El Pequeño Salvaje (película)

El Pequeño Salvaje (Película)
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Drama, Basado en hechos reales. Enseñanza. Siglo XVIII. Infancia | Francia Bandera de Francia
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NombreEl Pequeño Salvaje
DirectorFrançois Truffaut
Productores EjecutivosNéstor Almendros
ProductoraLes Films du Carrosse
PaisFrancia Bandera de Francia

El Pequeño Salvaje. Película del año 1969 de producción francesa basada en un hecho real relata la historia de un niño salvaje capturado en los bosques franceses y recluido en un instituto de investigación. De vivir como un animal libre pasa a convertirse en un ser rechazado, maltratado y visto como un fenómeno inhumano. Sólo el doctor Itard hará todo lo posible para hacer de él un ser civilizado llevándolo a su propia casa. Transcurrido un tiempo, el niño se encontrará perdido entre su deseo por recuperar su vida salvaje y su nueva etapa junto a su protector.

Sinopsis

El film narra la historia real de un niño que fue abandonado por sus padres al nacer y que se crio en el bosque profundo francés. Víctor, éste fue el nombre que se le puso cuando fue encontrado, no conocía norma social alguna y sus preocupaciones se basaban solamente en satisfacer sus necesidades más básicas. Durante el invierno de 1798, ante la falta de alimento, el niño salvaje se acercó a una granja en busca de provisiones y allí fue donde lo recogieron. Científicos y estudiosos se interesaron mucho por el caso, puesto que ofrecía múltiples posibilidades investigadores y al final, fue el médico Jean-Marc-Gaspard Itard quien se hizo cargo de su educación. Aunque en la primera fase el niño hizo progresos de socialización, nunca abandonó su anhelo de libertad, obviando todas las ventajas que la vida social le otorgaba, ni tampoco adquirió por completo la habilidad del lenguaje. Pasó de ser un niño totalmente adaptado en el medio salvaje donde se crió, a sentir el rechazo y las imposiciones de la civilización. Éste es el largometraje más celebrado del director François Truffaut. El joven Jean-Pierre Cargol fue el encargado de encarnar al niño protagonista

Reparto

• François Truffaut • Jean Dasté • Françoise Seigner

Descripcion

Una película, “El pequeño salvaje”, de Trufautt, puede ser el comienzo de una investigación que lleve a conocer un poco más a Rousseau, Dr. Itard, Seguin, Montessori, los caminos de la filosofía y la medicina, pues en todos ellos confluyen la educación, el aprendizaje, la enseñanza especial, los métodos experimentales y la investigación pedagógica. El doctor Jean-Marc-Gaspard Itard, fue un médico francés nacido en 1774, interesado en la naciente ciencia de la «medicina mental» o psiquiatría. Cuando tenía 26 años se topó con un extraño caso, el del niño salvaje de L’Aveyron, que cambió su vida. François Truffaut, en 1960, llevó la historia al cine con su película El Pequeño Salvaje (L’enfant sauvage), con fotografía de Néstor Almendros. El Dr. Itard escribió sus descubrimientos e investigaciones, que sirvieron de inspiración a Edouard Séguin, su discípulo y al que animó a trabajar con niños con discapacidades mentales y de María Montessori, que más de un siglo después, siguió sus pasos y sus escritos y hoy es referencia mundial en el campo de la educación. Sin embargo, en la mayoría de los libros de Historia de la Pedagogía, ni el Dr. Itard ni Seguin son nombrados, a pesar de que María Montessori hace innumerables referencias a ellos y la influencia que tuvieron en ella y sus métodos de trabajo. Itard desarrolló en sus escritos toda la investigación, con sus aciertos y errores, sus dudas e interrogantes. El mejor caso, sin duda, documentado, que se ha dado sobre la educación y tratamiento de niños salvajes (Carl Von Linné, Linneus, los incluye dentro de sus nueve especímenes de Homo Sapiens Ferus, una subespecie de la humanidad creada por él, en su trabajo Systema Naturae, publicado en 1758). En el siglo XX, el caso de otra niña, Genie, siguió poco más o menos los mismos pasos, a pesar de los conocimientos y la tecnología desarrollada hasta el momento. Los métodos que Itard utilizó, tuvieron la base en los principios de imitación, condicionamiento y modificación del comportamiento, que lo posicionaron a la vanguardia de su época y lo llevaron a inventar muchos mecanismos de enseñanza que aún se utilizan. De hecho, Itard depuró las técnicas que había usado con Víctor, convirtiéndose en un pionero de la educación especial. Sin embargo, Itard se hizo muchas preguntas a sí mismo, de las que dejó constancia en sus escritos. Existe tensión en el mismo corazón de la pedagogía, entre los «instrumentos didácticos» que se convierten en medios de éxito, y «la investigación ética»

