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El espa�ol de Chile: la gran olla a presi�n del idioma

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Los conflictos de clase, generacionales y pol�ticos, el aislamiento geogr�fico, el activismo feminista y LGTBI y hasta la m�sica urbana cambian la lengua del pa�s andino a una velocidad nunca vista.

Santiaago de Chile, 2020.
Santiaago de Chile, 2020.MAT�AS BASUALDO

Las redes sociales, los intercambios acad�micos transatl�nticos, el �xito del pop latino, La casa de papel y la serie de Luis Miguel, los tutoriales de Youtube... El mundo globalizado ha logrado que los hablantes del idioma espa�ol convivan m�s estrechamente que nunca, que se familiaricen con los matices de cada idioma espa�ol. Un andaluz o un catal�n medianamente conectados saben hoy diferenciar el habla de un colombiano del de un venezolano y a la inversa probablemente pase igual. En medio de ese redescubrimiento, un caso llama la atenci�n: el del espa�ol que se habla en Chile, el m�s dif�cil de clasificar, el m�s reconocible por su melod�a, por sus modismos y por lo que tiene de disruptivo. "Muchos ling�istas concordamos en que el espa�ol de Chile y el de Honduras son los que est�n variando m�s r�pido en el mundo hispano", dice Ricardo Mart�nez, ling�ista y profesor de la Universidad de Chile. "Llevo cinco a�os viviendo fuera de mi pa�s y pienso en eso a diario, sobre todo porque mi hijo me pregunta", a�ade el novelista santiaguino Alejandro Zambra.

�Qu� quiere decir "lo que tiene de disruptivo el espa�ol de Chile"? Son criterios dif�ciles de medir con datos objetivos pero f�ciles de percibir: la velocidad con la que cambian el lenguaje oral y escrito, el l�xico y tambi�n la morfolog�a y la fon�tica, la manera en que los c�digos socioling��sticos caen y son sustituidos por otras claves, la relaci�n cada vez m�s laxa que los hablantes tienen con la norma... "No existe ning�n estudio que mida eso. Por ahora es solo una intuici�n, una impresi�n que podr�a no ir mal encaminada si se tiene en cuenta que la velocidad de los cambios ling��sticos se relaciona con los tipos de estructuraci�n social", explica Dar�o Rojas, profesor en la Universidad de Chile y miembro de la Academia Chilena de la Lengua.

Algunas ideas/apuntes acerca del idioma chileno

No me queda claro que sea el peor. Es m�s lo dudo, admito que s� es exc�ntrico, abierto, voluble, moderno y hasta po�tico (m�s en el sentido de modernidad a la Nicanor Parra). Quiz�s sea extra�o. Aunque me siento honrado que lo califiquen de disruptivo. Y esto porque -se me ocurre- se reinventa, toma de otros idiomas, es poroso, es joven. Y lo que tiene fascinante el chileno es que permite crear. Y dos nobeles, desde luego. Y mira todos los poetas, escritores, cronistas, cantantes, periodistas. Es casi sospechoso. Lo disruptivo ayudar a crear. El lenguaje chileno es libre y, si la matriz de la RAE, digamos, no sirve, pues se inventa. Y no solo a nivel oral. Se renueva constantemente, incluso con cada invento tecnol�gico o fen�meno pop.

A veces puede ser un agobio vivir en Chile (en estos d�as inciertos y angustiosos, donde se asoman las fauces de lo que el poeta Enrique Lihn tild� como "el horroroso Chile"), pero hablar en Chile siempre fascina, incluso tenemos una palabra propia para generar enredos en una conversaci�n: el cahu�n, y un verbo, cahuinear, para el chisme. A veces da risa. No es casual que digan que es un pa�s de poetas. Todos, en rigor, usan el lenguaje a su manera. Oral, por escrito, y ahora de manera digital. M�s que una suma de dialectos, posee jergas sociales-etarias que lo hacen muy vivo. Usar el chileno te permite ser libre en un pa�s que, en ocasiones, se torna autoritario. Uno de los aspectos m�s fascinantes de la campa�a del joven Gabriel Boric es c�mo usa en lenguaje. A veces tropieza cuando se pone nervioso y habla en un idioma m�s ligado al Chile de Allende (que es uno ya arcaico, pero sin duda clave para entender como se hablaba en ese entonces), pero lo remixea con el nuevo lenguaje inclusivo que aqu� ha agarrado un vuelo inesperado, tanto que la arroba (@) es la nueva letra del idioma. Pero donde Boric vuela y puede ser considerado como alguien que ha le�do, escribe y escucha. Y no le tiene miedo a usar un lenguaje tierno, no binario, ultra masculino o alfa. Si pierde en esta vuelta, es porque se niega a usar un idioma violento y su palabra favorita es cari�o.

