Traición, dolor y matanza: los 100 días del genocidio en Ruanda retratados por el cine
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GENOCIDIO DE RUANDA

Traición, dolor y matanza: los 100 días del genocidio en Ruanda retratados por el cine

La historia ha tratado de explicar el odio que enfrentó a los hutus y tutsis, y la forma en la que murieron más de 800.000 personas. Sin embargo, ha sido el cine el que ha acercado estos hechos, a través de películas como '100 Days' y 'Hotel Rwanda'.

Imágenes de los carteles de las películas 'Shooting dogs', 'Hotel Rwanda' y 'Kinyarwanda', cuyas tramas se centran en el genocidio ruandés de 1994.
Imágenes de los carteles de las películas 'Shooting dogs', 'Hotel Rwanda' y 'Kinyarwanda', cuyas tramas se centran en el genocidio ruandés de 1994. France 24
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Una de las discusiones vigentes sobre el genocidio de Ruanda es la pasividad que algunos actores (países y organizaciones) demostraron durante ese trágico episodio de la historia ruandesa de 1994. También el silencio mediático, que no siempre entendió –o llegó tarde–, a lo que ocurrió entre los meses de abril y julio de ese año: una masacre de una mayoría radical, los hutus, hacia una minoría, los tutsis, que dio lugar a asesinatos interétnicos.

Es en esta falta de acción que el cine encontró otra historia que contar, aunque se tomó unos siete años en hacerlo. Cuando lo hizo, Ruanda conmocionó y el drama –muy real pese al género ficticio– llegó a todos los públicos. Así lo cree la especialista en este genocidio Alison Des Forges que, en 2005, para el Centro de Investigación y Desarrollo Internacional (CRDI), dijo: las películas del genocidio "aumentaron la comprensión generalizada del horror que se había cobrado la vida de más de medio millón de tutsis".

'100 Days' y el boom 'Hotel Rwanda'

La primera cinta en contar este episodio de nuestra historia data de 2001 y fue la británica '100 Days', dirigida por Nick Hughes. De hecho, casi toda la filmografía sobre el genocidio ruandés tiene el sello de Reino Unido, mientras que no hay ni una sola hecha al completo por Ruanda.

En ella, Hughes sintetiza los 100 días que se considera duró el exterminio, que provocó muerte, pero sobre todo miedo, por no saber dónde encontrar refugio o en quién confiar. Esto es lo que le ocurre a la joven tutsi Josette que, mientras su hermano es asesinado y su novio rescatado por los rebeldes, decide buscar ayuda en una iglesia católica, religión mayoritaria en el país. Pero esta –y ocurrió con muchas– es dirigida por un sacerdote hutu que obedece a la orden del Gobierno de aplicar el odio y de entregar a los tutsis, por lo que chantajea a Josette con esta idea: si quiere salvar a su familia tendrá que ser su esclava y someterse a violaciones. Y así, sin más opción, se ve obligada a hacerlo.

Pese a la dureza de la trama, su narración es muy poética y tiene lugar en los mismos escenarios de la tragedia. En este caso en Kibuye que, como muchas ciudades del país, alberga un recinto de memoria. Porque, aunque han pasado 25 años, hay personas como Josette que aún tienen que digerir el genocidio y el daño vital que les causó.

Si bien '100 Days' fue pionera, la que provocó un boom fue 'Hotel Rwanda' (2004), que ha sido la película más citada y premiada sobre el genocidio. También de producción británica, tal vez su gran pero sea que fue rodada en Sudáfrica. Pese a todo, su director Terry George recrea muy bien el ambiente que se vivió en la capital, Kigali.

Aquí el protagonismo lo comparten el Hotel des Mille Collines y su gerente Paul Rusesabagina (Don Cheadle), que ya está entre los héroes del cine basado en hechos reales. En un inicio, el hotel iba a presenciar una supuesta firma de paz entre hutus y tutsis, separados durante la colonización de Bélgica, que decidió imponer un sistema de castas desigual. Pero hechos como el asesinato del presidente Juvénal Habyarimana y el avance tutsi del Frente Patriótico Ruandés, hace que la paz que se iba a acordar quede en papel mojado.

Es así, con las primeras amenazas, que Rusesabagina convierte el Mille Collines en un refugio, tanto para tutsis perseguidos como para hutus moderados. Porque solo los turistas occidentales –y aquí se da una crítica implícita– son evacuados por sus embajadas o la ONU, con orden de no intervención, por lo que el gerente debe sobornar a menudo a las milicias hutus para defender a su familia y a 1.200 vecinos topándose con una realidad: nadie los va a ayudar.

Películas en escenarios reales y con extras víctimas de la masacre

A nivel narrativo, casi todos los filmes representan la desprotección de muchos ruandeses, frente a civiles y soldados armados con machetes y lanzas. Los gritos, la violencia y la traición, con secuencias de caminos llenos de cadáveres, ganan por encima de tramas que profundicen en la raíz del problema, la política del país o incluso las voces de aquellos que se convirtieron en exiliados forzados en República Democrática del Congo, Tanzania, Burundi y Uganda.

Sí es más repetido el argumento del héroe, que en la británica 'Shooting dogs' (2005) homenajea al misionero croata Vjeko Curic. En la película de Michael Caton-Jones se recuerda cómo este sacerdote católico hizo parte de quienes arriesgaron su vida para que otros no encontraran la muerte, pese a encontrar la suya propia en circunstancias que hoy se desconocen. Uno de los periodistas a los que ayudó, el reportero de la BBC David Belton, contribuyó en el guion, en el que los extras que participaron eran víctimas rescatadas por Curic, en el mismo lugar de los hechos.

Además de esta, y en una línea de denuncia, está la canadiense 'Shake Hands with the Devil' (2007), que usa la figura del general Roméo Dallaire, enviado de la ONU a Ruanda, para mostrar cómo Naciones Unidas se desligó de la matanza y desoyó la petición de ayuda de su representante. Dallaire anticipó lo que le iba a deparar a Ruanda, pero la ONU ordenó la retirada de sus cascos azules, dejando a los hutus sin ninguna presión internacional. Asimismo, llegó a enviar a Dallaire una carta para que no interviniera, o que solo lo hiciera "para la evacuación de los extranjeros" y "en legítima defensa". Sin embargo, Dallaire hizo caso omiso, protegiendo a miles de personas, tal y como lo hizo desde el 7 de abril la Cruz Roja Internacional.

Aunque las que más representan la superación humana y la reconciliación son la franco-ruandesa 'Sometimes in April' (2005) y la más reciente 'Kinyarwanda' (2011). La primera, del haitiano Raoul Peck, cierra las heridas entre dos hermanos hutus, Agustín y Honoré, separados por la guerra. Ya que mientras Agustín abandona el Ejército y se distancia de la violencia, su hermano es cómplice al contribuir con Radio Televisión Libre de las Mil Colinas, que difundía mensajes contra los tutsis, los hutus moderados y la misión de la ONU en el país. Solo años después, Agustín descubre qué le ocurrió a su mujer e hijos, y lo que hizo su hermano durante el genocidio. Hechos que llevaron a Honoré en 2004 a ser juzgado frente a un tribunal en Tanzania.

Mientras que finalmente la estadounidense 'Kinyarwanda', que hace referencia al principal idioma que se habla en Ruanda, es un mosaico de todos estos personajes: de sacerdotes implicados o salvadores, de ciudadanos radicalizados e inocentes asesinados, de milicias cegadas, y héroes ya no tan anónimos por el cine. Pese al horror, lo mejor es el amor que desprende esta película: lo único que hace que un país con tal genocidio llegue a cierto perdón.

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