Museo del Prado. Las mujeres y el poder

Doña Juana de Austria

Autor: 
Antonio Moro

Ubicación: Sala 56 [P2112]

Cronología: 1560
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Medidas: 195 cm x 105 cm
Escuela: Flamenca
Tema: Retrato
Procedencia: Colección Real

Sala 53

Juana de Austria, nacida en 1535, era hija de Carlos I e Isabel de Portugal, que murió de parto cuando Juana apenas contaba 4 años.
Las mujeres que se encargaron de su educación incidieron en su formación para cumplir funciones dinásticas. En 1552, con 17 años, casa con el príncipe heredero de Portugal don Juan Manuel. En la corte portuguesa, junto a su tía la reina Catalina y su prima María Manuela de Portugal, tiene su primera experiencia de vida cortesana -al no haber corte estable en Castilla-, se relaciona con un círculo de mujeres de gran cultura y se impregna de los saberes y fuertes creencias cristianas que caracterizan la corte de Juan III. No se contagiará, sin embargo, del amor al lujo y boato.

Tras quedar viuda en 1554, y habiendo dado un heredero a Portugal, fue llamada por su padre para encargarse de la regencia de los reinos de España, práctica habitual de Carlos I con las mujeres de la Casa Real, como refleja la regencia que su esposa Isabel había ejercido en sus ausencias o el encargo del gobierno de los Países Bajos a su tía Margarita de Austria y, posteriormente, a su hermana María de Hungría.

Juana se instaló en Valladolid. Colaboró con los secretarios reales, se rodeó de algunos consejeros de origen portugués que habían formado parte del séquito de su madre, mantuvo una asidua correspondencia con su padre y, posteriormente, con su hermano Felipe II, que la confirmó en el cargo durante su estancia en Inglaterra y Países Bajos. Su regencia, de 1554 a-1559, no fue ajena a tensiones con los reyes ni a la toma de decisiones personales en situaciones de urgencia. No fue, por tanto, mera ejecutora de órdenes, sino que tomó decisiones en asuntos que exigían una pronta y firme repuesta. En la corte madrileña fue asesora habitual de Felipe II en asuntos de Portugal e Italia. Felipe II respetó su decisión de no volver a casarse y acudió a ella para la educación de sus hijas a la muerte de su tercera esposa.

La religiosidad fue un aspecto fundamental en su vida y motivo de una cierta trasgresión con la complicidad de Ignacio de Loyola. Juana solicitó el ingreso en la Compañía de Jesús, creando un conflicto que se resolvió a su favor, aunque siempre se usó un seudónimo masculino que mantuvo oculto su ingreso. Como regente, apoyó la expansión europea de la Orden e intercedió ante el papado. Eligió el negro como color habitual para sus vestidos, tal como nos muestra el cuadro de Antonio Moro, realizado posiblemente en 1559. Negro jesuítico, negro del permanente duelo en la corte de Felipe II.
Juana murió en el Escorial en 1573 y fue enterrada en el monasterio que ella había creado para retiro de mujeres nobles: las Descalzas Reales, en Madrid.

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