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Teorías contra el gran milagro

Si la resurrección de Jesús hubiese sido una alucinación, el cristianismo se habría extinguido en sus mismos orígenes.

08 DE AGOSTO DE 2020 · 23:10

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El escepticismo contrario a la resurrección de Jesús ha venido maquinado ocurrencias para desmentirla. Veamos las tres siguientes:

La teoría de la alucinación

Esta teoría afirma que los seguidores del Maestro realmente creyeron verlo resucitado pero, en cualquier caso, se trató siempre de una alucinación colectiva. Es decir, tuvieron la ilusión mental de verlo vivo pero lo que observaron estaba en sus propias mentes, no en el mundo real. No obstante, según la psicología, las personas psíquicamente equilibradas no suelen sufrir alucinaciones sino sólo aquellas que padecen brotes psicóticos.[1] Tal como escribe el doctor en psicología, José Gutiérrez Maldonado, “a grandes rasgos podría definirse la psicosis como aquel proceso mediante el cual se generan actos de conducta en los que se evidencia la proyección del ámbito interno del sujeto en el ámbito empírico y la alucinación como un tipo de conducta psicótica”.[2] Ahora bien, es muy improbable que los doce apóstoles tuvieran simultáneamente conductas psicóticas y, mucho menos, que las tuviera un grupo de hasta 500 personas a la vez (1 Co. 15:5-8). Algunos de los cuales lo vieron vivo después de la crucifixión en más de una ocasión. 

Es interesante señalar que cuando el apóstol Pablo escribió esta primera epístola a los corintios, y les predicaba tales cosas, muchas de aquellas personas que fueron testigos presenciales todavía vivían y nadie le desmintió. Si la resurrección hubiera sido un invento de los discípulos, o una proyección de su imaginación, ¿por qué iba Pablo a arriesgarse dando una lista concreta de las personas que lo vieron después de morir? ¿Acaso esto no habría facilitado que se descubriera peligrosamente su mentira?

Generalmente las personas que experimentan alucinaciones proyectan sus deseos internos, o aquello que anhelan ver, y creen observarlo en la realidad. Sin embargo, muchos de los testigos de las apariciones de Jesús no creían que estuviera vivo, ni tampoco anhelaban volverlo a ver (como en el caso de Pablo cuando perseguía a los cristianos). Además, incluso suponiendo que todos hubieran experimentado semejante alucinación colectiva, ¿cómo explicar la tumba vacía? ¿dónde estaba el cadáver de Jesús? Solamente hubiera bastado con indicar el lugar donde se hallaba el cuerpo de Cristo para acabar definitivamente con cualquier alucinación de sus seguidores. El cristianismo se habría extinguido en sus mismos orígenes. ¿Por qué esto no ocurrió?

La teoría de la alucinación choca contra la realidad de la tumba vacía, por lo que no puede ser tomada en serio. Resulta mucho más lógico creer que las apariciones de Jesús realmente ocurrieron tal como contaron los apóstoles.

La tumba equivocada

Esta otra teoría supone que no se encontró el cuerpo de Jesús simplemente porque sus discípulos se equivocaron de sepulcro. Sin embargo, esto es difícil de aceptar, sobre todo si se tienen en cuenta los diversos datos que proporcionan los evangelistas. Por ejemplo, todos los evangelios sinópticos dicen que cuando José de Arimatea colocó el cadáver de Jesús en su sepulcro nuevo, estaban allí presentes María Magdalena, la otra María y las mujeres que vinieron con el Maestro desde Galilea (Mt. 27:61; Mr. 15:46-47; Lc. 23:55). ¿Cómo es posible que tres días después todas estas personas se equivocaran de tumba? 

Además, ¿no había colocado Pilato una guardia romana que custodiara la tumba, por el miedo de los judíos a que sus discípulos robaran el cuerpo (Mt. 27:62-66)? ¿Acaso también los soldados romanos se equivocaron de tumba? Si todos se confundieron de sepulcro y Jesús no hubiera resucitado, sería fácil para las autoridades judías y romanas encontrar la verdadera tumba con el cuerpo del Galileo. Esto habría bastado para acabar con la creencia en la resurrección de Jesús. Pero tal situación no ocurrió, sencillamente, porque nadie confundió la tumba. Todos sabían perfectamente cuál era y pudieron comprobar con sus propios ojos que estaba vacía. Este hecho histórico es el mejor argumento de la resurrección de Jesús.

La teoría de que Jesús era un alienígena

La moda moderna de la ufología y el gusto por los extraterrestres produjo también este reciente planteamiento, según el cual, Jesús habría sido un alienígena venido de algún supuesto planeta lejano. Esto encajaría con sus poderes milagrosos, su capacidad para curar enfermedades así como su elevado psiquismo, que en su mundo debían ser características normales y naturales pero aquí en la Tierra nos parecerían sobrenaturales. El problema de esta teoría es que no se puede verificar ni tampoco refutar. Desde el punto de vista filosófico, tales hipótesis no contratables o no “falsables”, suelen descartarse a priori. Lo único que se puede decir es que, hoy por hoy, la ciencia no tiene constancia de la existencia de extraterrestres. 

Como escribe Doug Powell, en relación a esta teoría: “Otra deficiencia de esta teoría es que en lugar de sopesar toda la evidencia para luego llegar a una conclusión, sus partidarios comienzan afirmando la conclusión y luego intentan que los hechos se ajusten a la hipótesis. Esto también es una falacia que se conoce como ´sesgo de confirmación´. Lo que nos queda, pues, es una teoría que parece probarlo todo cuando en realidad no prueba nada”.[3]

 

Notas

[1] Castilla del Pino, C. 1984, Teoría de la alucinación. Alianza Editorial, Universidad de Madrid.

 [2] Gutiérrez, J. 1988, “Análisis de la teoría de la alucinación, de Castilla del Pino”, Informaciones Psiquiátricas, 112, 155-162. 

[3] Powell, D. 2006, Guía Holman de Apologética Cristiana, B&H, Nashville, p. 281. 

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