La verdadera Historia

El 18 de Enero de 1800, un niño desnudo, con la cara y las manos llenas de cicatrices, apareció en las afueras de Saint-Sernin en la escasamente poblada provincia de Aveyron en la parte sur central de Francia. El chico, que sólo medía 4 pies y medio de estatura (1.35 mts. aprox.) pero aparentaba tener 12 años, había sido visto varias veces durante los dos años y medio anteriores, trepando los árboles, corriendo en cuatro pies, bebiendo en los arroyos y buscando afanosamente bellotas y raíces. Había sido capturado dos veces, pero había escapado. Entonces, en el inusualmente frío invierno de 1799-1800, comenzó a aparecer en las granjas en busca de alimento. Cuando el muchacho de ojos oscuros llegó a Saint-Sernin, no habló ni respondió para hacerse entender, pero reaccionaba de inmediato ante el sonido de las ramas al quebrarse o ante el ladrido de los perros. Rechazaba los alimentos cocidos, prefería las patatas crudas que lanzaba al fuego y recuperaba rápidamente con sus manos desnudas, devorándolas cuando todavía quemaban. Como un animal acostumbrado a vivir en la selva, el chico parecía insensible al frío y al calor extremos, y rasgaba la ropa que la gente trataba de ponerle. Parecía evidente que había perdido a sus padres desde muy pequeño o lo habían abandonado, pero de esto hacía tanto tiempo que era imposible saberlo. Durante un tiempo, el muchacho apareció como un fenómeno intelectual y social, cuando una nueva perspectiva científica estaba comenzando a remplazar la especulación mística. Los filósofos debatían sobre cuestiones como la naturaleza esencial de los seres humanos, preguntas que durante los dos siglos siguientes se convirtieron en fundamento del estudio del desarrollo del niño. ¿Son innatas o adquiridas las cualidades, el comportamiento y las ideas que definen a los seres humanos? ¿Cuál es el efecto del contacto social durante los años de formación, y se puede superar su carencia? Un estudio cuidadosamente documentado de un niño que había crecido en aislamiento podría proporcionar evidencia del impacto relativo de la «naturaleza» (las características innatas de un niño) y la «crianza» (educación familiar, escolar y otros factores de influencia social). Después de la observación inicial, el muchacho, a quien se le llamo Víctor, fue enviado a una escuela para niños sordomudos en París. Allí, quedó a cargo de Jean-Marc-Gaspard Itard, un médico de 26 años, interesado en la naciente ciencia de la «medicina mental» o psiquiatría. El muchacho era, escribió Itard, «un niño desagradablemente sucio... que mordía y rasguñaba a quienes se le acercaban, que no demostraba ningún afecto por quienes lo cuidaban, y quien era, en síntesis, indiferente a todo lo atento a nada» (Lane, 1976, p. 4) Algunos observadores concluyeron que era un «idiota», incapaz de aprender. Empero, Itard creyó que el desarrollo de Víctor se había limitado por el aislamiento y que tan sólo necesitaba que se le enseñaran las destrezas que los niños en la sociedad civilizada normalmente adquirían a través de la vida diaria. Itard llevó a Víctor a su casa y durante los siguientes cinco años, gradualmente lo «domesticó». Itard despertó primero la habilidad de su propio pupilo para discriminar la experiencia a través de un entrenamiento esmerado y paulatino a las respuestas emocionales así como a la instrucción en moral, comportamiento social, lenguaje y pensamiento. Los métodos que Itard utilizó, con base a los principios de imitación, condicionamiento y modificación del comportamiento, los cuales lo posicionaron a la vanguardia de su época y lo llevaron a inventar muchos mecanismos de enseñanza que aún se utilizan. De hecho, Itard depuró las técnicas que había usado con Víctor, convirtiéndose en un pionero de la educación especial. El chico logró un progreso notorio: aprendió los nombres de muchos objetos y pudo leer y escribir frases simples, expresar deseos, seguir órdenes e intercambiar ideas. Demostró afecto, especialmente hacia el ama de casa de Itard, la señora Guérin, al igual que emociones de orgullo, vergüenza, remordimiento y deseo de complacer Sin embargo, aparte de algunos sonidos vocálicos y consonánticos, nunca aprendió a hablar, Además, se mantenía totalmente centrado en sus necesidades y deseos y, como lo admitió Itard en su informe final, nunca pareció perder su vivo anhelo “por la libertad del campo abierto y su indiferencia a la mayoría de los placeres de la vida social” (Lane, 1976, p.160). Las atenciones y cuidados que se le dispensaron a partir de entonces mejoraron su estado físico y su sociabilidad, pero los progresos fueron muy escasos, una vez superada la fase inicial. Por esta época se presentó la pubertad sexual del muchacho, lo que creó problemas adicionales a su educador. Las esperanzas de Itard de enseñarle a hablar y a comportarse de manera civilizada resultaron frustradas y en el segundo informe Itard se daba por vencido y manifestaba su preocupación por el futuro del desgraciado joven. Cuando el estudio concluyó, Víctor - que ya no fue capaz de valerse por sí mismo, como lo había hecho en la selva – se fue a vivir con la señora Guérin que, además de otros profesores asignados para continuar su educación, recibía una remuneración del Ministerio del Interior por cuidarlo, cerca de veinte años más, hasta su muerte en 1828 cuando tenía alrededor de 40 años. Un informe elaborado por alguien que vio a Víctor hacia 1815 no reseñaba ninguna mejora de su situación.

