Harald I, rey de Noruega
El rey Harald 'de la hermosa melena' unificó el territorio noruego bajo su mando tras la batalla de Hafrsfjord en el 880 d.C.
El norte de Europa tiene algo de mágico. A sus impresionantes paisajes que mezclan frondosos bosques verdes con el hielo más pálido se les une una cultura fascinante y rica en leyendas como es la vikinga. Aunque han pasado a la historia por su lado más guerrero y su afán de conquistadores, los vikingos poseían una mitología riquísima que ha llegado hasta nuestros días influyendo de formas que pocos sospechan. Pero si nos alejamos de los dioses y héroes y nos centramos en un plano más terrenal lo que encontramos es a una serie de personajes históricos que rozan la leyenda.
En Noruega, uno de esos personajes que merecen mención sería Harald I. Llamado Haraldr Halfdanarson en noruego antiguo, era hijo del cacique vikingo Halfdan el Negro y le sucedió en el trono de una pequeña región al sur de Noruega en el 860 d.C., cuando solo tenía 10 años. Como suele ocurrir, los hechos reales y la fantasía se difuminan pero se dice que Harald hizo la promesa de unificar toda Noruega bajo su mando tras haber sido rechazado por la princesa Gyda Eriksdotter. También se cuenta que juró no cortarse el pelo hasta haber completado esta misión, por lo que acabó siendo llamado ‘el de la hermosa melena’.
Durante aproximadamente una década, el rey Harald y sus aliados fueron ampliando los territorios de su reino a través de la espada y el hacha, logrando su victoria definitiva en la batalla de Hafrsfjord, un combate naval que tuvo lugar en el 880 d.C. y que le convirtió en el rey Harald I del reino unificado de Noruega. Fue entonces cuando el nuevo monarca implantó un sistema de altos impuestos con el que asentó su nuevo gobierno e inició duras persecuciones contra la constante amenaza de sus opositores, que acabarían por provocar varios éxodos a otras tierras del norte, entre ellas Islandia.
Por desgracia para Harald, todos sus esfuerzos resultaron parcialmente inútiles. Tras su muerte a la edad aproximada de 83 años, sus hijos iniciaron una disputa por el trono de su padre que acabaría desembocando en varias guerras civiles y la división del reino de Noruega. Entre sus hijos se destaca a Eric Hacha Sangrienta, que no dudó en asesinar a sus familiares para asegurar su lugar en el trono y acabó exiliado y sin apoyos.