Everest: contaminación y aglomeración humana desafían su ecosistema

Crisis medioambiental

Everest: contaminación y aglomeración humana desafían su ecosistema

Cada año más de 60.000 excursionistas visitan el Parque Nacional de Sagarmatha; en 2019 se retiraron 10 toneladas de basura

Basura en el Everest
Un equipo de 30 personas participa en las tareas de limpieza en los alrededores del campamento base en primaveraNiranjan ShresthaAgencia AP

La primavera despierta la fiebre alpinista en el Everest, el imponente coloso que se alza como la cumbre más alta de la Tierra sobre el nivel del mar. En abril y mayo, una marea de intrépidos escaladores provenientes de todos los rincones del mundo se congrega en los campamentos base de Nepal y Tíbet, ansiosos por enfrentar el desafío. Sin embargo, entre las escarpadas cumbres que desafían al ser humano, los aventureros se encuentran con una desalentadora realidad, con latas, plásticos, residuos humanos o animales entremezclándose con la majestuosidad del entorno y dejando una huella de degradación.

Cada año, más de 60.000 excursionistas y escaladores visitan el Parque Nacional y la Zona de Amortiguamiento de Sagarmatha, una franja de gran altitud de la región de Khumbu, en el noreste de Nepal, que incluye el Everest y otros siete picos. En la temporada de escalada, más de 600 personas tratan de alcanzar la cima del Everest durante las pocas semanas del año en que las condiciones meteorológicas son las adecuadas. Además, por cada escalador hay al menos un trabajador local que cocina, transporta el equipo y guía la expedición. Es tal la masificación de la zona que a menudo los aventureros tienen que hacer cola durante varias horas en condiciones de frío glacial para llegar a la cumbre, donde el aire es tan escaso que se necesita una máscara de oxígeno para poder respirar. Ascienden en fila india a paso de tortuga por el Escalón Hillary y cuando por fin llegan a su objetivo, apenas hay sitio para estar de pie debido al hacinamiento.

Un escalofriante testimonio visual fue registrado por el alpinista nepalí Tenzi Sherpa días previos a la conquista de dicha cima, hace un año. En lugar de enaltecer las esplendorosas vistas del Himalaya cubierto de nieve, su video reveló la desoladora realidad de enormes vertederos de basura. Las imágenes captadas en el Campo 4, localizado a unos 8.000 metros sobre el nivel del mar y conocido como la «zona de la muerte» debido a sus inclementes condiciones, mostraron tiendas de campaña abandonadas, botellas de oxígeno y utensilios congelados por la implacable marcha del tiempo. Un desolador panorama que evidencia el desafío que representa la preservación de una de las rutas más icónicas del montañismo mundial.

La magnitud del vertido de basura en las paredes de Nepal aún permanece incierta, aunque los expertos del sector estiman que se trata de miles de toneladas. En 2019, el gobierno y organizaciones locales sin ánimo de lucro lanzaron la Campaña Montaña Limpia, que ha logrado recolectar más de 10 toneladas de residuos en la región. Sin embargo, algunos involucrados en la iniciativa advierten de que el creciente número de expediciones solo resultará en un aumento de los desechos. Con todo, este año las autoridades han emitido 414 permisos de escalada, una cifra inferior al récord de 454 permisos del año pasado, que también fue una de las temporadas de alpinismo más mortales, con 17 muertes registradas.

Con la llegada de la primavera los equipos de expedición se sumergen en el Campo Base del Everest, un santuario temporal donde las tiendas se alinean en armonía, los aseos se mantienen impecables y las cocinas desprenden aromas reconfortantes. Sin embargo, a medida que los alpinistas y su incansable séquito emprenden el ascenso, que puede durar semanas, la gestión de la basura se convierte en una ardua batalla. El desafío de mantener la pureza del entorno se intensifica, obligando a buscar soluciones creativas.

El Comité de Control de la Contaminación de Sagarmatha, organización local sin ánimo de lucro, es responsable de la limpieza de los alrededores del Campo Base del Everest, así como de las rutas de senderismo y los asentamientos que llevan hasta él. Un equipo compuesto por 30 personas, incluyendo personal militar y alpinistas nepalíes, se une en esta noble iniciativa. Unos 15 expertos sherpas se encargan de recolectar los desechos en diferentes altitudes, llegando casi hasta la cumbre. Cada individuo carga consigo alrededor de 12 kg de basura, que se separa en categorías de biodegradables y no biodegradables, antes de ser enviada a Katmandú para su posterior reciclaje.

Las incansables cuadrillas de limpieza aseguran que han recolectado de todo, desde envoltorios de plástico y papel hasta botellas de vidrio y latas, y la marea de basura sigue en aumento. Un estudio publicado en la revista One Earth en 2020 reveló incluso la presencia de microplásticos –probablemente procedentes de ropa, tiendas de campaña, cuerdas y botas de montañismo desechadas– en arroyos y nieve. Y luego está el asunto de las aguas residuales. La mayoría de las fosas sépticas de los cientos de albergues situados por todo el parque nacional y la zona de amortiguamiento tienen fugas, lo que contamina las aguas subterráneas y deja heces congeladas en puntos clave. En opinión de expertos, la tecnología moderna y la cooperación internacional son fundamentales para acabar con la acumulación de residuos en este emblemático escenario.

Por otra parte, desde que se inició la exploración del Everest a principios del siglo XX más de 300 alpinistas han fallecido en su intento. Algunos quedaron atrapados en avalanchas inesperadas o se precipitaron por grietas, mientras que otros sufrieron enfermedades mortales como congelaciones o edemas cerebrales. Cabe destacar que transportar cuerpos sin vida en estas circunstancias resulta bastante arriesgado. Según los militares a cargo de este tipo de operaciones, dos miembros del grupo de sherpas perdieron la vida el año pasado durante una misión. «Debemos considerar tanto la dignidad de los fallecidos como la seguridad de nuestros hombres», explicó el responsable Aditya Karki al rotativo hongkonés South China Morning Post, quien añadió que «para descender un cadáver, necesitamos alrededor de 12 hombres especialmente entrenados».

El mes pasado, el Tribunal Supremo de Nepal ordenó al gobierno que limitara el número de escaladores en el Everest, añadiendo que las normas de recogida de residuos de las grandes altitudes no se han aplicado correctamente. Sin embargo, algunos afirman que reducir el número de excursionistas no es factible desde el punto de vista económico.