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¿Qué fue el levantamiento del 2 de mayo en Madrid?

Madrid se alzó en armas contra las tropas de Napoleón el 2 de mayo de 1808 para evitar que los últimos miembros de la familia real viajasen a Francia. La represión dio pie a la guerra de la Independencia y precipitó la crisis del absolutismo en España
¿Qué fue el levantamiento del 2 de mayo en Madrid?
'Muerte de Velarde el 2 de mayo de 1808', por Manuel Castellano (1864). Fuente: Museo de Historia de Madrid (Wikimedia Commons)

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El levantamiento del 2 de mayo de 1808 fue la revuelta en Madrid contra la invasión francesa. Entre 1788 y 1808, el reinado de Carlos IV había sido un periodo de crisis económica y política para la monarquía española. La pérdida de varias cosechas a finales del siglo XVIII desaceleró el crecimiento económico, y el estallido de la Revolución francesa amenazó la estabilidad del régimen absolutista. El pánico al contagio ideológico llevó a España a aliarse con Gran Bretaña. En 1793 estalló la guerra entre los Borbones y la Primera República francesa, pero dos años después, con parte del norte invadido, España se vio obligada a firmar la paz. Así se convirtió en un Estado supeditado a los intereses franceses.

Cuando Napoleón Bonaparte perpetró un golpe de Estado en Francia y ascendió al poder en 1799, la monarquía española le apoyó en sus guerras. Como parte de esta política de subordinación, Carlos IV y Napoleón firmaron en 1807 el Tratado de Fontainebleau por mediación de Manuel Godoy, hombre fuerte del monarca español. El pacto preveía el reparto de Portugal, por lo que permitía que las tropas francesas cruzasen la península para invadirlo. Pero Napoleón tenía otros planes: cuando el rey se quiso dar cuenta, los galos ya habían ocupado varias plazas españolas. La invasión francesa había comenzado.

Madrileños en pie

En un intento por salvar a la familia real y a sí mismo, Godoy organizó la huida a las colonias americanas. Sin embargo, el trajín de carruajes y los rumores del viaje alertaron a la población madrileña, que en marzo de 1808 asaltó el Palacio Real de Aranjuez para impedir que los monarcas saliesen de España. El motín provocó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo, Fernando VII, quien indujo la revuelta por su afán de ser rey.

Al enterarse de la noticia, Napoleón invitó al nuevo rey a Bayona para mostrarle su apoyo, al tiempo que ordenó a su cuñado, el mariscal y soberano de Nápoles Joaquín Murat, que se dirigiese a Madrid. En la capital aguardaban 36.000 soldados galos. El plan era deponer a Fernando y colocar al hermano de Napoleón, José Bonaparte, al frente de España. Para finales de marzo sólo quedaban en la capital los infantes María Luisa y Francisco de Paula, que viajarían a Bayona el 2 de mayo.

Cuando llegó el día, una muchedumbre se concentró ante el Palacio Real para impedir que el carruaje partiese hacia Francia. Murat ordenó disolver la multitud a cañonazos y fue entonces cuando el pueblo de Madrid se alzó contra el Ejército francés. La noticia voló y enseguida se multiplicaron los ataques en la capital. Las batallas más cruentas se produjeron en la Puerta del Sol, con la carga de los mamelucos, y en el Parque de Artillería de Monteleón, defendido hasta el final por los capitanes Luis Daoiz y Pedro Velarde, como recuerda el Dos de mayo de Joaquín Sorolla. Una vez sofocada la rebelión, el alcalde de Móstoles declaró la guerra a Francia. Sería el inicio de la guerra de la Independencia española.

Del levantamiento del 2 de mayo a la Pepa de 1812

Con el alzamiento del 2 de mayo se desató un estado de lucha y ocupación en toda la península. Al día siguiente, como plasmó Francisco de Goya en Los fusilamientos, los franceses ejecutaron a los apresados durante la rebelión, y dos días después Carlos IV y Fernando VII fueron obligados a abdicar para ceder el trono a José Bonaparte. No obstante, el pueblo nunca lo reconoció como rey y en su lugar creó las Juntas revolucionarias, depositarias de la soberanía popular. Su objetivo era restaurar el orden monárquico y transformar la sociedad del Antiguo Régimen.

Para ello, la Junta Central convocó a Cortes, que se reunieron en Cádiz en 1810 debido a la ocupación francesa del resto del país. Dos años después vio la luz la primera constitución del liberalismo español, conocida como la Pepa por publicarse el día de san José. Esta contemplaba la división de poderes, limitaba el poder de la monarquía y otorgaba derechos para los ciudadanos. Sin embargo, las reformas apenas se materializaron, pues Fernando VII derogó la Constitución cuando recuperó el trono en 1814. Expulsados los franceses, España volvió a ser una monarquía absoluta.

Ana Raya

Madrid, 1998. Graduada en Relaciones Internacionales (UCM) y Máster en Geopolítica y Estudios Estratégicos (UC3M). Interesada en conflictos espaciales, fronteras, mapas y geopolítica crítica.

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