En Chile, de una manera casi hist�rica, se incorporan palabras nuevas y se reviven con otros significados palabras arcaicas ("�o�o" ahora es algo as� como geek cool, pero igual sabe que es un "perno" medio nerd). Ac� el idioma tiene algo de ropa americana usada: se recicla, se le cambia el uso, se usa para darle un nuevo color.

Quiz�s el chileno no es tan preciso para comunicar, pero s� est� gloriosamente abierto a recibir influencias y para precisar el mundillo al que te perteneces. Cuando llegu� a Chile, sin saber espa�ol pero dispuesto a aprenderlo para sobrevivir, me di cuenta que todo es My Fair Lady y que les dec�an los ingleses de Latinoam�rica, no por haber sido un imperio o por lo pulcro u ordenados, sino por ser clasistas, por el grado de represi�n y el p�nico de las elites a lo nuevo. Me ense�aron que el acento era todo porque "as� se puede saber qui�n eres" y pronunciar, incluso borracho, la ch, esa extra�a letra que no existe en ingl�s y que es con que parte el nombre del pa�s, era clave. Pronunciar la ch como sh era el mayor de los pecados. Hoy, se usa entre comillas. Ya no importa tanto, pero se sigue usando el idioma como se�al de identidad, loco.

Me acuerdo, de pronto, del amarill�simo diccionario de sin�nimos y ant�nimos, la biblia del binario espa�ol. Ac� me dec�an: el espa�ol se escribe como suena, lo �nico complicado son los tildes. Puede ser, pero qu� pasaba cuando omit�an palabras o recog�an palabras pedestres, para decir otras cosas, para insultar, para sanitizar lo que ocultaban.

Aqu�, en los 70 y 80, para sobrevivir, para vencer, para superarlo todo, hab�a que leer bien, atento, alerta. Hab�a que leer distinto, entre l�neas, entender los miles de significados ocultos y cifrados. En este mundo, uno pensaba una cosa y dec�a otra. O, hab�a tanto que se pod�a hablar en privado, pero no se pod�a escribir de ciertas cosas. Cada tribu era un lenguaje. Pocos le�an, pero todos se cre�an personajes y todos juraban que ten�an algo que contar, cuando lo realmente interesante era todo lo que ocultaban.

La lengua chilena roba: us� el franc�s y sigue usando, sin miedo, el ingl�s, pero una vez que lleg� el cable (esa primera tecnolog�a) comenz� a usar palabras de otro pa�ses que usan el espa�ol. Televisa llen� de mexicanismos el idioma, y poco a poco Chile super� su envidia argentina usando tics porte�os (chico, chica). Del Per� se rob� el bac�n y de Espa�a, gracias a Anagrama y Almod�var, us� el follar para aumentar un amplio vocabulario genital.

Me gusta el chileno porque me permite escribir libre: si se vende bien una nueva palabra o una forma distinta de redactar o escribir (la k en vez de la q, usar los n�meros para abreviar, por ejemplo), se adopta. El idioma, ese lenguaje fragmentado que a la vez nos une, se mueve m�s r�pido que la sociedad. Hay teor�as secretas que lo comparan con el australiano y su lazo con el ingl�s, es decir, en un principio es el mismo idioma pero ha mutado tanto que se volvi� otro. Ambos pa�ses fueron, durante mucho tiempo, sitios aislados.

