Uno de los cuales fue ‘La mujer invisible’, Seix-Barral, 2020, de la periodista y escritora británica Caroline Criado Pérez, (Brasil1984). Y así, como por arte de magia, el título apareció como una de las novedades del mes en Storytel, la plataforma de audiolibros que me tiene embelesada desde noviembre de 2019.

La escritora Caroline Criado-Perez, una de las cien mujeres más influyentes según la BBC (2013) y Oficial de la Orden del Imperio Británico (2015) por sus servicios a la igualdad y la diversidad, nos hace evidente que vivimos en un mundo diseñado y delimitado por y para los hombres, en donde el olvido consciente de las mujeres o la neutralidad frente a las mismas, han sido factores determinantes a la hora de edificar nuestro entorno actual… para mal, por supuesto. En 2019 fue premiada con el Royal Society Insight Investment Science Books Prize y el Financial Times Business Book of the Year por este libro que ahora reseño.

Es un libro que recopila una cantidad de estudios, datos e historias sobre la enorme brecha que separa a hombres y mujeres, en un sesgo que ha hecho del mundo un campo hostil para las mujeres. Y el sesgo existe desde los espacios laborales y públicos, que fomentan el acoso sexual, pasando por los estudios de moralidad cuyo modelo es un “universal masculino”, hasta las políticas públicas neutras – negociaciones de procesos de paz con baja participación femenina, planes de reconstrucción post desastres sin mujeres que aporten en lo esencial , diseño de planes de acción contra el cambio climático frente al cual las mujeres son más vulnerables – políticas que, al ignorar a la mujer so pretexto de su igualdad, eliminan sus diferencias esenciales. Un sesgo que además se relaciona íntimamente con el sesgo de realismo ingenuo o sesgo de proyección: nuestra propia forma de hacer las cosas es la normal: la mayoría de las personas en el poder público y privado son hombres, simplemente no ven nada relacionado con las mujeres. 

Nos relata cómo, en casi ninguno de los estudios que se hacen a nivel empresarial y gubernamental, no se hacen preguntas específicas para las mujeres o si se hacen, el dato recopilado no se relaciona ni se analiza y, en esa medida, no se pueden saber muchos datos relevantes que podrían impactar de forma importante en, por ejemplo, una adecuada construcción de parques, la elaboración de horarios laborales, el diseño de aplicativos etc. 

En el libro se demuestra, por ejemplo, que el largo de la octava del piano fue diseñado para el ancho de palma de la mano de los hombres, pero no de la mano de las mujeres, por lo que las pianistas tienen un 50% más de riesgo que los hombres de sufrir dolores y lesiones. Solo cuando el pianista Christian Donison insistió en el tema y comenzó a utilizar un teclado 7/8 poniendo en evidencia la diferencia en su interpretación musical, el mercado productor de pianos logro entender el problema.

También encontramos estudios sobre cómo el tamaño de los teléfonos celulares, el de las gafas, cascos y dispositivos de realidad virtual – muy grandes, el de los relojes digitales -demasiado grandes para la muñeca de una mujer, el diseño de las sillas de los carros y cinturones de seguridad, los contadores estándar de calorías en las cintas de correr de los gimnasios usan al hombre del percentil 50 masculino para representar el ser humano promedio, ignorando por completo la anatomía femenina. Y a ello agréguenle que no existen cinturones de seguridad para embarazadas o que los extractores eléctricos de leche, diseñados por hombres, pueden ser dolorosos y que muchos modelos impiden a la mujer realizar otras labores mientras la extraen, además de ser extremadamente ruidosos. 

Y en el caso de temas de salud el asunto es aberrante. El no desglose de los datos por sexo a pesar de haberlos recopilado, resulta desconcertante. El síndrome de Yentl – el nombre es tomado de la famosa película protagonizada por Barbara Streisand), acuñado en 1991 por la Dra. Bernadine Patricia Healy, la primera directora del NIH que hace referencia a la invisibilidad médica de las mujeres en los estudios de enfermedades cardiovasculares, orientados mayoritariamente al sexo masculino, delata el sesgo. 

La participación de las mujeres en los estudios sobre insuficiencia cardíaca no sobrepasó el 37% entre 1987 y 2012, y en estudios de VIH no sobrepasó el 19.5%. En el caso del TRD; un aparato de resincronización cardiaca, la representatividad solo fue del 20%. Cuando hicieron ya la disgregación por sexo, los estudios relacionados con dicho dispositivo dieron cuenta de que el umbral en tiempo de “reinicio” definido podría ser mortal para las mujeres. La baja representatividad de las mujeres en los estudios afecta los resultados y la capacidad de hacer metaanálisis adecuados. 

