Corría el año 1962 y España tenía muy poco de la España que hoy día conocemos. Por no tener, no tenía ni Rey. Eran tiempos de Franco y los Borbones estaban en el exilio. Todavía quedaba más de una década para que el hito nacional conocido como la Transición se escribiese en los libros de historia. Y en aquel complejo paradigma de distancias e incertidumbre, nada pudo frenar el amor entre el hombre que años más tarde asumiría la jefatura de Estado y una joven griega. Sus nombres eran Juan Carlos y Sofía y se conocieron cuando eran unos adolescentes.

La llama del amor se avivó tan rápido que tardaron poco en comprometerse. El 13 de septiembre de 1961 se anunció de forma oficial su compromiso y solamente pasaron ocho meses para que se dieran el 'sí, quiero'. Fue un 14 de mayo cuando la ciudad de Atenas acogió sus tres casamientos. Por el rito católico, por el civil en el Palacio Real, y por el ortodoxo en la Catedral Metropolitana. Tres ceremonias para sellar un vínculo que, por desgracia, no ha resistido al paso del tiempo. La de Juan Carlos I y doña Sofía es la historia de una relación de entrega e ilusión desigual. El relato del desgaste e incontables decepciones que nunca fueron fáciles de digerir.

Matrimonio instrumental con una misión por cumplir

Porque no siempre lo que bien empieza, bien acaba. Basta con revisitar todas las idas y venidas de las más de seis décadas que han estado casados el emérito y la hermana del rey Constantino. Ni un atisbo queda del cariño que se pudieran profesar. Aquel que, en primera instancia, hizo que Sofía renunciase a sus derechos al trono griego y se convirtiese al catolicismo. Fue esa la primera gran muestra de su compromiso con el monarca. Un gesto que se hermana con el hecho de 'cumplir con el deber' de darle un heredero, porque el distanciamiento se hizo latente con la llegada de los niños. Felipe VI ya había nacido y había un futuro Rey para cuando él faltase. 'Check' imprescindible para que comenzasen las infidelidades y el principio del fin.

Para conocer de primera mano todas las implicaciones de esta difícil relación de pareja, desde CLARA hemos contactado con Lara Ferreiro, psicóloga de la aplicación de citas Ashley Madison. Una profesional sobre los vínculos amorosos que en sus declaraciones para esta revista remite a unos inicios que "no fueron en ningún caso ningún tipo de flechazo". "Él se iba a casar, supuestamente, con María Gabriela de Saboya. Ella, con Harald de Noruega. Al final, donde surgió un poco la boda instrumental para unificar reinos, fue en 1960, en la boda de los duques de Kent. Allí hablaron de casarse y de cómo sería la ceremonia", cuenta. Y cumplieron, con todos los 'abandonos' que un matrimonio como este suponía para doña Sofía.

"Aunque la educaron desde la renuncia, no hablaba español, se tuvo que convertir al catolicismo, tuvo que venir a España, tuvo que dejar a su familia lejos, tuvo que renunciar a estar en el trono griego, con todo lo que supone", expone Lara. En la línea de lo anterior, Ferreiro acompaña su discurso con un diagrama que orienta al lector para seguir el hilo de la relación entre ambos de principio a fin. Para ello se sirve de una imagen clave, "muy representativa del grafismo, porque él mira hacia abajo, como si dijese ‘déjame hacer lo que yo quiera’, y ella le agarra del cuello". "Sofía, con el tiempo, dicen que sí, que fue una mujer muy enamorada. Y él nunca se enamoró de ella", sentencia nuestra experta.

Evolución Juan Carlos y Sofía
Lara Ferreiro (@psicologa_laraferreiro)

Una vez casados vendría después la fase que ella acuña 'matrimonio vacío y reina': "Después de la boda y de tener hijos, ya sentían que la misión del matrimonio había acabado. Al menos para Juan Carlos. Ahí ya hubo un matrimonio un poco vacío, y estuvieron en un reinado conjunto, pero siempre se ha hablado de la frialdad que había entre ellos". Una de las muestras más flagrantes de algo que Lara define como "una asimetría de roles" que se perpetuó hasta la llegada de la tercera fase.

