Fall (2022), de Scott Mann

El joven Dan pierde la vida mientras practica la escalada junto con su esposa Becky y la mejor amiga de ésta, Hunter. Pasan las semanas y los meses y Becky no remonta. Se dedica a beber y llorar y rechaza continuamente las llamadas de su preocupado padre. Un día Hunter se presenta en casa de Becky y le anima a dejar el pasado atrás y enfrentarse a sus miedos haciendo una peligrosa ascensión a una vieja torre de televisión de 600 metros de altura, ubicada en el desierto. Será un buen momento para esparcir las cenizas de su esposo fallecido.

El director Scott Mann entrega una película de supervivencia con mínimos elementos. Por su localización y la apurada situación de las protagonistas, el resultado recuerda de alguna manera a 127 horas, aunque aquí hay dos personajes atrapados, están en el aire en lugar de enterrados y no hay amputaciones de ningún tipo, gracias a Dios. Pero también en Fall hay ese paisaje desolado, la ausencia de personas, un insólito enclave en donde se desarrolla la acción y unas posibilidades casi inexistentes de salir con vida.

El director y su coguionista habitual Jonathan Frank, con quien ha trabajado en El gran torneo y Atentado en el estadio, se las apañan para mantener la tensión durante el metraje. Presenta Fall a unas amigas de caracteres bastante opuestos. El estado abatido de Becky es verosímil, pero la vitalidad de Hunter está quizá un poco exagerada, también con el tema obsesionante de las redes sociales y en sus ademanes en plan machota sin miedo. En cualquier caso esas diferencias crean la atmósfera para dialogar, azuzarse y emprender retos complicados. Para aportar giros se introducen elementos más o menos eficaces, como los buitres, la herida, los límites de la cuerda, la falta de batería, las escasez de agua, las revelaciones amorosas y algún otro que no es cuestión de desvelar.

El resultado entretiene aunque tampoco emociona demasiado y carece de un final a la altura (por hacer un juego de palabras), pues el desenlace deja una molesta sensación de falta de ideas. Por lo demás, las tomas aéreas ofrecen planos impactantes, bien aprovechados, y las actrices Grace Caroline Currey y Virginia Gardner hacen en general correctas interpretaciones además de un presumible esfuerzo físico.