Los 12 acontecimientos clave para entender la Edad Antigua

Los 12 acontecimientos clave para entender la Edad Antigua

1. Aparición de la escritura (IV milenio a. C.)

La historia de la humanidad comenzó como tal con la creación y desarrollo de la escritura, garantizando así la conservación de los acontecimientos (registro). Surgió en la región de Sumeria, en Mesopotamia (Oriente Próximo), en torno a finales del cuarto milenio a. C. Conocida hoy en día con el nombre de escritura cuneiforme (debido que se grababa en tablillas y cilindros de arcilla mediante estiletes en forma de cuña), era una escritura originalmente pictográfica (a base de sencillos y comprensibles símbolos) destinada primigeniamente a la contabilidad y a la administración, principalmente en sociedades cuyo comercio y actividades económicas eran cada vez más complejas. A partir de este origen, la escritura se iría desarrollando, sofisticando y perfeccionando con el paso de los siglos, tanto en su estilo como en sus funciones útiles, siendo una de las invenciones más relevantes y decisivas de la historia, ya que gracias a la invención de la escritura pudo surgir la historia.

Inscripción sumeria (aprox. siglo XXVI a.C.).

2. Surgimiento de la civilización

La civilización surgió como tal en Mesopotamia, alrededor del año 4.000 a.C., en torno al valle de los ríos Éufrates y Tigris, en el actual Iraq. Esta civilización, la civilización sumeria, se desarrolló en una región caracterizada por un clima cálido y húmedo, con una agricultura fértil y próspera, lo que permitió el crecimiento de una sociedad cada vez más sedentaria y organizada. Los mesopotámicos fueron los primeros en desarrollar un sistema de escritura cuneiforme, y también lograron importantes avances en el campo de la arquitectura (templos y palacios), la ingeniería y las matemáticas. La religión jugó un papel importante en la sociedad mesopotámica como estabilizador y catalizador social, con lo que se desarrollaron diversos cultos y mitologías. Los mesopotámicos también establecieron un sistema político jerarquizado, con reyes y gobernantes que gobernaban sobre las ciudades-estado y las provincias. A partir de aquí, las civilizaciones irían desarrollándose y sofisticándose con el paso de los siglos.

La civilización sumeria. Fuente: cultura10.com

3. La construcción de las pirámides (siglo XXVII a. C.)

Imponentes construcciones, situados bloques de piedra sobre bloques de piedra en las arenas del desierto, soportando las inclemencias del árido sol y las temperaturas más extremas, las impresionantes pirámides de Egipto son testigos ancestrales e imperecederos de los múltiples siglos de la historia humana. Construidas mediante el inhumano esfuerzo de innumerables trabajadores, estas construcciones estaban destinadas a ser el lugar de descanso eterno de los restos mortales de los soberanos de Egipto, los faraones, así como para otros mandatarios de relevancia. Siendo sus interiores auténticos laberintos, su complejidad aún hoy nos llena de asombro. Su paciente y ardua edificación, tan sofisticada, en una época tan primigenia, está rodeada de todo tipo de suposiciones, tales como que fueron edificados por (o con ayuda de) extraterrestres, por ejemplo. Sea como sea, lo cierto es que las pirámides, de todos los vestigios que nos han sido legados de la Antigüedad, son los más portentosos y emblemáticos símbolos de esta época de nacimiento de las civilizaciones humanas.

Pirámides de la Necrópolis de Guiza (Egipto).