El 'huracán Corinna Larsen' supuso "un antes y un después para todos los españoles, para ellos como relación, para su imagen". "En esa fase dos había muchas amigas especiales de Juan Carlos, pero esto supuso muchos problemas para todo el mundo", dice la psicóloga antes de entrar en materia sobre el escándalo que acabó por desmontar todo pacto no escrito entre el emérito y su esposa.

El declive definitivo y el consejo de Federica de Grecia

La infidelidad no era cosa de un día. No eran casos aislados, porque ya en los 90, y aunque existía el silencio mediático, se le conocían amantes como Marta Gayá. No obstante, el nombre de la alemana Corinna Larsen cobró protagonismo un tiempo más tarde, cuando en el 2008 tuvo lugar su accidente en Botsuana y ella se encontraba junto a él. "España atravesaba una crisis brutal y aparece Botsuana, que él está con Corinna, todo lo que pasó, que ella vivía en El Pardo… El escándalo, que incluso la llevó a los Tribunales. Eso les ha matado lo poco que les quedaba de cordialidad, porque Corinna no fue una más. Fue la gran amiga entrañable", recuerda Ferreiro, además poner sobre la mesa que todo esto "a nivel emocional, (a Sofía) la rompió en mil pedazos".

Sofía y Juan Carlos
GTRES

Antes de entrar en las siguientes y últimas fases, cabe destacar el porqué si "han acabado absolutamente mal" y "la evolución ha sido terrible", Sofía ha transigido con "muchos desplantes". "A nivel emocional, yo creo que como él es muy campechano, muy simpático, pues al final se tiene la imagen de que a este tipo de personas se lo acabas perdonando todo. Han llegado aquí con muchísimo esfuerzo y muchas renuncias por parte de la Reina", remarca la autora de 'Adicto a un gilipollas'. En lo que a la permisividad con las deslealtades, también remite al "fuerte sentido del deber que ambos tienen" y una advertencia de Federica de Grecia, la madre de la exmonarca. 

"Ella ha estado apoyando a Juan Carlos en su papel en todo lo que ha podido y más. Siempre se ha priorizado el reinado y lo que implica casarte de esa manera (...). Juan Carlos ha tenido su libertad para mantener estas amigas especiales y eso ha causado un distanciamiento emocional brutal y todo el dolor que genera ser consciente de que tu marido está viviendo la vida alegre y no precisamente contigo. Dicen que Sofía, siguiendo el consejo de su madre, le dijo que nunca dejara de ser Reina". Dicho y hecho, nunca se divorciaron y Sofía tragó y tragó. "Ella nunca le ha cuestionado a él, es una señora elegante y educada. La suerte de Juan Carlos ha sido tener una mujer como Sofía al lado, completamente generosa con él. Completamente volcada con su familia. Es la unión y el ancla de todos ellos, que están con muchas fisuras", la define Ferreiro.

Vidas separadas y un sorprendente acercamiento en los últimos años

"El impacto psicológico después del 'huracán Corinna' y etcétera supone tristeza y estrés. La imagen de él está terriblemente dañada y los sacrificios personales para que Sofía mantenga esta estabilidad, su propia felicidad y bienestar le han debido pasar factura a nivel emocional porque es terrible aguantar toda la presión, la tensión constante y la desigualdad que había entre estos roles, tanto de forma pública como de forma privada". Nuestra terapeuta de parejas comprende que haber sido capaz de aguantar estoicamente estos desaires nace de una "resistencia fuerte", aunque la distancia ha ayudado mucho

Sofía y Juan Carlos
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Todo porque desde que aquel 'gran desastre' a ojos de la mirada pública, y como bien recoge Ferreiro, "llevan vidas separadas". Por entonces, "Sofía está muchas temporadas en Londres con su hermana", y ahora "el rey está en Abu Dabi". La cuestión es que algo ha cambiado en los últimos años. Cosas de la edad, se podría decir. "Ella ya tiene 85 años, él 86. Nunca se han divorciado y llevan 62 años casados", expresa Lara sobre los factores que han motivado el último, aunque ligero, giro de guion entre la pareja 'royal'.

"Parece ser que ahora, en estas edades, la gente antes de morir, que ya son mayores, suele haber un acercamiento por la familia. De alguna forma, las aguas vuelven a su cauce, aunque nunca van a volver a estar juntos como una pareja de sentimientos, pero muchas veces hay cierto apoyo". Tan cerca y a la vez tan lejos. Su particular forma de poner el broche de oro a un afecto con los vestigios de un afecto guionizado.