EL MEJOR LÍDER: ISABEL I DE INGLATERRA SUPERÓ TODAS LAS EXPECTATIVAS

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EL MEJOR LÍDER: ISABEL I DE INGLATERRA SUPERÓ TODAS LAS EXPECTATIVAS

Isabel I de Inglaterra no fue ni el líder más influyente ni el más inspirador del milenio, pero quizá fue el mejor de todos. Era una monarca del siglo XVI con instintos modernos: aborrecía el coste de la guerra, le desagradaba el extremismo religioso y se interesaba mucho por el equilibrio presupuestario. Dios le dé una salud tan buena como su corazón, dijo uno de sus ministros cuando empezó su reinado, y sus oraciones fueron escuchadas, pues reinó entre 1558 y 1603.

Hija de Enrique VIII y de Ana Bolena, Isabel pasó su juventud andando de puntillas para eludir el peligro de ser ejecutada por alguno de sus parientes. A su decapitada madre le siguió una serie de madrastras condenadas a muerte; durante su adolescencia, Isabel tenía la responsabilidad de dirigir una casa con muchos espías y poco dinero. Fue una educación pensada para producir bien una psicópata o bien una mujer de un enorme autocontrol.
Su predilección personal por la libertad religiosa no fue de mucha ayuda para los católicos que al final se vio obligada a ejecutar. Sin embargo, sí tuvo un verdadero deseo de contar con la aprobación de sus súbditos y pasó más tiempo con ellos que la mayoría de los monarcas. La gente la quería de veras, en gran parte porque era reacia a desperdiciar su dinero o sus vidas. Cuando su consejo decidía que era necesario emprender acciones audaces, generalmente en forma de guerras, Isabel mentía, buscaba excusas para ganar tiempo y cambiaba de rumbo constantemente. Su habilidad para elegir consejeros sensatos era legendaria, pero siempre tuvo la suficiente seguridad en sí misma como para ignorarlos. No cabe duda de que es una gran reina, y, si fuera católica, la querríamos mucho, escribió el papa Sixto V. No hay más que ver lo bien que gobierna!.
Ultimamente, el mundo de habla inglesa, y Hollywood en particular, ha vuelto a caer en una de sus obsesiones periódicas por Isabel. Su capacidad de volver a fascinar a cada generación se debe sólo en parte al extraordinario vestuario de la época. Vivió en una época en la que las mujeres no solían formar parte de la vida pública, a pesar de lo cual se afianzó en el poder, se mantuvo en él durante 45 años y convirtió su hasta entonces insignificante país en una fuerza dominante en la política internacional con el mínimo derramamiento de sangre. Cómo pudo arreglárselas para conseguirlo? La Historia puso a otras mujeres de su época en el trono y acabaron de forma desastrosa, impulsadas por una obligación cultural de obtener la aprobación de los hombres o de proteger a sus descendientes varones. Isabel optó por vivir sin maridos, hijos, ni amantes. Su avidez por los halagos era inquietante, pero era la única compensación que pedía por llevar una vida al margen de todo lo que se conocía en su época sobre los límites y las recompensas del destino de una mujer.
La parte final de su largo reinado fue, inevitablemente, más triste y menos enérgica que la inicial, pero no chocheó. En su última visita al Parlamento, Isabel pronunció su discurso de oro, uno de los puntos culminantes de una carrera llena de disertaciones trascendentales: Aunque habéis tenido, y podéis tener príncipes más poderosos y sabios sentados aquí, les dijo, nunca habéis tenido, ni tendréis, ninguno que os quiera más.
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Gail Collins es miembro del consejo editorial de The New York Times.
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