4. La guerra de Troya (siglos XIII-XII a. C.)

Más allá del conocidísimo relato mítico de Homero recogido en la Ilíada y la Odisea, con episodios tan famosos como el juicio de Paris, el rapto de Helena, la valentía de Aquiles y Héctor o la astucia de Odiseo (Ulises) con el célebre caballo de madera, la conocida como guerra de Troya, supuestamente ocurrida a finales de la Edad del Hierro, en torno al siglo XIII a. C., debió de tener un fuerte impacto para los pueblos mediterráneos de la época. Situada en la colina de Hisarlik (Turquía), su proximidad al estrecho de los Dardanelos convertía a Troya en un importante enclave estratégico y de control de las rutas comerciales del mar Negro y del Egeo. Su rivalidad con los pueblos de la Grecia del momento, conocida como la civilización micénica, iría en aumento hasta desencadenar el conflicto con una expedición de castigo hacia la ciudad. A pesar de la victoria griega y de la destrucción de Troya, este conflicto, que fue lo suficientemente grande e impactante como para trascender, debió de suponer para los micénicos un desgaste de tales proporciones que su civilización colapsó. Probablemente se añadieron otros factores, como la invasión de pueblos bárbaros o algún cataclismo (sequías, hambrunas, erupción volcánica, etc.), sumiendo a Grecia en una época de siglos de decadencia. La guerra de Troya histórica se vería embellecida con el añadido de elementos míticos con el correr de los siglos, hasta dar con el relato homérico que conocemos a día de hoy.

Entrada del caballo de Troya. Obra de Giandomenico Tiepolo (1760).

5. Fundación de Roma (753 a. C.)

Llamada a ser el eje central del mundo antiguo, la Ciudad Eterna necesitaba unos orígenes legendarios, acordes con la grandeza universal que alcanzaría. Según el relato mítico de la Eneida, escrita por el poeta Virgilio en el siglo I a.C., Roma fue fundada oficialmente el 21 de abril del 753 a. C. por los hermanos gemelos Rómulo y Remo, hijos del dios Marte, en torno a siete colinas en las lindes del río Tíber. Más allá de los inverosímiles orígenes mitológicos, lo cierto es que Roma vivió sus siglos iniciales como una pequeña ciudad-estado (primero como monarquía, posteriormente convertida en república) de la región del Lacio, superada por sus vecinos más fuertes (etruscos, umbros, samnitas, etc.). Poco a poco conseguiría imponerse a sus rivales y expandirse tanto militar como culturalmente, primero por toda la península itálica, y posteriormente por todo el mar Mediterráneo (Mare Nostrum) hasta llegar a ser el mayor imperio y civilización de la Antigüedad.

Maqueta de la Antigua Roma. Fuente: archdaily.cl

6. Las guerras médicas (499-449 a. C.)

Esta serie de conflictos entre las polis (ciudades-estado) griegas y el Imperio persa (dinastía aqueménida) a comienzos del siglos V a. C. , están considerados como las guerras más importantes y decisivas del mundo clásico. Las intenciones expansionistas de la gran superpotencia de Oriente, al mando del rey Darío y después de su hijo Jerjes, de conquistar el Hélade, se vieron frustradas por la heroica y tenaz resistencia helena. La civilización griega, precursora del mundo occidental, pudo frenar con éxito el avance de los poderosos invasores asiáticos y mantener su independencia e identidad cultural. La célebre batalla de Maratón, la mítica defensa del paso de las Termópilas por el rey Leónidas y sus 300 hoplitas espartanos, la gran victoria de Temístocles en la batalla de Salamina (el combate naval más grande de la Antigüedad) o la batalla de Platea, son algunos de los episodios más famosos y recordados de estos conflictos. Las guerras médicas fueron un período de capital importancia en la historia de la Antigua Grecia y dejaron un legado duradero a lo largo de los siglos posteriores. En el conocimiento de la historia de la humanidad, resulta prácticamente imposible no detenerse en este crucial choque de civilizaciones.

Leónidas en las Termópilas. Obra de Jacques-Louis David (1814).

7. Surgimiento de la democracia ateniense (siglo VI a. C.)

Situada en la región del Ática, en la Grecia central, Atenas tuvo un desarrollo característico que la permitió desarrollar un sistema político genuino diferenciado de otras ciudades-estado griegas: la democracia (del griego «poder del pueblo»). Desarrollada progresivamente por legisladores y reformadores como Solón y Clístenes, la democracia ateniense era un sistema directo (no representativo) de los ciudadanos y su elección se realizaba mediante sorteo. En cuanto a su composición, sólo los individuos pertenecientes a la demos (el «pueblo») tomaban parte de este sistema político, quedando excluidos los metecos (extranjeros), los esclavos y las mujeres. Tras la victoria en las guerras médicas, Atenas emergió como la principal polis del mundo griego. Gracias a su poderosa marina y a un importante desarrollo del comercio, fuente de sus grandes riquezas, la ciudad se convirtió en la potencia hegemónica del mar Egeo, liderada por el líder político más importante de la democracia ateniense: Pericles. A pesar de tratarse de un sistema excluyente, la democracia ateniense sentó un precedente, sirviendo de inspiración para los regímenes de democracia representativa surgidos a partir del siglo XVIII tras la Revolución Americana.