El idioma chileno o el espa�ol de ac� se caracterizan por no tener acentos regionales. Esto me provoc� una divertida rencilla telef�nica con mi editor, Felipe Gana que creo que gan� yo. Siento que, a pesar que hay leves e imperceptibles acentos, para ser un pa�s tan largo, lo cierto es que se habla igual en todas partes: mismo tono y mismas palabras, partiendo por las nuevas palabras que brotan de la red. Ac� es clave no decirlo todo de manera directa y por eso las jergas se utilizan, pero es incre�blemente notoria la cantidad de palabras de moda que se canonizan para siempre ("cantinflear" viene del pop, del cine mexicano de los 40 y 50 , de esa estrella que fue Cantinflas; es algo que todos usan, ahora, m�s como ataque, a pesar de que nadie recuerda a Cantinflas, pero, a�n as�, se entiende que significa al menos dos cosas: hablar mucho y no decir nada y, adem�s, cambiar r�pidamente de opini�n de manera que llega a dar risa).

No hay variedad de acentos regiones de tomo y lomo como los hay en M�xico, Argentina, Colombia. Incluso Ecuador. Las diferencias en el lenguaje ten�an m�s que ver con la clase social. Pero aqu� entra el elemento curioso: son las elites la que peor hablan. Quiz�s tengan un acento particular (desde luego, la ch la recalcan con suerte de t escondida), pero se jactan de no hablar bien porque hablar bien (pronunciar bien, usar las palabras correctas, no usar tantos tics o vocativos reiterativos) es considerado aspiracional. Esa es la gran disrupci�n. Si bien las elites en todas partes supuestamente usan mejor el idioma, en Chile existe ese pavor a lo si�tico (otro chilenismo), que es muy dif�cil de resumir, pero que en pocas palabras es un miedo at�vico de la elite incestuosa de la este pa�s-pasillo a hablar bien. Por lo tanto, aquel que osa hablar bien o usar las palabras adecuadas puede quedar mal. Mientras peor se habla, de mejor cepa se es. El lazo del viejo Chile con el campo, los latifundios, hizo que los ricos hablaran como peones y la clase media quisiera hablar bien para demostrar que eran educados, lo que provocaba la burla de los poderosos que ostentaban su lenguaje pobre, b�sico y con un cierto desprecio a pronunciar bien las �ltima s�laba.

Y sacando la ch de discurso, la otra obsesi�n idiom�tica es hablar en cursivas o alargar o juntar palabras. Una palabra pronunciada de otra manera se vuelve ir�nica o acaso un insulto. Los insultos, como huev�n, pasan a ser parte de las formas.

Un pa�s que se refunda cada tanto necesita un idioma el�stico.

A veces pienso que el espa�ol cl�sico y la RAE no le basta a Chile. Necesita m�s. Y por eso, poco a poco, ahora se est�n colando palabras del japon�s (otaku culiado) o del coreano y de ese nuevo idioma universal que es lo digital (ojo con los memes Made in Chile).

El chileno es veloz, desprecia ciertas letras del final, parece un canto, pero m�s que eso, m�s que el acento, el poder est� en que permite que tantos lo hayan usado de manera tan distinta y ninguno dej� de ser chileno. Ah� est�n Violeta Parra, Huidobro, G�mez Morel, Jos� Donoso y Jorge Edwards, Diamela Eltit y Alejandro Zambra.

No, no es el agua lo que hace creativo Chile.

Es su odio interno, es su clasismo, es un deseo de ser modernos, es su af�n de apropiar.

De todo los pa�ses en que se habla castellano, algo me dice que tuve la suerte de llegar al que, aunque pocos lo creen, hablar el idioma es m�s inclusivo, freak, r�pido, intenso, creativo, p�caro y sonoro.

Algunos ejemplos: "Para m�, la gran novedad es que los nacidos de mediados de los 70 en adelante han empezado a usar el espectro coloquial dentro del espectro formal. Se da en la pol�tica, se da en la vida acad�mica... Ojo, es la poblaci�n formada, la que pasa por la universidad, la que ha llevado la coloquialidad a la formalidad", cuenta Soledad Ch�vez Fajardo, profesora de la Universidad de Chile, miembro de n�mero de la Academia Chilena de la Lengua. "Hay much�sima informalidad en el lenguaje actual".

