El ADN demuestra que el rey Alberto II de Bélgica es el padre de Delphine Boël | Gente | EL PAÍS
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El ADN demuestra que el rey Alberto II de Bélgica es el padre de Delphine Boël

El monarca emérito admite la paternidad tras una larga batalla legal

El rey Alberto II de Bélgica, en su abdicación, en julio de 2013.
El rey Alberto II de Bélgica, en su abdicación, en julio de 2013.CORDON PRESS
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Delphine Boël ha encontrado oficialmente a su padre. La escultora belga de 51 años llevaba más de un lustro sumida en una incansable batalla legal para probar que es hija del rey Alberto II, el hombre que se sentó durante 20 años en el trono de Bélgica hasta su abdicación en 2013 en su hijo Felipe, el actual monarca. Tras años de negativas y evasivas por parte del rey emérito, que rechazaba el parentesco e incluso se vio amenazado por la justicia con una multa de 5.000 euros diarios si no accedía a realizarse la prueba de paternidad, la verdad ha terminado por imponerse: según informa la agencia Belga, Alberto II ha reconocido este lunes, en un comunicado remitido por sus abogados, que los resultados del test indican que es el padre biológico de Boël.

"El rey Alberto ha decidido poner fin con honor y dignidad a este doloroso proceso", afirma el texto de sus letrados. En él, no hay rastro de disculpa ni arrepentimiento por haber obstaculizado el deseo de reconocimiento de su hija. El monarca apunta que tras el nacimiento de Boël evitó involucrarse en su educación y no participó en ningún otro aspecto de su vida diaria para respetar así los lazos de su hija biológica con su padre legal, el poderoso industrial Jacques Boël, que la crió como una hija pero la desheredó cuando acudió a los tribunales. Alberto II incluso parece mostrar cierta incomprensión hacia la lucha de Boël por demostrar que era su padre. "Más de cuarenta años después, la señora Delphine Boël ha decidido terminar su vínculo afectivo con su padre y cambiar de familia. Y eso a través de un proceso largo, doloroso y que se ha revelado como judicialmente contradictorio". 

La noticia ha caído como una bomba en un país donde la Casa Real es uno de los pocos elementos de cohesión para sus ciudadanos, fuertemente divididos lingüística y territorialmente entre neerlandófonos y francófonos, flamencos y valones, con Bruselas como capital. La imagen del rey se ha erosionado tras años de sospechas nunca confirmadas, como se queja el propio Alberto II, que lamenta que el proceso "no haya respetado la vida privada de ambas partes".

La hija ilegítima de Alberto de Bélgica, Delphine Boël, en Bruselas, en 2017.
La hija ilegítima de Alberto de Bélgica, Delphine Boël, en Bruselas, en 2017.CORDON PRESS

El caso viene de lejos. Una biografía no autorizada de la esposa de Alberto II, la reina Paola, publicada en 1999, revelaba que este había tenido una hija fuera de su relación en los años sesenta, pero su identidad nunca había sido confirmada. Delphine Boël entró entonces en escena para decir que era ella, fruto del largo idilio entre su madre, la aristócrata Sibylle de Sélys Longchamps, y el entonces príncipe heredero Alberto. Pero en un entorno como el de la realeza belga, repleto de dinero e intereses, su irrupción fue interpretada por algunos con cierta desconfianza hacia sus verdaderos motivos.

En medio de la zozobra, Boël quiso explicarse. En 2008 publicó una biografía en la que profundizaba en la relación que mantuvieron durante años el rey y su madre. En ella, explicaba cómo la baronesa le reveló la identidad de su verdadero padre. El monarca nunca tuvo un gesto parecido, y el único momento que puede interpretarse como síntoma de la infidelidad fue cuando en el discurso de Navidad de 1999, pocos meses después de que se destapara el caso, reconoció que su relación con la reina Paola atravesaba por un momento de dificultades.

Una vez admitida la paternidad, la atención gira en torno a sus consencuencias en cuanto a dinero e influencia. En juego no estaba solo aportar algo de luz a las zonas oscuras de la monarquía belga. También una jugosa herencia. Boël no alcanzará ahora ningún poder real, pero podría ser la beneficiaria de una ingente suma de dinero. Tampoco accederá a la línea sucesoria de la monarquía en Bélgica, dado que la Constitución establece que solo los descendientes “directos, naturales y legítimos” heredan esos poderes, lo que la excluye. Sí obligará a retocar, en cambio, los libros de Historia. Alberto II es desde hoy padre de cuatro hijos.

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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