El escuadrón suicida (2021), de James Gunn (II)

La oscura funcionaria gubernamental Amanda Waller está al frente de una prisión repleta de supervillanos. A veces reúne a varios de sus reclusos para ejecutar operaciones encubiertas, en las que resulta complejo que sobrevivan, a cambio de beneficios en sus condenas. Cuando hace falta enviar a un equipo a Colto Maltés, república bananera isleña, para investigar un misterioso centro de investigación que podría estar creando algún armamento letal, ofrece la misión a varios presos, entre ellos al mercenario Bloodsport, que aceptará sólo porque Waller amenaza con liquidar a su hija si se niega. Le acompañarán el Pacificador –un macho alfa con casco cromado–, la lunática Harley Quinn, Ratcatcher –una joven con la habilidad de controlar a las ratas–, y el tiburón antropomorfo Nanue, entre otros.

James Gunn, responsable de Guardianes de la galaxia, ‘traiciona’ a Marvel para ponerse al frente de una producción de la competencia, DC, secuela de Escuadrón Suicida, dirigida en 2016 por David Ayer, aunque se ha optado por no añadir un “2” al título, sino el artículo “el”. De nuevo tiene como protagonistas a supervillanos de los comics que tienen una oportunidad de redimirse trabajando para los buenos, un punto de partida ‘robado’ del clásico Doce del patíbulo. El realizador se lleva el film a su terreno, pues acumula golpes de humor, a veces de tintes negros, pero también gags alocados que casi parecen sacados de Top Secret, como los trajes ridículos de los personajes, la inclusión en la trama de una comadreja de constitución humana, y un monstruo final que parece sacado de una película de serie B. Se abusa de una violencia extrema, pero tan irreal y propia de las viñetas que nadie se sentirá incómodo. Si se le suman efectos especiales de última generación, secuencias vistosas y algunas ideas que funcionan, como el engañoso arranque, se tiene un producto quizás no magistral, pero sí ameno.

Se distingue de otras producciones de superhéroes por sus personajes amorales, si bien se toca el tema de la redención. Repiten pocos actores del original, sobre todo tiene cancha Margot Robbie, que de nuevo seduce al respetable en un registro exagerado pero divertido como Harley Quinn, y también Joel Kinnaman, que por una vez demuestra su habilidad para el registro cómico. Se suman primeras espadas, como Idris Elba, que exhibe músculo interpretativo como Bloodsport, y la todoterreno Viola Davis, convincente como la implacable Waller. Por otro lado, John Cena ha sido una buena elección para dar vida al Pacificador, un saco de músculos brutote, mientras que el español Juan Diego Botto sale airoso de la prueba de dar vida a un villano latino con un punto romántico.