"Un ejemplo concreto muy interesante es la modificaci�n de la pronunciaci�n", a�ade Ricardo Mart�nez. "Hay rasgos como la forma de pronunciar la ch, que estaba muy estratificada por grupos sociales. El habla de prestigio pronunciaba Chile; el habla de las clases bajas dec�a Shile. Esa diferencia se ha aplanado porque los grupos sociales han empezado a interactuar mucho m�s de lo que hac�an antes, sobre todo en la educaci�n superior. Ya no hay tanto aislamiento y, por eso, el habla es m�s homog�neo, al margen de que haya grupos radicalizados en su b�squeda de la identidad. El espa�ol chileno estaba dividido por estratos sociales m�s que por territorios; era muy f�cil identificar de qu� clase ven�a otra persona por su habla. Ahora no lo es tanto".

�Y lo de la morfolog�a? El uso del sufijo -e como marca del g�nero neutro se dio a conocer al mundo hispano en las protestas de Santiago de Chile de 2019. Ese a�o, los carteles, los discursos y las pintadas apelaban a los chilenos, las chilenas y les chilenes. Hoy, Mart�nez y Fajardo coinciden en que su uso est� perfectamente normalizado en las aulas. "Yo doy clase en la Universidad de Chile, que es p�blica, y en la Diego Portales, que es una privada m�s o menos asimilada a la p�blica. En las dos est� muy presente esa -e. Si empiezo una clase en Zoom, saludo 'Hola a todos, todas y todes'. Y los alumnos, las alumnas y les alumnes responden igual", explica Mart�nez.

Dar�o Rojas matiza esa idea: "La -e es una forma de acci�n pol�tica contestataria frente a la ideolog�a dominante y al patriarcado. Si se normalizara, dejar�a de ser disruptiva. No creo que lo que las activistas deseen sea alcanzar una hegemon�a para le -e". En su correo, Rojas emplea sistem�tica y conscientemente el g�nero femenino ("las antrop�logas", "las j�venes", "las activistas") como la forma que engloba a hombres, mujeres y personas no binarias.

En el fondo, los tres ejemplos parecen dar vueltas sobre una misma idea: la aceleraci�n del espa�ol de Chile es el reflejo de las grietas sociales de un pa�s que era considerado un caso de �xito econ�mico, pol�tico y social pero que escond�a desequilibrios, agravios y descontentos cr�nicos. �C�mo no relacionar los cambios del lenguaje de Chile con las protestas de 2019?

Algunos datos previos: el espa�ol de Chile siempre fue diferente, desde la �poca de la colonia. "En el siglo XVI, cuando empez� la koinizaci�n del idioma, el proceso estandarizador del espa�ol, llegaron a Am�rica la imprenta, las universidades y muchos espa�oles que ven�an de la corte y tra�an la variedad centro-norte�a del idioma en Espa�a, que ha sido siempre la prestigiosa, a diferencia del habla de Andaluc�a predominante en la conquista. Pero llegaron a las zonas de virreinato: a M�xico, Per�, Colombia y, m�s tarde, a la zona de La Plata. A Chile no porque Chile s�lo era una capitan�a, una zona alejada y aislada por la cordillera y el desierto", explica Ch�vez Fajardo. "En dialectolog�a, siempre se pone un mapa del espa�ol de Am�rica que diferencia la zona andina, la guaran�tica, la mesoamericana, la rioplatense... Y la de Chile, como un pa�s solitario".

�Significa eso que el espa�ol de Chile se parece m�s al espa�ol andaluz de hace 500 a�os que otras variantes americanas del idioma, igual que el hispano-jud�o remite al castellano del a�o 1492? "Esa es la antigua postura. Digamos, mejor, que la base del espa�ol de Chile tiene muchos elementos del espa�ol andaluz unidos a muchas otras innovaciones posteriores", explica Ch�vez Fajardo. Otras particularidades: en Chile no se dio nunca la resistencia a los anglicismos que se ha dado en otros pa�ses latinoamericanos, seg�n Ricardo Mart�nez, que habla de los "anglochilenismos" de las ciudades portuarias. Y, por supuesto, est� la influencia de las lenguas ind�genas de la zona y de los otros idiomas de la inmigraci�n europea: alem�n, croata, italiano...