Premios

• 1970: Seminci: Lábaro de Oro: Mejor película • 1970: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a Mejor guión

Criticas

• El hecho de no poner en duda en ningún momento los valores de la civilización nos hace deducir su necesidad e incluso su inexorabilidad. Así sucede en el cine francés, donde la máxima profundidad no cuestiona en ningún caso los principios y valores de la ilustración. Mas atrás no existe nada y el pensamiento no concibe una posición anterior. El pequeño salvaje es el intento más directo dentro del cine francés de enfocar esta cuestión y no deja resquicio a la duda. Desde incluso antes de la captura del niño queda claro que el lugar del ser humano no es la naturaleza sino la civilización y su destino ha de desarrollarse en dicho ámbito acompañado, eso si, de la nostalgia por la libertad perdida, concentrada como hace Truffaut en el agua pura. El propio niño comprende y acepta ese destino que tiene como principal recompensa el afecto de otros seres humanos (¿hubiese hecho lo mismo un niño no francés?). Por otra parte el frío y científico educador demuestra por fin sus sentimientos enjugado por el agua de la naturaleza que representa el niño. La ambientación, el vestuario, el mobiliario, el ritmo y la musicalidad de la película son impecables. La profundidad de los planos, con la cámara estática, se confía al movimiento de los personajes, recreando así la atmósfera de los paisajes románticos de la época donde el sujeto se presenta en acción pero insertado en la naturaleza. Una vez mas es el artificio del cine (podría haberse rodado con la cruel vitalidad de Godard en “Al final de la escapada” o “Week end” mas próximo al torbellino de sentimientos y acciones que pudo suponer la entrada del niño en esa casa) sirve para transmitir una sensación que probablemente no se hubiese conseguido de haber rodado con el vitalismo nihilista con que rodó la posterior historia de Antoine Doinel. Una obra maestra extraordinaria. • No voy a descubrir ahora el genio de François Truffaut, sobradamente reconocido ("Jules et Jim" está entre las mejores películas de la historia), pero sí diré que este es uno de sus filmes más conseguidos. (Casi todos lo están, pero éste, de los que más). Cuenta la historia de un niño que a principios de siglo XIX fue encontrado viviendo como un salvaje –solo en el monte–, y cómo fue "reeducado" por la sociedad de su tiempo en la figura de un maestro que le fue asignado (a quien interpreta el mismo Truffaut, que se lo debió de pasar en grande con este papel).

Película en blanco y negro y amable donde las haya, no sólo te hace pasar un magnífico rato sino que te lleva a pensar en cosas sobre las que habitualmente no se cavila, como el verdadero significado de la educación (enseñar a dominar las pasiones...) y la autoridad en sus más amplias acepciones.

Una obra de arte que te entra por los sentidos como un chorro de vida (encima, hecha con cuatro duros, que la cosa tiene mérito), a lo que contribuyen los maravillosos escenarios naturales, las geniales interpretaciones de cuantos aparecen en la pantalla (realmente, parece que la película está hecha a principios del XIX) y la enmascarada música de Antonio Vivaldi (es el larghetto de uno de sus conciertos para flautín, el RV 443).

Para acabar añadiré que una de mis hijas, cuando tenía dieciséis añitos y sólo había visto Matrix y cosas por el estilo, se la topó por casualidad, se la tragó hasta el fin y se quedó tan deslumbrada que me dijo: ¿cómo nunca me habías dicho nada acerca de esto...? Ni que decir tiene que luego ha visto otras películas del "gran cine" y le gusta hablarme de ello.

