En una hipotética #guerradeniñositalianos (ahora que se lleva tanto lo de enfrentar conceptos innecesariamente), Salvatore Cascio y Giorgio Cantarini (o Totó y Giosué), tendrían todos los números para llegar con vida a la última batalla. Hablamos, respectivamente, de los carismáticos protagonistas infantiles de 'Cinema Paradiso'(Giuseppe Tornatore, 1988), a quien abordaremos hoy, y de 'La vida es bella'(Roberto Benigni, 1997), quien protagonizará la próxima entrega de 'Qué fué de...'. Ambos comparten similar destino: irrumpieron con inusitada fuerza en el planeta cine para caer en el olvido tras los primeros estragos del acné en sus rostros. Ambos son, casi, un par de one hit wonders,y por ello quedarán siempre cosidos a un único personaje, el que les dio fama y nombre.

Y digo nombre porque la identificación entre Salvatore Cascio (Palermo, 1979) y su personaje en 'Cinema Paradiso' fue tan grande que el actor figuró como Totò Cascio en los créditos de sus (escasos) trabajos cinematográficos posteriores a su debut. Un debut que se produjo tras el nacimiento del pequeño Salvatore en la pequeña pantalla, donde ejercía de robaplanos del cómico Maurizio Constanzo en el 'Maurizio Constanzo Show' de Canale 5. Fue allí donde le descubrió Giuseppe Tornatore, quien le regaló, tal vez demasiado pronto, el papel de su vida. Salvatore encarnó en 'Cinema Paradiso' a su tocayo Salvatore 'Totò' Di Vita durante su infancia, un niño huérfano de padre que aprendía el oficio de proyeccionista en el cine de su pueblo. La película se alzó con el Oscar al Mejor Film de Habla no Inglesa y Cascio ganó aquel año el BAFTA al Mejor Actor de Reparto (superando incluso a Al Pacino, nominado por 'Dick Tracy'), lo que le auguraba un futuro esplendoroso.

Pero nada más lejos de la realidad. Cierto es que la propia inercia del éxito hizo que Salvatore trabajara a buen ritmo durante los cuatro años siguientes, en películas como 'C'era un castello con 40 cani' (Duccio Tessari, 1990), donde compartió rodaje con Peter Ustinov; 'Diceria dell'untore' (Beppe Cino, 1990), junto a Fernando Rey y Franco Nero; o en la británica 'The Pope Must Die' (Peter Richardson, 1991). A los 13 años, viendo que no le llegaban papeles a la altura de Totò, decidió retirarse de los platós para dedicarse a sus estudios.

No hay mayores sobresaltos conocidos en su vida: ni padres explotadores, ni flirteos con las drogas ni intentos de suicidio. Cascio (que en 1995 declaraba al diario Corriere della Sera: “Ahora mi platea es el supermercado”) sencillamente, no triunfó y se dedicó a otras cosas. Cierto es que ha protagonizado dos intentonas fallidas por recuperar la senda del éxito. La primera, en 1999, cuando apareció en el olvidable telefilm 'Il morso del serpente', de Luigi Parisi; y la segunda en 2005, en otra TV-movie, 'Padre Speranza', donde hacía compañía a un Bud Spencer vestido de sacerdote.

Nada más. Con 33 años vive alejado de los focos, tal vez recordando que un día encarnó a Totò, uno de los personajes más carismáticos de la historia del cine.