Pero ni el aislamiento geogr�fico ni el hist�rico ni el contacto con el idioma mapuche explican el cambio que vive el espa�ol de Chile. "Chile es una sociedad fuertemente marcada por conflictos de clase, y eso se manifiesta en la identidad ling��stica y en la ideolog�as ling��sticas de las hablantes de castellano chileno", explica Dar�o Rojas. Su teor�a es que todo lo que ha pasado en Chile estos a�os con el idioma empieza a ocurrir en los dem�s pa�ses de habla hispana en los que las clases sociales condicionan la convivencia. Y eso hace el caso chileno a�n m�s interesante.

Hablemos de Espa�a por un segundo. �Alguien se ha fijado en que espa�oles de la clase media universitaria como C. Tangana o ��igo Errej�n hacen suyo y estetizan el viejo habla de la clase trabajadora urbana, eso que en Madrid se llamaba cheli? �En que ese uso tiene un matiz pol�tico e identitario, que es una manera de simbolizar su inconformismo...? �Les suena familiar ese uso del lenguaje a los chilenos?

"En los �ltimos a�os estamos viendo variedades muy ideologizadas del habla. Lo que ustedes llaman cheli aqu� se llama flaite. Y hay muchos grupos de personas en la universidad que no pertenecen por origen a esa cultura pero que est�n validando su lenguaje. Creo que el reguet�n y el trap tambi�n influyen en ese fen�meno y por eso creo que est� pasando lo mismo en otros pa�ses de Am�rica Latina", explica Ricardo Mart�nez.

"En realidad, los cambios en el discurso pol�tico empezaron por la derecha", contin�a Ch�vez Fajardo. "La nueva derecha que se consolid� cuando lleg� la democracia tuvo l�deres j�venes, pol�ticos de clase media alta que adoptaban un lenguaje coloquial para generar cercan�a". En esos a�os de reinvenci�n, ese espa�ol chileno informal era un gesto de optimismo liberal. Luego, cuando lleg� el desencanto, se volvi� todo lo contrario.

"Es la esencia de cualquier protesta, tambi�n la del estallido social de 2019. La protesta siempre significa inmediatez comunicativa: hay que comunicar corto, con ira, comunicar igual�ndose en vez de distingui�ndose... En 2019 ocurri� algo m�s: aflor� el espa�ol de Chile. Los hablantes suelen tener una visi�n negativa de su habla, piensan que hablan mal, por m�s que en la Academia les intentemos persuadir de que no es as�. No s�lo ocurre en Chile", dice Fajardo. "En 2019 hubo un cambio: palabras que pasaban por incorrectas y no ejemplares entraron en la discusi�n p�blica".

Entonces, �queda espacio para el lenguaje normativo en Chile? "Pese a todo, pese al v�rtigo de las transformaciones sociales, ideol�gicas, val�ricas, y la identidad de las personas, Chile sigue siendo un pa�s muy institucionalizado, muy dirigido desde el Derecho. La Justicia, los medios tradicionales y el Gobierno, mantienen la norma llamada culta. No es lo mismo que ocurre en la universidad", termina Gonz�lez.

S�lo nos queda hablar de la literatura. As�, de memoria: los libros de Jorge Edwards y Jos� Donoso no sonaban muy chilenos, �verdad? "No, pero porque el Boom adopt� un lenguaje casi neutro, un latinoam�ricano sin marca. Fuentes y Vargas Llosa usaban ese mismo lenguaje. Garc�a M�rquez fue la excepci�n", explica Ricardo Mart�nez. 50 a�os despu�s, los lectores no chilenos de Sudor, de Alberto Fuguet, ten�an que armarse de paciencia para aprender decenas de formas del argot santiaguino. "A veces puede ser un agobio vivir en Chile (en estos d�as inciertos y angustiosos, donde se asoman las fauces de lo que el poeta Enrique Lihn tild� como "el horroroso Chile"), pero hablar en Chile siempre fascina, incluso tenemos una palabra propia para generar enredos en una conversaci�n: el cahu�n, y un verbo, cahuinear, para el chisme. A veces da risa. No es casual que digan que es un pa�s de poetas. Todos, en rigor, usan el lenguaje a su manera. Oral, por escrito, y ahora de manera digital. M�s que una suma de dialectos, Chile posee jergas sociales-etarias que lo hacen muy vivo. Usar el chileno te permite ser libre en un pa�s que, en ocasiones, se torna autoritario", responde Fuguet en unas l�neas escritas para explicar a EL MUNDO su visi�n del hiperchileno.

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