Despertando a la vida

 

 



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DESPERTANDO A LA VIDA
(Waking Life)

Estados Unidos, 2001


Dirigida por Richard Linklater, con Trevor Jack Brooks, Lorelei Linklater, Wiley Wiggins, Ethan Hawke, Glover Gill, Lara Hicks.



No es sencillo catalogar Despertando a la vida. Es un film de animaci�n, s�, pero muy diferente a los que suelen engrosar el g�nero. Primero, porque est� dirigido a un p�blico netamente adulto. Segundo, porque pese a eso no es un film de humor subido de tono �como el genial South Park, por ejemplo� sino un relato surrealista que filosofa y fantasea sobre los grandes temas sin respuesta que marean al ser humano: la vida, la evoluci�n, la religi�n, el sue�o, la realidad, etc. Tercero, por su estilo visual. Richard Linklater film� a los actores en formato digital, pero luego convoc� a 31 artistas para que pintaran libremente los fotogramas. El resultado es incomparable.

Tampoco a Linklater puede defin�rselo con un par de adjetivos. Sus comienzos como exponente generacional se desvanecieron r�pidamente cuando su tercer pel�cula sali� a la luz. Antes del amanecer contaba una historia de amor con s�lo dos personajes, sin una sola referencia pol�tica. Luego de esa cima art�stica, el director perdi� el rumbo embarc�ndose en dos silenciosas pel�culas comerciales. Despertando a la Vida recupera la esperanza. Por lo audaz y arriesgado del proyecto, y porque algunos aciertos de Antes del amanecer sobrevuelan sus hipn�ticas im�genes.

El protagonista es un muchacho atribulado que, tras ser atropellado por un autom�vil, sale en busca de respuestas existenciales.

El clima de extra�eza que la est�tica transmite induce ciertas dudas: �est� despierto o so�ando? �est� vivo o muerto? Por un lado se entrevista con pensadores de todo tipo: existencialistas, posmodernistas, bi�logos, ps�quicos, psicod�licos y un largo etc. Cada charla es separada por elipsis muy originales: personajes que se desdibujan o desaparecen de diversas maneras. Si a esto se le agrega la capacidad de flotar y volar que va adquiriendo el protagonista y escenas aisladas de personajes que no se relacionan con �l sino con la reflexi�n en general, el resultado es m�s que complejo, como tambi�n el entendimiento de lo que est� sucediendo.

Pero a Linklater no le interesa la r�gida l�gica del mainstream americano sino la libertad y la inspiraci�n. Y ambas confluyen aqu�.

Las conversaciones que mantienen los diversos roles secundarios con el joven protagonista se contraponen unas a otras. No todos pueden estar en lo cierto, pero lo que los une es el empe�o y el placer con el que intentan convencer al receptor (protagonista y espectador).

No es un capricho cin�filo la reaparici�n de Jesse y C�line, los entra�ables enamorados que recorr�an Viena en Antes del amanecer. El ejercicio mental al que tan naturalmente se dedicaban en sus caminatas (como imaginar hip�tesis para refutar la reencarnaci�n bas�ndose en el creciente aumento de la poblaci�n humana o calcular el tiempo de vida inconsciente del cerebro de un reci�n fallecido) podr� resultar rid�culo, pero siempre transmite el regocijo del vuelo intelectual.

Algo de eso hay en Despertando a la vida, aunque ya no pertenece a los personajes, sino a la pel�cula. No hay tanto di�logo como discurso. El protagonista pasa gran parte del film como un espectador m�s, pasivo ante el relato de cada especialista. Lo que, sumado a la velocidad y densidad de las explicaciones y lo extravagante de la animaci�n, puede provocar en la platea una moment�nea sensaci�n de ahogo y sobrecarga de informaci�n audiovisual. Pero la mirada del film no es nunca unidireccional, ni aleccionadora.

De nuevo: lo que aqu� se privilegia es el solo hecho de charlar, pensar y fantasear respuestas a preguntas insolubles. Quiz� por eso el final elegido es el m�s inesperado. Po�tico, bello, pero muy lejos de lo real. Aunque al principio pueda decepcionar, provoca en el espectador el deseo de crear �l mismo su propia resoluci�n, su respuesta.

Dif�cilmente un espectador de Despertando a la vida salga del cine y se olvide al instante de la pel�cula. Muy probablemente dedique el viaje de vuelta a su casa o la charla de caf� a repensar e imaginar las preguntas que plantea Linklater. El realizador consigue entonces, mediante el original escamoteo del final, la reflexi�n del otro. El abandono de la pasividad y el contagio del ejercicio intelectual.

Ramiro Villani