Cumbres Borrascosas, Emily Bronte

[Wuthering Heights]. Novela de Emily Bronte (1818- 1848), publicada en 1847, con el pseudónimo de Ellis Bell. El adjetivo «wuthering» del título es una variante regional de la pala­bra dialectal de origen escocés «whither», sustantivo y verbo. Es una palabra expresi­va, que denota el tumulto atmosférico al que la casa del protagonista se encuentra expuesta durante el mal tiempo. La novela está narrada en primera persona por un viajero a quien es referida la vicisitud.

Heathcliff, un gitano expósito, ha sido re­cogido por el señor Hearnshaw, que en su casa de campo, le educa como a uno de sus propios hijos. Después de la muerte del viejo Hearnshaw, su hijo Hindley, ca­rácter brusco y vacilante, oprime al joven Heathcliff, a quien siempre ha odiado; éste encuentra en cambio comprensión en la hija de Hearnshaw, Catalina, de quien se ena­mora con todo el ímpetu de su naturaleza pasional y violenta. Pero cierto día oye decir a Catalina que nunca se rebajará has­ta casarse con él y, profundamente herido en su salvaje orgullo, abandona la casa. Vuelve, pasados tres años, enriquecido: Ca­talina se ha casado con un hombre insigni­ficante, Edgar Linton; también su hermano, Hindley, se ha casado y ahora recibe con gusto a Heathcliff, que tiene dinero. Éste vive sólo para la venganza; un violento y tenebroso amor le liga a Catalina, quien se siente envuelta como por una red que aca­bará matándola cuando nazca su hija, Cathy. Entretanto, Heathcliff se ha casado con Isa­bel, hermana de Edgar Linton, sin amarla, y la maltrata cruelmente; tiene bajo su do­minio a Hindley y a su hijo Hareton, de­jando a este último inculto y salvaje para vengarse de los malos tratos que Hindley le había infligido a él cuando era niño; luego atrae a su casa a la propia Cathy y la obli­ga a casarse con su hijo, enfermizo y re­pugnante, con el secreto proyecto de acabar al fin apoderándose de los bienes de los Linton.

Después de la muerte del hijo de Heathcliff, la joven viuda Cathy cobra afec­to por Hareton y se cuida de su educación. Ahora el temperamento de Heathcliff está ya agotado: desea la muerte que le reúna con Catalina. La tentativa que hace para destruir las estirpes de Hearnshaw y de Linton fracasa por falta de decisión por su parte. A su muerte, Hareton y Cathy pue­den unirse y vivir felices. Es ésta una de las obras más extrañas y fascinadoras de la literatura inglesa. Viviendo con dos her­manas, también escritoras, en una región desierta y salvaje de matorrales azotados por el viento, donde su padre había de re­sidir debido a su ministerio eclesiástico y de donde el único hermano se alejó al casarse, Emily conocía muy poco de la vida y aquel poco fue casi solamente el lado doloroso. La profunda comunión con la naturaleza, representada para ella por los matorrales desiertos, le enseñó una moral heroica que le permitió aceptar y amar su vida, sin sentirse animada por más alegrías que las que supo extraer del propio espíritu.

La novela es, pues, la obra de una mujer joven que extrajo únicamente de sí misma la inspiración; está colocada en un plano poético donde alternan ingenuidad y extra­ordinaria intuición y que hay que juzgar más como poesía que como novela. Así el análisis del alma de Heathcliff, hombre fa­tal, es ingenuo, especialmente en algunos aspectos de excesiva malignidad; pero al mismo tiempo el personaje tiene poderoso relieve y verdad poética, porque la escrito­ra lo conoce y lo vive tan íntimamente como se conocen y viven sólo las criaturas de nuestros sueños. De esta mezcolanza de ingenuidad y de agudeza intuitiva deriva el doble aspecto del mundo imaginario, em­brujado y de sorprendente verdad, que hace del libro una obra fantástica y humana al mismo tiempo. Concebido con el más ar­diente espíritu romántico, el libro tiene una interioridad tan profunda, incluso en el contacto con la salvaje naturaleza en que se desarrolla, que predice algunas de las manifestaciones más completas de la novela inglesa postvictoriana. Con el mismo título hay una película americana. [Trad. de C. Montoliu (Madrid, 1921), y de Juan G. de Luaces (Barcelona, 1942)].

S. Rosati

La mejor novela escrita nunca por una mujer. (Swinburne)

A veces su fantasía era sobrehumana, siempre inhumana. (Chesterton)

Ningún gran libro está aislado, más que éste, de los universales del Cielo y del In­fierno. (E. M. Foster)

Cumbres borrascosas es, sin asomo de du­da, la más bella novela de amor que haya sido escrita; la novela en la que el amor adopta su forma más devoradora y absoluta. (E. Jaloux)