Para su segundo largometraje como director, el cotizado guionista de Sicario y Sin nada que perder se inspiró en el caso real de una joven descendiente de indígenas que fue encontrada muerta en una inmensa planicie helada de una reserva india de Wyoming, luego de ser abusada y de haber recorrido varios kilómetros a pie.

Cory Lambert (Jeremy Renner), un avezado guía y cazador que trabaja para el gobierno y carga con un trágico pasado familiar, y Jane Banner (Elizabeth Olsen), una inexperta agente del FBI enviada desde Las Vegas, unirán fuerzas para investigar el caso. La presencia en la zona de marginales, traficantes y agentes de la seguridad privada de una refinería no hacen más que complicar las cosas y aumentar el número de sospechosos.

El film combina elementos de género (es un intenso thriller con picos melodramáticos y estructura de western moderno) con un acercamiento a la psicología de los distintos personajes y el trasfondo del racismo social y la crítica situación de los pueblos originarios (excelente en ese sentido el personaje secundario de Graham Greene).

Dureza y lirismo, épica y sensibilidad, sordidez y corrección política se combinan con eficacia en esta propuesta en la que Taylor Sheridan (ganador del premio al mejor director en la sección Un Certain Regard del último Festival de Cannes) contó con los brillantes aportes del fotógrafo Ben Richardson para rodar en medio de montañas nevadas y de esos genios de la música que son Nick Cave y Warren Ellis.

(Esta reseña se publicó en el diario La Nación del 21/9/2017)