Foto: Ed. Alrevés
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La expedición final: salvarse a sí mismos
Durante el mes de noviembre realizaron varias expediciones, algunas abortadas por el mal tiempo, otras por la dificultad de terreno. Pero consiguieron encontrar la cola del avión, y con ella unas baterías que, sin embargo, no pudieron hacer funcionar. También durante estos días murieron dos heridos por la gangrena y, ya entrado el mes de diciembre, murió el último miembro que perdería la vida en Los Andes con un peso de 25kg: no podían esperar más. Los seleccionados para la expedición definitiva fueron Nando Parrado, Roberto Canessa (en la imagen, sentados) y Tintín, salieron el 12 de diciembre. Este último regresó al avión tres días después tras entregar sus provisiones de carne a los otros dos, que decidieron seguir a toda costa a pesar de que no podían ver nada más que picos nevados. 10 días después de haber partido, de haber ascendido picos de más de 4.500m, de haber caminado decenas de kilómetros en pésimas condiciones físicas y sin apenas comida, al fin vieron un hombre montado a caballo. Se habían salvado. Era Sergio Catalán (en la imagen, de pie), un arriero cuya humilde finca se encontraba en Los Maitenes, Chile, y que acogió a los expedicionarios durante la primera noche hasta que llegaron a buscarles.