Dos días sin coger la raqueta perfilan el 'déjà vu' más intrigante de Rafael Nadal

Hace un año, justo por estas fechas, Rafael Nadal deshojaba la margarita en Manacor. Llevaba cinco meses sin competir, justo desde que se rompiera el psoas de la cadera en el Abierto de Australia, y apuraba los plazos para poder jugar Roland Garros. Pero hubo un día, cuando todavía quedaba una semana y media para que empezara el torneo, que dijo basta. Su cuerpo no estaba preparado: se lo comunicó a su círculo más íntimo y al día siguiente ofreció una rueda de prensa en su Academia para anunciar que aparcaba la raqueta hasta nuevo aviso.

Han pasado 12 meses y el foco vuelve a estar en Nadal y Manacor cuando el calendario tenístico atisba ya el Roland Garros más enigmático de las últimas décadas. A falta de dos semanas para el segundo grande del curso, el balear tiene encima un gran signo de interrogación. Tras lesionarse en enero en su tercer partido después de un año parado, Nadal apenas ha disputado un puñado de encuentros y las sensaciones no son del todo positivas según se acerca el momento. El campeón de 22 Grand Slam vuelve a deshojar la margarita. Un déjà vu plagado de intriga.

Nadal, que cumplirá 38 años en junio, ha jugado ocho partidos en la gira de tierra, con cinco victorias y tres derrotas, ante los números 11, 31 y 9 del ranking ATP. La última de todas, la del sábado en Roma, ha sido especialmente dolorosa: ese 6-1 y 6-3 ante Hubert Hurkacz, un tenista cuya peor superficie es la tierra batida, dejó un tanto descolocado a Nadal. A diferencia de Madrid, donde jugó mejor de lo que entrenó, en Roma entrenó mejor de lo que jugó. Eso siempre descoloca a los tenistas. "Hoy parece imposible pensar en ir a Roland Garros a competir por algo, pero físicamente no he estado tan mal", dijo Nadal todavía en el Foro Itálico, donde se llevó una de las ovaciones más impresionantes de su carrera cuando atravesó la famosa pasarela.

Tras el varapalo ante Hurkacz, empezó la cuenta atrás definitiva: dos semanas para poner a punto la máquina para Roland Garros, ese lugar donde ha conquistado 14 títulos y donde acumula un balance estratosférico de 112 victorias y tres derrotas. Nadal voló el domingo de vuelta a Mallorca junto a su familia y su equipo y aparcó la raqueta durante dos días, porque el lunes únicamente realizó trabajo físico en el gimnasio.

Nadal volverá a saltar a pista este martes para intentar coger sensaciones en las canchas de tierra batida que tiene en su academia. De cómo transcurran los próximos días dependerá la decisión final de si jugará o no Roland Garros. Según dicen desde su entorno, la decisión la tomará esta misma semana. Lo lógico es que la respuesta sea un sí y que a principios de la semana que viene viaje a París para intensificar los entrenamientos y jugar sets ante tenistas de máximo nivel. El balear suele llegar a la capital francesa con cinco o seis días de margen.

Nadal ha dejado claro que va a hacer todo lo que esté en su mano para aterrizar en Roland Garros en el mejor estado de forma posible. Y que no va a ir a buscar el aplauso fácil. "No quiero entrar a la cancha sabiendo que no tengo opciones. Si hay un 0,01% de posibilidades, lo quiero explorar y lo quiero intentar. Pero si hay un 0,0, no", ha señalado Nadal en una entrevista que se emitió el domingo por la noche en France TVSports. Una pequeña anotación: la entrevista con el canal francés fue grabada antes de que Nadal debutara en Roma.

El paso hacia atrás ante Hurkacz llegó unos días después y devolvió las dudas a la mente del exnúmero uno. "La decisión no está clara en mi mente hoy. Si tuviera que decir algo diría que estoy más cerca de ir y darlo todo; físicamente tengo problemas, pero no los suficientes como para no ir, de momento, al torneo más importante de mi carrera".