; 9:13; 10:2; -35; -16; Hos_5; -6; Mal_ Destacaron continuamente la responsabilidad personal de los que escuchaban sus mensajes de actuar en armonía con ellos (-21; cf 18:25-32; 33:7-16: etc.). A menudo instaron a realizar actos específicos (-20; -18; 29:5-13; 38:14-23; 42:1-18; JI. 2:12, 13; -15; Hag. 1:7, 8; -12; etc.). Fielmente señalaron las consecuencias del mal hacer (-21; 7:17-25; 24; Jer_4; 18:9, 10; 23:9-40; 24; Eze_4; 5; 9; -14; Hos_5; JI. 1; Amo_7-9; Sof.; etc.) y del bien hacer (-20; 38; -7; 17:20-26; 18:7, 8, Hos_14; JI. 2:12-32; etc.). Con frecuencia, mediante los profetas Dios elevó los ojos de su pueblo al glorioso futuro que los esperaba como nación si cooperaban cabalmente con sus propósitos para ellos (Isa_40-66; Jer_33; Eze_36-48; Mic_4; Zac.; etc.). La culminación de sus mensajes siempre era la venida del Mesías y el establecimiento de su reino (-7; 11:1-12; 12; 25; 52-66; ; 7:18, 27; JI. 3:9-21; -5:15; etc.). II. La interpretación de las profecías. PROFECÍAS DE LOS 2.300 DÍAS-AÑOS Las profecías del AT no siempre distinguen claramente entre lo que conocemos hoy como la 1ª y 2ª venidas de Cristo, sino que a Menudo tratan estos 2 grandes eventos como uno solo, o uno de ellos sigue inmediatamente al otro. La mayoría de los mensajes proféticos se expresan 952 en un lenguaje literal directo, pero otros son altamente figurados o simbólicos (Dan_2; 7; 8; Zec_1-6; Rev_6-19; etc.). El elemento predictivo en la profecía tenía la intención de ofrecer un panorama de las cosas del tiempo a la luz de la eternidad, de alertar a la iglesia para que actúe apropiadamente en momentos oportunos, de facilitar la preparación personal para la crisis final, de vindicar a Dios y dejar al hombre sin excusa en el día del juicio, y de certificar la validez de la profecía como un todo. Los muchos ejemplos de profecías cumplidas -ya sea que los sucesos ocurrieran en forma inmediata o en épocas posteriores, registrados en la Biblia o en la historia- sirven para afirmar la fe en la inspirada Palabra (véanse los cuadros de las pp 951 y 953). Dios llama la atención a su poder singular de declarar 'lo por venir desde el principio' (, 10), y Jesús dijo: 'Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis' (). A veces -por el lenguaje altamente figurado o simbólico, o por la dificultad de relacionar los mensajes con su contexto histórico, o por la operación de factores condicionales en la predicción de eventos todavía futuros (, 10), o por la transición del Israel histórico literal a la iglesia cristiana-, los libros proféticos se prestan más fácilmente para ser mal interpretados que las secciones históricas, poéticas o doctrinales de las Escrituras. Por eso, el único procedimiento seguro para la comprensión y aplicación de los mensajes proféticos es un estudio sistemático de la profecía como un todo, y una familiarización completa con ella. Sobre la base de tal estudio es posible llegar a sólidos principios de interpretación. Primero es necesario determinar con precisión qué escribieron los profetas bajo la conducción del Espíritu Santo, y qué quisieron decir con lo que escribieron. También se necesita un estudio preciso de las palabras y las relaciones gramaticales del pasaje que se considera. A veces se puede resolver la incertidumbre acerca de su significado sólo por una referencia al lenguaje en que se escribió originalmente. Cada frase debe ser comprendida en relación con su contexto mayor. En ninguna circunstancia es seguro considerar un pasaje sin referencia a su contexto literario o histórico; cada mensaje profético tenía un significado para la gente a la que estaba destinado. Una de las primeras tareas del investigador, y de las más importantes, es la determinación de ese significado. Sólo entonces es posible llegar a una aplicación válida de las profecías para nuestros días. La Biblia debe ser su propio intérprete; es decir, los pasajes bíblicos deben ser