Las diferencias en los sistemas pulmonares, cardíacos – los síntomas de infarto de miocardio son diferentes, así que el angiograma podría no ser el examen adecuado para detectar infartos en mujeres, las diferencias en la composición en fibra, en los porcentajes de grasa corporal, así como en los ácidos biliares, en la cantidad de proteínas que se requieren para mitigar una descompensación, en las mismas células, y en la tasa de metabolismo de los medicamentos, entre otros, exigen claramente concentraciones y dosis diferentes en hombres y mujeres, como lo han demostrado varios estudios citados en el libro: Las mujeres no somos hombres pequeñitos. 

Hay estudios que documentan los efectos diferenciales de los medicamentos antihipertensivos en hombres y en mujeres (son más efectivos en hombres) o efectos diferenciales de medicamentos cardiovasculares o antidepresivos en las mujeres cuando están en su ciclo menstrual y cuando están sin él; de hecho, todos los sistemas de monitoreo en salud ignoran el ciclo menstrual: pero no se ha hecho nada al respecto. 

Ha habido avances, y algunas autoridades, como las europeas, australianas y canadienses, han exigido la inclusión de sujetos femeninos en los estudios. Pero estamos muy lejos de que sea una conducta generalizada. 

En el libro se presentan estudios en los que se observa que el sector de mayor acoso sexual en el mundo es el sector de la construcción, seguido del sector salud. En este último, en Canadá, por ejemplo el 90% de las enfermeras reportan haber sido objeto de acoso sexual, y adicionalmente, de forma frecuente, esto es “casi todos los días”. En esto influye que, en general, los puestos de enfermería no tienen doble salida y, muchas veces, la construcción de infraestructura de las clínicas en forma de “U” las deja incomunicadas en rincones, por ende, sitios peligrosos. No denuncian, porque el acoso es continuo y necesitan el trabajo. En otras latitudes y situaciones, por ejemplo, la ausencia de letrinas, duchas y dormitorios separados en los refugios posguerra o de inmigrantes, o sin suficiente iluminación, evidencian que son refugios construidos por y para hombres que exponen a las mujeres a agresiones sexuales. 

En fin, en general, el corpus de palabras de las bases de datos mundiales, en los traductores – que traducen en masculino cosas que en otro idioma están en femenino, en los dispositivos hablantes (Siri usualmente puede encontrar sitios porno pero no sitios de asistencia para violación) …

Incomprensible es la no inclusión del trabajo no remunerado de las variables del PIB, porque supuestamente distorsiona la visión de la economía: así las cosas, la economía doméstica, operada mayoritariamente por mujeres, tiende a verse como un recurso económico gratuito que hay que explotar, sin tener en cuenta que, por ejemplo en Australia, en 2011, se estimó que el trabajo no remunerado doméstico de las mujeres constituye el renglón más importante de la economía y en México, en 2014 se concluyó que significaba el 21 % del PIB, esto es, el renglón más importante de la economía. El trabajo no remunerado de las mujeres es algo de lo que se beneficia la sociedad en conjunto. De allí podríamos construir, en lugar de seguir haciendo entelequias centradas en una estructura que favorece solo a los hombres. 

Los sistemas impositivos de muchos países, cuando admiten declaraciones de la pareja como una sola unidad económica, incentivan el sesgo al establecer límites a partir de los cuales ya no se pueden acoger, como unidad, a descuentos desincentivando a las mujeres a trabajar y, por ende, impulsándolas a ganar menos para poder acceder a esos descuentos. Y es bien sabido que los sistemas tributarios globales no tienen en cuenta cómo productos básicos los productos de higiene femenina, pero si los condones… 

A la mujer poderosa se la ve como transgresión de la norma: consumista, frívola e irracional. El ejemplo perfecto es Hillary Clinton, cuya ambición política fue calificada de “obscena”, lo cual no se dijo jamás de un empresario, jurado de un programa de televisión, sin experiencia política; eso si no fue obsceno. A los líderes blancos no los penalizan por promover la diversidad, pero a las líderes femeninas y de minorías sí.

Es como si el poder social de las mujeres fuera incompatible con el profesional. Ni siquiera la representatividad política femenina en los países nórdicos – los más avanzados del mundo al respecto – supera el 50%, siendo el promedio mundial un 23,5%; con treinta y un países por debajo del 10%. En gobiernos locales es peor. No hace falta no nombrarlas en cargos de poder público o parlamentarios para excluirlas Existen otros mecanismos como la interrupción, el mansplaining, tratarlas con condescendencia (“cálmese”), la denegación del uso de la palabra en escenarios públicos, llamadas y actos amenazadores, la omisión de su nombramiento en comisiones masculinas y poderosas, además del maltrato sexista por Internet y medios de comunicación. 

Lo cierto es que estudios de la OCDE dicen que cuando hay mujeres con representación política, ello se traduce en acciones efectivas en infraestructura y suponen una diferencia, para bien, en las leyes que se aprueban. 

En fin, podríamos quedarnos acá hablando de los tesoros – thesaurus – que contiene el libro, pero los dejaría sin material para leer. Un libro maravilloso que abre los ojos a una realidad que estamos en mora de cambiar. Datos y hechos que, a quien lo lea, le hará cambiar la percepción de su inmediata realidad. 

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