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Metamorfosis y pesadillas
Ha explorado como nadie los miedos, las perversiones sexuales, los recovecos de la mente humana, y los riesgos de la tecnología en imágenes inquietantes y retorcidas. Casi siempre adscrito al género fantástico, David Cronenberg es uno de los cineastas más personales e innovadores de las últimas décadas, y siempre se ha mantenido muy fiel a sus obsesiones personales.
David Paul Cronenberg nació el 15 de marzo de 1943 en Toronto (Ontario, Canadá), donde ha vivido habitualmente durante toda su vida, y que está cerca de Nueva York, donde acude a menudo desde siempre. Sus padres, Milton y Esther, un editor de libros y una pianista, le inculcan cada uno su pasión por su trabajo, y así, el chico acaba dando clases de guitarra al tiempo que desde pequeño se convierte en un ávido lector de autores como William S. Burroughs y Vladimir Nabokov.
Su infancia fue caldo de cultivo de los fantasmas que ha tratado en su filmografía. Por ejemplo, su afición a retratar a personajes aislados proviene de que fue un niño solitario, que por ejemplo recibía clases en un colegio judío a pesar de que sus padres no eran practicantes de ninguna religión, por lo que siempre fue el “rarito”. Su obsesión por el deterioro físico y mental de sus personajes tiene su raíz en la terrible enfermedad degenerativa inclasificable sufrida por su padre, que le postró en la cama hasta que murió en 1973, lo que al chico le causó un enorme sufrimiento por su sensación de impotencia.
Se matricula en Ciencias en la Universidad de Toronto, pero le decepciona la forma fría, institucional y poco emotiva de impartir las clases de los profesores, y acaba abandonando para licenciarse en Literatura, donde descubre que su vocación es desarrollar su capacidad artística. Mientras medita dedicarse a escribir libros de ficción, descubre el cine y acaba dirigiendo los cortos Transfers y From the Drain. Con Ivan Reitman (posterior director de Los cazafantasmas) y otros realizadores canadienses, crea una compañía especializada en cine experimental, con la que rueda un mediometraje en blanco y negro, Stereo, y otro en color, Crimes of the Future.
Deseoso de dedicarse al fantaterror, en Canadá no encontró productoras interesadas en el género, por lo que conseguir financiación para su primer largo no fue nada fácil. Tras buscar infructuosamente en Estados Unidos, logra una beca del gobierno de su país que le permite rodar la escalofriante Vinieron de dentro de..., producida por Reitman. El film, sobre unos parásitos creados por un científico que se introducen dentro de las personas, desatando sus pasiones sexuales, anticipa varias de las constantes posteriores de su obra. No convenció a la crítica, pero fue un gran éxito.
Esta cinta marca la línea de lo que será la primera etapa de la obra del artista, en la que rueda producciones canadienses de terror de ajustado presupuesto. Tras Rabia –muy parecida a su opera prima– rueda sus conocidas Cromosoma 3 –sobre un psicoterapeuta que desarrolla una novedosa terapia para tratar a sus pacientes, Scanners –sobre individuos dotados de poderes psíquicos– y Videodrome –sobre una violenta cadena de televisión que altera la percepción humana–.
La zona muerta, impecable adaptación de una novela de Stephen King, autor que siempre ha tentado a grandes creadores, inaugura la etapa estadounidense del realizador, más convencional y académica. Pero incide en su temática favorita, la alteración mental que provoca en un individuo una situación excepcional, en concreto aquí la adquisición de poderes psíquicos. Su mayor éxito en Hollywood es La mosca (1986), también sobre la metamorfosis mental y física que sufre un científico (Jeff Goldblum) que tras uno de sus experimentos se convierte poco a poco en un insecto. Versiona un pequeño clásico del terror que protagonizó en 1958 Vincent Price.
Gracias a los beneficios logrados con esta cinta, Cronenberg puede permitirse dar un giro radical hacia la fase más personal de su carrera. Rueda así Inseparables, con Jeremy Irons dando vida a dos hermanos gemelos, basados en dos personajes reales cuya historia se recogía en el libro “Twins”, de Bari Wood y Jack Geasland, que el realizador quería llevar al cine desde hacía tiempo. Éste tuvo que optar finalmente por la autofinanciación. Aunque se aparta del género de terror fantástico, no deja de ser una historia siniestra y morbosa, de las que fascinan al realizador. Aborda otra de sus temáticas favoritas, la identidad, completamente diferente en dos seres biológicamente iguales, dos hermanos médicos, así como también muestra, como es habitual, su deterioro, en este caso por culpa de la drogadicción.
Animado por el éxito de crítica y público de este último trabajo, Cronenberg se lanza a su proyecto más arriesgado, El almuerzo desnudo, que lleva al cine un inadaptable texto de William S. Burroughs, aquel escritor que adoraba cuando empezó a leer literatura. Pero el film, en torno a William Lee, un escritor, alter ego de Burroughs que sufre extrañas alucinaciones, no conectó con el público.
Cronenberg inició su faceta de actor con pequeños papeles en algunas de sus propias películas, hasta que Clive Barker le dio un papel importante, el doctor psicópata que se convierte en villano del film, en Razas de noche. Ha sido también doctor en diversas producciones, como Jason X y la serie Alias.
Divorciado de Margaret Hidson, con la que tuvo un niño, pero que finalmente se integró en una secta, Cronenberg inició una relación con Carolyn Zeifman, que desempeñó pequeñas labores en algunos de sus filmes, y que dio a luz a otros dos retoños. Cronenberg suele repetir con algunos de sus colaboradores, sobre todo con el músico Howard Shore, su compositor habitual, y con su ‘inseparable’ hermana Denise Cronenberg, que es la diseñadora de vestuario.
También repitió con Jeremy Irons en M. Butterfly, en la que encarna a un diplomático que desarrolla una enfermiza relación a lo largo del tiempo con quien cree que es una cantante de ópera, pues ignora su auténtica identidad masculina. La película más oscura y retorcida de su filmografía (y eso que el nivel de depravación ya estaba bastante alto), es sin duda Crash (1996), basada en una novela de J.G. Ballard, donde diversos personajes practican sexo de diverso pelaje en automóviles a punto de colisionar.
Tras eXistenZ, de nuevo en torno a la tecnología, en concreto sobre un juego orgánico que altera la percepción humana, y Spider, viaje a la mente de un esquizofrénico, Cronenberg rueda dos cintas que aunque no se despojan totalmente de su sello personal, sobre todo en los momentos más sórdidos, son narrativamente mucho más convencionales: Una historia de violencia y Promesas del Este.
En ambas está Viggo Mortensen, que se ha convertido en el actor fetiche de sus últimos años, y que también protagoniza Un método peligroso, sobre la relación entre el joven psiquiatra Carl Jung y su mentor, Sigmund Freud. Compitió en la sección oficial en el Festival de Venecia, de 2011.