comparados con otros pasajes bíblicos que tratan del mismo tema. Hablando en general, las promesas y predicciones dadas por medio de los profetas del AT al Israel literal estaban sujetas a la obediencia y lealtad; eran condicionales. Sin embargo, el pueblo rechazó el plan de Dios para ellos como nación, y lo que Dios quiso cumplir mediante el Israel de la antigüedad finalmente lo realizará por medio de sus hijos espirituales. (Por eso, muchas de las promesas de Dios originalmente hechas al antiguo Israel se cumplirán, en principio, en la iglesia cristiana.) Los planes y propósitos divinos indefectiblemente se llevarán a cabo (), aunque para satisfacer las nuevas condiciones se cambien los medios y los agentes con los cuales se realicen. Cuando una persona o una nación rehúsa cooperar con el expreso propósito de Dios, renuncia a su papel en el plan divino y es descartada (-10; cf -28). Cuando los judíos rechazaron a Jesús, en ocasión de la crucifixión, Dios les quitó el reino* y lo dio a 'gente que produzca los frutos' del reino (-44; 23:36-38). La iglesia cristiana, como la 'gente' de quien habló Jesús, reemplazó a Israel en el plan de Dios (, 10). Los escritos de los profetas del AT están plenos de significado para los creyentes cristianos (-27, 44; ; 2 , 17; cf 1-12), pero en vista de que la iglesia de Cristo no es un grupo racial ni político que viva en la tierra literal de Canaán, rodeada por enemigos literales, como los asirios, los babilonios y los egipcios, muchos detalles de las profecías del AT no son aplicables literalmente a los tiempos cristianos. Además, muchas de ellas tratan exclusivamente de situaciones específicas de un pasado remoto. De la lectura de los profetas del AT un creyente puede lograr 2 beneficios: 1. Aprovechar la instrucción que Dios dio a su pueblo en lo pasado al aplicarla a sí mismo y observar los resultados de aceptar o rechazar esos principios. 2. Determinar qué predicciones, no cumplidas en el Israel literal, quedan para el pueblo de Dios de la actualidad. Sin embargo, se debe tener mucho cuidado en hacer aplicaciones injustificadas. Hay que determinar hasta qué punto esa profecía es de naturaleza condicional, cuántas de esas condiciones se cumplieron y, finalmente, si la inspiración ha indicado que tendrá una aplicación posterior. En particular, se debe estudiar cómo la transición del Israel literal a la iglesia cristiana puede 953 afectar el cumplimiento de esa predicción. Sólo cuando un escritor inspirado posterior aplica una profecía a los tiempos cristianos puede hacerse con certeza una nueva aplicación de ella. El registro del trato de Dios con su pueblo en lo pasado se ha conservado para beneficio de las generaciones posteriores, hasta el fin del tiempo. Bajo la conducción del Espíritu Santo, los mensajes originalmente proclamados por los santos hombres de Dios de la antigüedad al pueblo de sus días pueden llegar a ser un medio eficaz de descubrir la voluntad divina para su iglesia actual. Mediante los profetas ancestrales es nuestro privilegio escuchar la voz de Dios hablando con claridad en nuestros días. En las afirmaciones inspiradas el sincero buscador de la verdad encontrará mensajes de inspiración, consuelo y orientación. Acerca de los principios básicos de interpretación se puede ver CBA 1:1030-1033; 4:27-40, 685; y el índice general del t. 7 bajo 'Biblia, interpretación' e 'Interpretación profética'. Para los principios de interpretación de las profecías simbólicas, véase CBA 4:606, 607. Para la interpretación y el cumplimiento específicos de profecías simbólicas básicas que no se pueden estudiar adecuadamente aquí para no exceder el panorama que se ofrece en este Diccionario, véase el CBA en los lugares donde se comentan los pasajes bíblicos respectivos. Para el 'profeta' de Tit. 1:12, véase Poeta. PROFECÍA DE LAS SETENTA SEMANAS DETERMINADAS PARA ISRAEL

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