7.3
Score

Final Verdict

En un disco fundamentalmente nostálgico que, en sus escasos cuarenta minutos repartidos en once temas, intenta retomar los fantasmas del pasado con letras presuntamente incisivas.

Reaparecen The Libertines con una nueva entrega tras casi una década de silencio en lo que fácilmente podemos catalogar como una de las historias más erráticas de los últimos tiempos. Y con éste All Quiet On The Eastern Esplanade es evidente que la banda no va a encontrar muchos nuevos adeptos a la causa, pero indudablemente tampoco se van a producir cuantiosas deserciones entre los habituales del lugar.

Nos enfrentamos a un álbum desigual que mantiene algunos de los elementos característicos de la banda, pero también se aprecia que por el camino se han dejado parte de aquella frescura, rebeldía y tremenda energía otrora marca de la casa y, que los hizo destacar sobremanera hace ya más de dos décadas con aquel rutilante y exitoso debut “Up the bracket” (2002) o incluso con el álbum homónimo del 2004.

Seguimos encontrando aquellos temas urgentes de ritmos frenéticos que rebosaban y encontraban perfecto acomodo en sus primeros trabajos, como el inicial “Run Run Run” o ese “Oh Shit” que desde los primeros acordes confirmamos que ya la hemos oído hace muchos años ( suena peligrosamente igual que ese mítico “Don’t Look Back Into The Sun”) pero sinceramente son mucho más destacables esos temas más reflexivos,  cadenciosos y pegadizos como esa perfecta balada “Merry Old England” o ese “I Have a Friend” donde vuelven a jugar a pregunta respuesta esos eternamente “inseparabables” repletos de amor/odio Pete Doherty y Carl Barât.  

También debemos reseñar el peculiar contrapunto que se han marcado con el cinematográfico y atmosférico drama “Night of The Hunter” en unos estadios que hasta la fecha no los habíamos visto de forma tan habitual.

Lo que indudablemente no se puede negar a The Libertines es esa extrema facilidad para entregar una melodía impactante y atrayente en cualquier momento, siendo prueba de ello la alegre “Shiver”, la especialmente rabiosa “Be Young” o esa “Man With The Melody” que parece recién salida de los últimos Blur.

La tranquila y un punto deprimente “Songs They Never Play On The Radio” pone final al trabajo, incluyendo un final de improvisación “of the record” totalmente gratuito que han decidido dejar en el montaje final, que pretende mostrarnos lo “bien” que se lo pasa la banda grabando.  

En un disco fundamentalmente nostálgico que, en sus escasos cuarenta minutos repartidos en once temas, intenta retomar los fantasmas del pasado con letras presuntamente incisivas. Los altibajos de la carrera de los parece que renacidos The Libertines se reproducen al perfecto detalle en este All Quiet On The Eastern Esplanadedonde en ningún momento se consigueacreditar una deseada uniformidad y, finalmente, la alternancia entre himnos urgentes con simples baladas emotivas no termina de congeniar del todo bien, sin negar que atesora algún momento muy destacable cuando combinan las profundas reflexiones con la búsqueda de nuevos horizontes sobre los que asentarse. Merece ser escuchado aunque sea únicamente por esos tres o cuatro temas que no deberían ser olvidados del todo.