2018: El misterio de los pingüinos: Penguin highway (Pengin haiwei)

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Con Pengin haiwei (la autopista de los pingüinos) empezó Studio Colorido a llamar la atención internacionalmente. Es más, quizá fue esta película la que propició que el siguiente trabajo del estudio, Amor de gata (2020), fuese adquirido por Netflix. El film que nos ocupa fue el primero desarrollado por la compañía, que hasta entonces había realizado varios cortos y colaborado en proyectos por encargo, como Lu Over the Wall (2017), dirigido por el talentoso Masaaki Yuasa, o Batman Ninja (2018), uno de los intentos de DC Comics de introducirse en el mercado del anime.

Studio Ghibli, la mayor fuerza artística de la animación japonesa desde finales de los 80, estaba en pausa desde el 2014, cuando estrenó El recuerdo de Marnie, dirigido por Hiromasa Yonebayashi. Sin embargo, varios estudios del país trataron de continuar por el mismo camino, entre ellos Studio Ponoc -que debutó con un largometraje de este último director, Mary y la flor de la bruja (2017)- y Studio Colorido. Pengin haiwei propone el tipo de realismo mágico, o de fantasía mezclada con cotidianeidad, que caracteriza a tantos títulos de la filmografía de Studio Ghibli. De hecho, aquí figura una escena, en la que una marea de pingüinos transporta a los personajes, que recuerda a una muy similar, pero con felinos, de Haru en el reino de los gatos (2002), dirigida por Hiroyuki Morita.

Pengin haiwei, que adapta la novela de Tomihiko Morimi, desarrolla una muy atractiva trama entre la fantasía y el misterio que combina pingüinos, una enigmática mujer y una amenazante esfera líquida. También es estupendo el grupo de niños, que se queda peligrosamente cerca del estereotipo pero funciona bien. El protagonista, por ejemplo, es uno de esos jovencitos de primaria que abundan en los films de anime, tan estudiosos, formales y seguros de sí mismos que casi resultan repelentes.

Ahora bien, aunque la premisa está repleta de potencial, no siempre da la sensación de explorarlo tanto como sería deseable y deja muchos cabos sueltos a la hora de explicar el porqué de los fenómenos fantásticos -ignoro si ese problema estaba ya en la novela, que no he leído, o si es solo de la adaptación-. Eso es particularmente problemático con el personaje de la mujer, pues el guion no se molesta en justificar nada de lo que la convierte en tan especial.

El apartado más satisfactorio del film es el visual. Los fondos son una delicia y optan por el enfoque realista -incluso hiperrealista en más de un momento- que caracteriza al anime más exportado. La animación está también lograda y alcanza una notable sofisticación en los pasajes espectaculares. Finalmente, el diseño de personajes, aunque no destaca por su personalidad, es atractivo. En fin, desde un punto de vista industrial, la cinta es impecable.

Lo que impide que vuele más alto es, además de las pequeñas carencias del guion, una irreprochable dirección de artesano, pero no de autor, en la que no se advierte una manera personal de contar historias. Es normal, se trata de la obra de un director debutante en el largometraje y, con eso en mente, el resultado es muy estimable, pero más allá del enorme mérito de haber llevado a buen término un proyecto de considerable ambición, no parece dejar un sello personal en la pantalla. Es eso lo que hace que Pengin haiwei se parezca sobre todo al Studio Ghibli de categoría B, no al de las obras maestras de Hayao Miyazaki o Isao Takahata -y tampoco está nada mal, que ese es ya un nivel cercano a la excelencia-.

Reseña Panorama
Puntuación
9
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