Cowboys (2020), de Anna Kerrigan

Montana. La sorpresa es enorme para Troy cuando Josie, su hija de diez años, le dice que en realidad se siente un chico, que no se identifica con su cuerpo. Troy apoyará a “Jo”, pero su madre se opodrá a la elección de su hija, a la vez que echa la culpa de todo a la mala influencia de su padre. En esta situación, agravada con el trastorno bipolar que padece Troy, Jo escapará con su padre de la casa materna para llegar a través de las montañas a Canadá, con la idea de emprender allí ambos una nueva vida.

Un drama de padres e hijos con mucho mar de fondo es lo que propone la guionista y directora Anna Kerrigan. El mar de fondo no es otro, claro, que la temática LGTBI etc. en que se asienta el nudo dramático de la historia, detonante de la arriesgada ”aventura” que emprenden padre e hijo/a a través de las montañas. Desde luego la situación que narra Kerrigan (que cuenta con una filmografía amplia sobre ideología de género) no es fácil de lidiar para ningún miembro de la familia, pero mientras el padre acepta la decisión infantil, la relación materno-filial se resentirá profundamente. Una sima separará a la madre de su retoño al oponerse aquella al rol masculino que pretende asumir Jo, denominado psiquiátricamente "disforia de genero".

Pero más allá del drama que subyace en Cowboys, la historia tiene garra porque hay un inmenso cariño entre los tres miembros de esta familia, pese a los problemas que los tres acarrean, y que intentan superar. Así, componen un correcto panorama dramático las dudas paternas sobre lo que hace, la desesperación materna, la triste inocencia de la pequeña Jo, también a su modo irresponsable, incluso la buena policía que insiste en comprender el contexto del secuestro paterno. A veces las cosas no son tan sencillas, hay que hacerse cargo.

Narrada en dos tiempos –el itinerario de la huida y la época precedentes a ésta–, la película cuenta con un ritmo adecuado, con un escaso metraje que ayuda a evitar el aburrimiento. Y se incluyen imágenes de gran belleza que muestran los parajes boscosos de Montana. Quizá se echa en falta algo más de aventura, como la que tiene lugar en el río, pero da la sensación de que Kerrigan no quería distraerse demasiado del conflicto principal. Entre el reparto hay que señalar sin duda el trabajo en el papel de padre del tantas veces alocado Steve Zahn. Da la justa medida de alguien con trastorno bipolar, sin parecer nunca excesivo o exagerado y transmite bastante autenticidad. Es un gran actor.