Gracias, Truffaut. • Gran film del amigo Trufas que incluye en su equipo al español Néstor Almedros, habitual director de foto de algunos de sus mejores películas. Basado en el caso real de un niño de unos 12 años encontrado en el bosque de Aveyron en la Francia del año 1800 después de haber vivido sin ninguna otro contacto humano durante al menos sus 8 anteriores años de vida. Truffaut se sirve de esta historia (que no ha diso el único caso parecido de la Historia) para planteranos hasta qué punto el peso de la cultura es importante en la socialización del ser humano. Una cultura, por supuesto, que no es otra que la de "las luces", de la que tan orgullosamante se presumía en la Francia (y el mundo occidental por extensión) del momento y de hoy en dia, pese a que a un mismo tiempo se tendía (y tiende) a una cierta idealización (y esencialización) de aquello extraño y "salvaje", de aquello que se presume más cerca de la naturaleza que de la "cultura".

En el film veremos como el profesor que adopta al niño (interpretado por el propio Trufas) en esa Francia en pleno período de la Ilustración acabará obsesionándose, pese al relativo afecto que le tiene al muchacho (y a los verdaderos "logros" que consigue), en la imperiosa necesidad de que el muchacho avance en su "educación". A destacar por encima de todo la extraordinaria interpretación del chaval Jean-Pierre Cargol en el papel de ése pequeño salvaje al que se le pondrá el nombre de Victor y que nos emociona en muchos momentos del film, como magnífico es el plano final (como lo fue otro muy distinto, el de los 400 golpes protagonizado entonces por otro niño, el alter ego de truffaut, Jean-Pierre Léaud).... • Odio que me ocurra esto. Me da mucha rabia cuando una película tiene todas las de ser un autentico peliculón, cuando el argumento es realmente interesante pero, por diversas razones, termina quedándose a medias.

Esta es la sensación que me ha dejado ‘El pequeño salvaje’, la cual nos cuenta la historia de Victor de Aveyron, un niño de unos 12 años que fue descubierto en un bosque de Francia en el año 1790, con rasgos de haber sido abandonado a una muy temprana edad y desprovisto de cualquier tipo de contacto con la civilización. Será entonces cuando el doctor Jean Itard, confiado en que el joven es tan normal como cualquier otro, se dedique exhaustivamente a intentar integrarle en la sociedad, enseñándole como comunicarse con el resto de humanos.

Como ya he dicho, el planteamiento resulta tremendamente interesante. Poco a poco, vemos como el doctor (interpretado por el propio Truffaut, director de la cinta) pone a prueba al pequeño, sometiéndole a horas de aprendizaje sin descanso, llegando a resultar cruel en ocasiones, todo por demostrar que es posible educar y reinsertar a Victor en la sociedad a pesar de sus condiciones y que, bajo esa fachada de hostilidad, hay una personalidad, capaz de expresarse, de sentir y de juzgar.

Hay que destacar la actuación del joven Jean-Pierre Cargol, muy creíble en su papel, y no así tanto la labor de Truffaut como doctor que, si bien está correcto, en ciertos momentos puede parecer un tanto inexpresivo. La interacción entre los dos personajes será la base de la película, con el Dr.Itard tratando de estimular la inteligencia, la memoria y la capacidad de comunicación del muchacho.

Pero a pesar de que el material con el que arranca la cinta es bueno, cuando esta se va acercando a su conclusión, la sensación de que la historia no ha avanzado es evidente. Todo está tratado con demasiada sencillez. La crítica social se muestra levemente y aunque los momentos referidos a la educación de Victor acaparan la mayoría de la cinta, no aportan la suficiente información y, al final, da la sensación de que el director lo que quiere es que reflexionemos sobre otras cuestiones, las cuales comentaré en el spoiler. Además, el uso de la música me resultó algo repetitivo y la dirección, aunque buena, en ciertos momentos es mejorable, como cuando Victor rompe el tazón de leche y se nota un corte en la imagen justo antes del golpe, para aparecer roto al instante.

Aún con todo, la película no es mala, resulta interesante y tiene un buen ritmo, no se hace aburrida. Pero al terminar, todo resulta inconcluso y me quedo prácticamente como al principio. Es una de esas películas en las que resulta necesario más minutos de metraje, tanto para mostrar más sobre la personalidad de los personajes y los momentos didácticos como para aportar algo más de información. Si esto hubiera sido así, estaría hablando de una película notable o sobresaliente, pero me ha resultado una decepción. Ciertamente, la historia merecía más.

Fuente