Vista de la Acrópolis de AtenasFuente: grecia.info
Discurso fúnebre de Pericles. Obra de Philipp Foltz (1852).

8. Las conquistas de Alejandro Magno (336-323 a. C.)

Aunque breve, la vida del legendario Alejandro III el Grande (Alejandro Magno), rey de Macedonia, está plagada de hazañas y de grandes actos. Hijo del rey Filipo II, tras una infancia difícil, contando con la instrucción del filósofo Aristóteles, consiguió hacerse con el trono tras la muerte de su padre. Desde su pequeña Macedonia natal, culminó la obra iniciada por Filipo de unificar toda Grecia, y marchó a la conquista de Asia. En sus apenas trece años de reinado (336-323 a. C.) consiguió conquistar todo el Imperio persa y marchar más allá del mundo conocido, hacia la inhóspita India, proyectando la creación de un imperio universal multicultural. La negativa de sus tropas a continuar más hacia el Oriente le obligó a regresar a Persia. Tras su prematura y sospechosa muerte en Babilonia, el sueño de Alejandro comenzó a disolverse por parte de sus generales, los llamados diádocos, los cuales establecieron varias monarquías, los reinos helenísticos. Con ellos, la cultura y la identidad griega se extendió por todo el mundo antiguo. Esta herencia cultural sería asimilada por el ascendente mundo romano, surgiendo con la fusión de estas dos culturas lo que se conoce como la cultura clásica, fundamento de la civilización occidental.

Alejandro Magno. Detalle del Mosaico de Issos encontrado en Pompeya (Italia). Obra de Filoxeno de Eretria (c. 325 a. C.)

9. Las guerras púnicas (264-146 a. C.)

Al igual que las guerras médicas, las conocidas como guerras púnicas fueron una serie de conflictos armados que enfrentaron a Roma y a Cartago, dos importantes potencias de la Antigüedad, durante un período de más de 100 años. Los orígenes de las luchas se remontan al año 264 a.C., cuando las dos potencias del Mediterráneo occidental entraron en conflicto por el control de Sicilia y otros territorios del mar. Las guerras púnicas fueron largas y sangrientas, y se caracterizaron por el uso de tácticas militares sofisticadas y la construcción de grandes flotas navales. Uno de los momentos más importantes de las guerras púnicas fue la batalla de Zama, que tuvo lugar en el año 202 a.C. y en la que el general romano Publio Cornelio Escipión derrotó al general cartaginés Aníbal. A pesar de que las guerras púnicas fueron un período muy difícil para ambos bandos, el resultado final fue la victoria total de Roma, desapareciendo para siempre la civilización cartaginesa. Esto le permitió expandir su imperio y convertirse en una de las principales potencias del mundo antiguo. Las guerras púnicas también tuvieron un impacto duradero en la historia y la cultura romana, y han sido estudiadas y recordadas durante siglos.

Lucha entre romanos y cartagineses. Fuente: definicionabc.com

10. El nacimiento de China (221 a. C.)

Aunque muy distante geográfica y culturalmente de la cosmovisión occidental, la presencia e importancia de China a lo largo de la historia hasta día de hoy es incuestionable. Tras varios siglos de división, caos y conflictos internos, fue reunificada a finales del siglo III a. C. por el estado de Qin, siendo su rey, Zheng, autoproclamado como el primer emperador con el nombre de Qin Shi Huang. Mientras Aníbal ponía en jaque a Roma, con una gran decisión y no exento de una despiadada crueldad hacia sus súbditos, en apenas una década Qin Shi Huang forjó un gran imperio unificado. Siendo un gobernante tiránico de ideas megalómanas, inició la construcción de las dos obras más importantes, impresionantes y características del mundo chino: la Gran Muralla y el mausoleo de Xi’an (con los famosos guerreros de terracota). A pesar de que su dinastía apenas sobrevivió a sus delirios de inmortalidad, el mayor legado de Qin Shi Huang, la China unificada, pudo mantenerse y desarrollarse (con altibajos) durante más de dos mil años hasta la actualidad. Reconocida por su rica cultura y su avanzada tecnología, invenciones como el papel, la brújula, la seda y la pólvora son muestras incuestionables de la aportación de China a la humanidad.

