Leo y yo
Asegura Martin Scorsese: Me gusta trabajar con Leo. Al instante de tener en mis manos el guión supe que él debería estar en el proyecto. Siempre estamos buscando materiales que nos permitan trabajar juntos. Compartimos una sensibilidad similar, y Leo no tiene miedo de hincarle el diente a determinados personajes, lo que dice mucho de él y de mi historia de amor con él. Claro que yo soy 30 años más viejo que él, pero no es un obstáculo para que veamos el mundo de la misma forma. He rodado muchas películas con Robert De Niro, Harvey Keitel... Sin embargo, con Leo hay siempre un estimulante proceso de descubrimiento en cada nueva ocasión que la convierte en única e irrepetible. En Shutter Island, emprendió una travesía psicológica y emocional alucinante.

El misterio
Cuando Scorsese acabó de leer el guión de Laeta Kalogridis, se hizo de inmediato con la novela original. Leí el guión de un tirón, en una sola noche. Cada película es diferente y no necesariamente un puzzle cuadriculado que debas descifrar de inmediato. Te identificas con el personaje de Teddy (DiCaprio), es el guía que te introduce en el gran misterio de la cinta.

La luz en la oscuridad
Teddy Daniels descubre que en un amenazante faro se realizan bizarros experimentos con los reclusos. Scorsese halló la inspiración para ese momento en el cine del Hollywood clásico. La secuencia del faro es deudora del final de Jennie (William Dieterle, 1948), obra maestra producida por David O. Selznick a mayor gloria de su esposa, Jennifer Jones (recientemente fallecida). Se rodó con un sistema llamado MagnaScope, una lente muy amplia que hacía que la imagen fuera más grande. Un sonido estereofónico, para los rayos y truenos de la tormenta, y una tintura de color verde para la galerna, completaban la atmósfera. Era una escena nocturna con el faro como centro de atención y, en el fondo, una bella metáfora de soledad, muerte, pérdida y descubrimiento.

Cinefilia en blanco y negro
Scorsese mostró a su equipo clásicos de serie B producidos, en su mayoría, por Val Lewton en la RKO: Isle of Dead (Mark Robson, 1945), The Seventh Victim (M. Robson, 1943) y The Haunting (Robert Wise, 1963). Tenía 10 años cuando vi Isle of Dead. Hay una escena en la que una mujer que ha sido enterrada viva sale de su tumba. Recuerdo el miedo que sentía al salir del cine. Se ha convertido en algo así como mi película fetiche, esa que enseño siempre a mis amigos. Está llena de movimientos de cámara lenta, extraordinarios, casi rituales. Y Regreso al pasado (1947), I Walked with a Zombie (1943) o La Mujer Pantera (1942), las tres de Jacques Tourneur, que adoro. Soy consciente de la imposibilidad de volver a capturar ese misterio que desprenden.

Psiquiatría años 50
El doctor John Cawley, director médico del Hospital de Ashecliffe, tiene los rasgos de Sir Ben Kingsley, es reacio a la práctica de la lobotomía quirúrgica a los pacientes, y está más interesado en el uso de los psicotrópicos y la psiquiatría moderna. El libro nos sirvió de guía para hablar del tema de la psiquiatría. Cawley está presentado como un psiquiatra de principios de los 50, vistiendo traje, maneras hipnóticas y fumando en pipa, lo que se dice la imagen típica de un loquero de esa década… aunque puede que le vieras más dentro de un manicomio que fuera de este.

Una historia de violencia
Cerca del desenlace de la película, el alcaide de Shutter Island dice: Dios ama la violencia. Está en nosotros. Es lo que somos. Dios nos ha dado la violencia. Explica el director: La violencia es parte de lo que somos. Está presente en la naturaleza de Teddy, sobre todo por una experiencia que tuvo en el campo de Dachau, en la Segunda Guerra Mundial. Teddy sobrelleva ese hecho. Todo eso se aprecia en su rostro, en el del personaje y en el de Leo recreándolo: el horror, y también el placer orgásmico, su responsabilidad final.

El infierno de rodar
Scorsese se siente exhausto durante el proceso de rodaje y, cada vez que deja listo un film, no sabe si le valdrá la pena volver a repetir: Después de cada película, no quería volver a hacer otra. Las experiencias habían sido agotadoras, estresantes y traumáticas.Uno de los nuestros (1990) fue durísima;Casino (1995) no digamos…Al límite (1999) y Gangs of New York (2002)… un infierno. Tal vezEl Aviador (2004) no resultara tan dolorosa, aunque sí que ella eInfiltrados (2006) supusieron para mí un peaje emocional, psicológico y físico que no sé si me compensa. Pero soy un neoyorquino acostumbrado a la pelea, y debo sobreponerme.Shutter Islandfue estar en el bosque en medio de la lluvia y el viento, algo que para un urbanita como yo es un castigo muy duro. Pero eso acaba siendo un desafío… y aquí estoy… listo para intentarlo de nuevo.