Ciudad Real Digital | Cultura en tiempos de crisis | Crítica de la película "Secretos de estado"

sábado, 18 de mayo

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Estreno en Royal City

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Secretos de estado ()

Director: Gavin Hood

Intérpretes: Keira Knightley, Matt Smith, Ralph Fiennes, Matthew Goode, Indira Varma, Tamsin Greig, Conleth Hill, Kenneth Cranham, Lee Byford, Dave Simon, Jeremy Northam, Rhys Ifans, Adam Bakri, MyAnna Buring, Hattie Morahan, John Heffernan, Monica Dolan, Jack Farthing, Peter Guinness, Angus Wright

Sinopsis: 2003, mientras los politicos británicos y estadounidenses maniobran para invadir Iraq, la traductora del GCHQ (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico) Katharine Gun (Keira Knightley) filtra un e-mail clasificado que urge a espiar a miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para forzar una resolución para ir a la Guerra. Acusada de romper el Acta de Secretos Oficiales y enfrentándose a prisión, Katharine y sus abogados están determinados a defender sus acciones. Con su vida, su libertad y su matrimonio amenazados, Katharine deberá luchar por lo que cree.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

El cine británico, en alianza con el norteamericano continúa infatigable proporcionando sabrosos y buenos frutos. Tal como es el caso de la interesantísima SECRETOS DE ESTADO (OFFICIAL SECRETS).

Detrás de este sólido “thriller” de denuncia se encuentra un cineasta sudafricano  de escasa pero valiosa filmografía, que obtuvo en 2005 el Oscar a la mejor producción extranjera representando a su país con TSOTSI, un “documentalizado” estudio de suburbio y personaje marginal de “profundo poder emocional” tal como señalara el brillante colega Roger Ebert.

Tras este éxito, inmediatamente le echó el lazo la industria norteamericana, en la que concatenó tres producciones de corte fantástico de respetable interés, EXPEDIENTE ANWAR, X-MEN ORÍGENES: LOBEZNO y EL JUEGO DE ENDER. En todas ellas fluye –algo inusual en casi “blockbusters” como estos- una inquietud por alejarse de maniqueísmos y de típicos tópicos de buenos y malos, incluso haciendo gala de eso que se denominaba en el pasado como cine con mensaje. No se olvide que su incursión en el Séptimo Arte había surgido realizando cortometrajes para el Departamento de Salud de su gobierno.

Pero su obra maestra llegaría en 2015, una coproducción, otra como la que aquí me ocupa, en la que pondría al descubierto y planteaba dilemas éticos ante la nueva tecnología de drones que nos invade y el uso militar que se hace de ella por parte de las grandes potencias, de Estados Unidos concretamente.

Y si los que sean lectores habituales de mis reseñaas, saben ya de mi pro yanquismo casi militante a todos los niveles, precisamente por ello, tengo arraigado el sentido de la crítica o auto crítica y no firmo cheques en blanco ante los usos y abusos esgrimidas en numerosas ocasiones por sus gobiernos de todo corte y confección. Es una cuestión de coherencia con lo que intento predicar, por tanto ni con mi padre me caso. En esta ocasión a propósito de la inmoral y amañada –así lo han ido desmontando los hechos conocidos posteriormente- guerra de Irak, aunque yo en su momento no me posicionara belicoso por aquello de que cada dictador que cae –del signo que sea- siempre supone un motivo de alivio y esperanza. Pero no a cualquier precio… ni mentiras claro, como fue el caso.

Por eso, tanto en aquella estupenda propuesta como en –un escalón artístico más abajo- en la aquí expuesta, resulta plausible la denuncia de las mentiras de los dos gobiernos a uno y otro lado del Atlántico. Por supuesto, no solo con buenas intenciones se nutren o justifican las causas cinematográficas. Pero es que fundamentalmente su factura presenta indudables aciertos. Inspirándose en el “thriller” político de los 60 y 70 procedentes aplastantemente de Hollywood, desde SIETE DÍAS DE MAYO al periodístico de TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE, Hood ha pergeñado un relato que mantiene en todo momento el interés y la tensión, apoyado en un puñado de actores de primera línea. Comenzando por una cada vez más versátil y camaleónica –aunque su atractivo ritus labial continúe incólume, algo supongo que inevitable- Keira Knightley.

Y aunque nadie destaca por encima de nadie, todos rayan a gran altura, quisiera resaltar la aparición de un veterano Ralph Fiennes en la piel de un personaje “ejemplar”.

Estupendo final en su sobriedad y notable ambientación reciente. Merece la pena que no la dejen escapar, sobre todo si son entusiastas de este tipo de conspiraciones paranoicas fundamentadas esta vez en la más estricta realidad. Un caso muy curioso el que plasma que ofrece una plasmación adecuada y tan solvente como es habitual en el maridaje de las dos mejores cinematografías del mundo. Y aunque nada de lo que vean o narre les vaya a sorprender, entiendan  que no les descubra apenas nada de su imbricada e inevitablemente algo prolija trama.

José Luis Vázquez