La Gran Muralla China. Reconstrucción durante el período de la dinastía Ming (siglos XV-XVI).
Guerreros de terracota en el mausoleo de Qin Shi Huang en Xi’an (China).

11. Surgimiento del cristianismo (siglo I d. C.)

Fue en una pequeña región del Imperio romano, Judea, donde surgió la primera gran religión monoteísta de carácter universal, el cristianismo. Inspirado en la vida y las enseñanzas de Jesús de Nazaret, el Mesías, también llamado Jesucristo, profeta judío del siglo I d. C. que predicó sus enseñanzas en Judea y fue crucificado en Jerusalén. Siendo inicialmente un movimiento reformista dentro del judaísmo, los primeros cristianos adoptarían una cualidad universalista, asimilando esta nueva fe a otros pueblos no semíticos. Con ello, poco a poco la religión cristiana se fue extendiendo a través del Imperio romano, aunque siendo una creencia inicialmente prohibida por las autoridades. Aun sufriendo varios siglos de duras persecuciones, durante ese tiempo el cristianismo consiguió desarrollar estructuras estables, lo que garantizó su supervivencia. Finalmente, sería reconocida como una religión permitida mediante el Edicto de Milán (313 d. C .) a instancias del emperador romano Constantino I. Posteriormente, pasaría a ser la única religión oficial del imperio en el año 380 d. C., reinado del emperador Teodosio I, con el Edicto de Tesalónica.

La cruz como símbolo del cristianismo. Fuente: okdiario.

12. Las invasiones bárbaras y la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d. C.)

Esta es la fecha donde se suele colocar el final de la Edad Antigua y el comienzo de la Edad Media. El 4 de septiembre del 476 Odoacro, líder de los hérulos, destituyó a Rómulo Augústulo, último emperador de Roma. Se culminaba así todo un proceso de varios siglos en los que el Imperio ya había entrado en una decadencia terminal. ¿Cuáles fueron las causas de la caída de Roma? A partir del siglo III las provincias imperiales restaron poder a la propia Roma, puesto que las diferentes legiones repartidas por todo el Imperio intentaban aupar a sus generales al trono imperial, lo que provocó un clima de gran inestabilidad política. A ello hay que sumar las sucesivas intrusiones de los pueblos bárbaros, el auge del cristianismo… sin contar con las repercusiones que todo ello provocaba en la economía. El emperador Diocleciano, para intentar arreglarlo, decidió dividir el Imperio en dos, Oriente y Occidente. Cada parte estaba gobernada por dos Césares (poderes militares) y dos Augustos (poder político), en lo que se conoció como la «Tetrarquía«. Fue la mitad occidental la que cayó en el año 476, pero Oriente, lo que se conocería posteriormente como Bizancio, pudo sobrevivir a las invasiones y se hizo fuerte en torno a la capital del Imperio, la ciudad que fundó siglo y medio antes (año 330) el emperador Constantino el Grande: Constantinopla.

Destrucción de Roma. Obra de Thomas Cole (1836).

Bibliografía

-Bravo, G. (1998). Historia del mundo antiguo. Una introducción crítica. Madrid, Alianza.

-Cebrián, J.A. (2009). Pasajes de la Historia: Veinticinco momentos míticos, de las Termópilas al Barón Rojo. Madrid. Planeta.

-Eslava Galán, J. (2014). Historia del mundo contada para escépticos. Madrid. Planeta.

-Gernet, J. (2018 ). El mundo chino. Madrid. Crítica.

-Gombrich, E.H. (2014). Breve historia del mundo. Madrid. Planeta.

-Scott, M. (2016). Los mundos clásicos. Una historia épica de Oriente y Occidente. Barcelona, Ariel.

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